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24 de septiembre de 2023

Entre el lenguaje diplomático y lo contrario


 Entre el lenguaje diplomático y lo contrario

(Publicado originalmente en el diario digital La Prensa de Nicaragua)

 

La diplomacia consiste en fomentar las relaciones entre los Estados y otros actores internacionales mediante el respeto mutuo, el diálogo y la negociación. Esto aplica tanto para la diplomacia bilateral como la multilateral, que es la que se practica en los organismos intergubernamentales, conferencias diplomáticas y cumbres políticas. Desde hace un tiempo la práctica de la diplomacia se ha ampliado con el uso de las tecnologías de la información, lo que ha sido particularmente útil desde la disrupción social y económica global por la pandemia del covid-19, cuya emergencia sanitaria duró un tanto más de tres años, a partir de enero del 2020, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). 

La diplomacia no es ni ciencia ni arte ni improvisación. Es una disciplina profesional que requiere de estudios y de prácticas protocolarias. Un diplomático debe tener estudios sobre la materia, educado en el buen hablar y en varios idiomas, tener amplios conocimientos culturales, saber de relaciones internacionales, geografía e historia, en particular de la historia del país y de la política exterior que representa. No es lo mismo sentarse a una mesa en un restaurante local que a una mesa diplomática. No es lo mismo ir a una fiesta local que a una recepción diplomática. No es lo mismo tener una conversación con un amigo que con un funcionario de Estado donde el diplomático está acreditado. En síntesis, en la diplomacia es igual de importante el contenido como la forma. 

¿Por qué cree usted lector que hay tantos nombramientos efímeros y por tanto destituciones de los diplomáticos nombrados en ciertos países? Pienso que porque les falta lo expresado en el párrafo anterior. Y pienso además que los super diplomáticos (extranjeros) nacionalizados nombrados en distintos países a la vez, es porque son gente de mundo. Saben cómo relacionarse como ningún diplomático improvisado sabe hacer. Estos solo reciben órdenes para obedecer como autómatas, hasta que alguno que otro se rebela. No digo nombres, pero por ahí anda ahora alguno que otro diciendo lo contrario de lo que fue recientemente. 

La diplomacia no es siempre inocente. A veces es un campo minado. Hay sutilezas, trucos y engaños. Así ha sido en ocasiones desde tiempo atrás. Basta leer a Tucídides (siglo IV a.C) para saber de esas cosas en su Historia de la guerra del Peloponeso. En ocasiones se trataba de quien engaña a quien antes de que la verdad fuera descubierta. Esa es la sutileza de la diplomacia. Quien es descubierto pierde. Para eso existen los espías desde milenios atrás, que es otra categoría de agentes de Estado que contribuyen hoy con el quehacer de la diplomacia. En países ahora modernizados al espionaje se le llama inteligencia y contrainteligencia. ¿No fue acaso Moisés quien envió espías por medio de Josué, su lugarteniente, para saber a quién y cómo atacar en Canaán para conquistar y destruir toda ciudad que interfiriera con la apropiación de una tierra prometida? 

Pero en ningún momento, que yo sepa, se ha visto la vulgaridad de un jefe de Estado, y en este caso espurio, que ofende asidua y profusamente a otros jefes de Estado, jefes de Gobierno, diplomáticos acreditados en su país, sacerdotes nacionales y extranjeros, monjas, obispos, cardenales y papas, lo que ha constituido en el pasado motivo de represalias y hasta de guerra justa. Ya el enciclopedista Isidoro de Sevilla, en la Hispania visigoda del primer cuarto del siglo VII, escribió en sus Etimologías en el capítulo sobre las guerras, que “son guerras justas las que se declaran para vengar un agravio”. 

Menciono a Isidoro de Sevilla puesto que el jefe de Estado en cuestión es también un asiduo ofensor del Reino de España, cuyo rey, al considerar ofendida a España por otro jefe de Estado, igualmente incontinente de palabras ofensivas, el 10 de noviembre de 2007 en un Encuentro Iberoamericano de ese año el rey le dijo, ¿“por qué no te callas? Y se calló. Al espurio al que me refiero aquí también lo han mandado a callar civilizadamente, pero al parecer su ausencia de educación y abundancia de vulgaridad no le permite entender un mensaje civilizado. Como corolario menciono que según las constituciones del mundo, o las leyes constitucionales allá donde no existe constitución escrita, como en el Reino Unido o Israel, una de las principales atribuciones del presidente de un país, o quien haga sus veces, es el de representar a toda la nación, o lo hace por delegación en el ministro de relaciones exteriores, a quien se le conoce por leer textos igualmente soeces redactados por otro ser vulgar. 

Ejemplo clásico de diplomacia minada es la de Vladimir Putin sobre la invasión de Rusia a Ucrania, que sigue llamando operación militar especial, para no declarar la guerra, a la que se aplica el Derecho Internacional Humanitario. Otro podría decir lo mismo de la diplomacia de los países miembros de la OTAN. El lector podrá decidir al respecto si lee el artículo que seguirá en otra ocasión por aquello de la longitud del presente. Adelanto sin embargo que se tratará de asuntos meramente diplomáticos en el contexto de las relaciones entre los países europeos, los Estados Unidos y la Unión Soviética después de su extinción por decisión del Soviet Supremo, el 26 de diciembre de 1991. Dado que el actual gobierno de Nicaragua es un aliado de Rusia y justifica la guerra contra Ucrania, estoy cierto que ese artículo que vendrá será de interés para el lector atento de cualquier lado que esté. 

Debo aclarar, sin embargo, que las vicisitudes históricas de nuestro país no provienen necesariamente de habernos separado de la monarquía española antes de tiempo. Para el 15 de septiembre de 1821 esa monarquía estaba muy debilitada, por motivos que no vienen ahora al caso, y ya había sido derrotada militarmente en las Américas (con la slavedad de Cuba). Mientras España pasó por su propio período de inestabilidad, un golpe de Estado, la guerra civil y una dictadura que duró hasta 1975, actualmente es una monarquía constitucional, democrática, libre y estable.  Nicaragua sin embargo sigue en lo mismo, en el caudillismo dictatorial que pretende establecer la sucesión dinástica.

 

16 de septiembre de 2023

El marxismo y los molinos de viento


 El marxismo y los molinos de viento

(Publicado anteriormente en el diario digital La Prensa de Nicaragua)

 

“Venció el héroe, y quedando aun luz diurna en la ciudad liberada, al santo recinto se dirigió el vencedor. Sin haberse desprovisto de su vestimenta ensangrentada, llegó con los suyos al templo rescatado; aquí las armas depusieron, y ya cumplida la promesa, sus oraciones elevaron al Señor verdadero.” (Torquato Tasso, Jerusalén liberada, 1575, Canto CXLIV). 

Putin el ruso atrajo con engaños al disidente del paramilitar Grupo Wagner y lo asesinó, como una viuda negra atrae y devora a su pareja después del apareamiento. Prigozhin se había convertido en un peligro para el poder de Putin. Hubo que eliminarlo. Nada nuevo por aquellos lados. 

Los soviéticos marxistas leninistas no fueron la verdadera razón de la creación de la OTAN para contenerlos después de la Segunda Guerra Mundial. La razón fue simplemente que eran rusos expansionistas. La guerra contra Alemania fue la excusa de la venganza de Stalin para expandirse en Europa. Hitler lo engañó después de haber pactado el reparto de Europa. Stalin cayó en la trampa, y para salir de ella llamó a Franklin Roosevelt, el del imperialismo yanqui para que le salvara el trasero. Roosevelt acudió al llamado y salvó a los rusos de la invasión de las hordas alemanas con armamento y avituallamiento. Así fue. Roosevelt igual le salvó el trasero a los Estados Unidos de la agresión japonesa. A Roosevelt lo sustituyó el vicepresidente Truman después de su fallecimiento, el de la bomba atómica porque los japoneses rehusaban rendirse. Así era el honor de la tradición samurái. Japón no habla sin embargo de imperialismo yanqui. Más bien hoy es aliado de los Estados Unidos frente al expansionismo chino en el Pacífico. 

La OTAN no se opuso al Pacto de Varsovia cuando entre 1953 y 1968 Moscú invadió y reprimió todo intento de libertad y de independencia de sus Estados vasallos en Europa, a pesar del compromiso previo de Moscú de permitir elecciones libres. Stalin mintió. Ya desde la Conferencia de Teherán de diciembre de 1943, la de Yalta de febrero de 1945 y la de Potsdam de agosto del mismo año, ya vencida Alemania, Europa fue repartida en esferas de influencia. Stalin se llevó la mayor parte, y le había pedido a los aliados que le permitieran a las tropas rusas ser las primeras en entrar a Berlín, en represalia por la batalla de Stalingrado y el sitio de Leningrado. 

Para cuando Gorbachov en 1985 lanzó su política de apertura y reestructuración de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), no había nada que hacer más que esperar su colapso. Era un régimen fracasado sin base de sustento. Gorbachov no logró estabilizar y conservar la unidad de la URSS que era su verdadera intención. Entre agosto y septiembre de 1989, cuando la República Popular de Hungría y Austria desmantelaron la cerca electrificada fronteriza, docenas de miles de alemanes orientales aprovecharon para pasar de Austria a Alemania Occidental y en noviembre de ese mismo año cayó el muro de Berlín. Gorbachov lo dejó pasar, no tuvo opción, y después de elecciones libres en marzo de 1990, Alemania del Este decidió por inmensa mayoría adherirse a la Alemania del Oeste. De nuevo, Gorbachov no hizo nada, y uno a uno se fueron desprendiendo de Moscú las naciones europeas vasallas del Pacto de Varsovia, habiendo sido Polonia la causa inicial con el movimiento libertario del Sindicato Solidaridad, lidereado por Lech Walesa.   

Con la aquiescencia de las potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial, ocupantes de Berlín (Estados Unidos, Reino Unido, Francia y la Unión Soviética), y con la de ambas Alemanias, Alemania del Este se fusionó con la Alemania del Oeste en octubre de 1990 y se convirtió oficialmente en territorio integral de la República Federal de Alemania, con el compromiso de la OTAN de no desplegar tropas en el territorio de la anterior República Democrática Alemana. Este compromiso se mantiene hasta la fecha. Por otro lado, no ha habido en momento alguno una decisión sobre la no incorporación a la OTAN de otros países europeos libres, soberanos e independientes, que le siguen temiendo a Rusia, y con razón. 

Con la URSS en una severa crisis económica y política, los de la línea dura del régimen comunista y de la KGB que se oponían a las reformas de Gorbachov, incluyendo la descentralización de las 14 repúblicas socialistas conformadas con etnias no rusas, intentaron un golpe de Estado entre el 19 y el 21 de agosto de 1991 que fracasó por la resistencia de los moscovitas y la oposición de los militares lidereados por Boris Yeltsin. Sin embargo el intento de golpe a Gorbachov significó su fin político. Pocos días antes había sido disuelto el Pacto de Varsovia (de defensa colectiva frente a la OTAN) y el 24 de agosto Gorbachov dimitió de la secretaría del Partido Comunista de la URSS. El 6 de noviembre el partido dio por finalizada su existencia. 

Las 14 repúblicas socialistas autónomas (de distintas etnias) de la Unión Soviética en Asia Central, el Cáucaso y el Báltico, se fueron independizando en el transcurso de 1990 y 1991, y el 25 de diciembre de ese último año Gorbachov anunció su dimisión como presidente de la URSS, la que fue disuelta formalmente al día siguiente. Así nació la Federación de Rusia con Boris Yeltsin como su primer presidente, que ahora tiene al leninista de Putin a la cabeza, tratando de reapropiarse de manera violenta de territorios sometidos por el anterior imperio soviético, atacando quijotescamente molinos de viento. 



Aún quedan nostálgicos de la utopía marxista con su fracasada dictadura del proletariado y ahora con su agenda globalista, proletariado que ha sido sustituido por máquinas automatizadas, la informática, la industria de los servicios y la inteligencia artificial. Más peligrosos son los leninistas que aún piensan que con un puñado de terroristas profesionales y una caterva de corruptos pueden mantener sometido a un país que desea ser libre. Vana ilusión.