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8 de julio de 2025

El pez por su boca muere

 

Donde dije Pence quise decir Vance o el pez por su boca muere

(Publicado originalmente en el diario digital de Nicaragua La Prensa)


Este cuento va a costar un pedazo de mí que de otra manera no estaría dispuesto a darlo, pero antes es de rigor hacer un reconocimiento a esa gran señora Violeta Barrios de Chamorro, la única y auténtica madre de la paz de los nicaragüenses.

Como presidenta de Nicaragua no persiguió a nadie, no encarceló, no envió a persona alguna al exilio, no acusó de traición, ni confiscó bienes; permitió la irrestricta libertad de expresión y de prensa, el libre ejercicio de la democracia, jamás usó lenguaje soez para expresarse, y menos pretendió descalificar a gobernantes de otros países, ni a directores de organismos internacionales. Pretendió sin embargo una verdadera reconciliación entre nicaragüenses después de una guerra absurda, vistió con propiedad, sobriedad y elegancia. Una verdadera dama con reconocimiento internacional.

Mis condolencias a la familia Chamorro Barrios. Sé que todos sienten el orgullo de venir de esa gran dama y de su esposo mártir, Pedro Joaquín Chamorro.

Ahora el cuento. “Están afuera los cuchillos de sus vainas, y un accidente te podría ocurrir si sos incauto. De paranoia yo no sufro menos mal, aduladores y mediocres reinarán. Las mentes libres no tienen voto de obediencia con nadie.”

Ese verso es parte de lo propio del lejano 1988, cuando desde el Ministerio de Relaciones Exteriores de Alicia en el país de las maravillas, me despidieron brutalmente del servicio diplomático por ser yo mismo, o sea libre con todos mis defectos y equívocos, es decir mis averías. Hoy seguimos en lo mismo, no hay evolución de nada y menos dialéctica, sino lo contrario. Nada en este país, desde donde me expreso, ha cambiado sino para lo peor. Álvaro Baltodano, Comandante Guerrillero, compañero en el CCA y gran amigo de la adolescencia, fue sacado brutalmente de circulación. Me llamó cuando falleció mi hermano mayor Alejandro José y después cuando falleció mi madre Mary Josephine. Soy un agradecido por su amistad. Desde aquí quisiera que supiese que lo abrazo.

Los hunos de las estepas centroasiáticas, con un Atila a la cabeza, se dedicaron a saquear por el botín desde allá hasta las Europas. Dicen los historiadores que Atila falleció en el siglo V como consecuencia de sus excesos, pero no lo creo. Atila está aquí entre nosotros, saquea y reparte el botín entre los suyos, como cualquier otro ser vulgar amparado en su horda miserable. Los de Atila fueron marabuntas a caballo, bajos, robustos y resistentes, y jinetes igualmente bajos, robustos y resistentes, que no sabían hacer más que disparar flechas y cortar cabezas. Dicen incluso los que saben, que los Hunos no se bajaban de sus monturas, sino que para aparearse con sus mujeres en los carros que los seguían. Desparecieron de Europa cuando Atila el caudillo falleció. Su imperio se esfumó por la lucha entre sus hijos que pretendieron ser el rey. Su mujer no contó para nada. El consejo de tribus la descartó.

La horda de los hunos se retiró a su lugar de origen, no porque quiso, sino porque se excedió de tal manera que no pudo seguir arreando el ganado (nosotros) en los territorios conquistados. No reprodujeron instituciones incluyentes, más que las propias de las tribus nómadas, arreadores de ganados, o sea, nada; y desaparecieron dejando un rastro de saqueo, destrucción y muerte.

Disculpe paciente lector si abuso de su tiempo para leer este breve cuento. La intención es que reflexionemos sobre quiénes somos, no sobre lo que hemos sido, para poder entendernos y dejar de ser estúpidos. Atila sigue aquí y tiene una mujer desquiciada por la ambición de poder sin importarle nada ni nadie. Allá los vasallos que se siguen inclinando para que no se les corte la cabeza. Los hunos abundan en estas tierras, pero son muchos más los otros.

“Que incómodo es realmente no saber cuál es tu destino. Ya lo tenía todo preparado, pero un señor feudal lo confiscó. Más no está claro él con quien topó porque la lucha estoy dispuesto a dar por mantener aquélla que es mi libertad”. (Dedicado a un pariente cercano, entonces Comandante de la Revolución en 1988, otro soberbio, ahora exiliado, que dicen que ahora es humilde).

Si el pez por su boca muere, no será por la mía porque reconozco mis errores y me disculpo por ellos. Cuando dije Pence, un tiempo atrás, quise decir Vance, y Violeta Barios siempre fue auténtica. ¿No es así Rosario?