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27 de diciembre de 2015

La Vergüenza de los Sinvergüenzas




LA VERGÜENZA DE LOS SINVERGÜENZAS EN NICARAGUA




Nicaragua es un pequeño país en el centro de las Américas que ha dado de qué hablar por siglos. 

Desde que se comenzó a documentar sobre el territorio y sus habitantes por los cronistas españoles de la conquista hasta la fecha, es decir cinco siglos, hemos estado en las "noticias". La mayoría de las veces de manera espontánea y otras, como ahora, de manera oportunista y manipuladora –el canal y otros mega proyectos imaginarios que no comienzan– desde un poder autoritario que inevitablemente terminará siendo una referencia histórica a la ignominia.

Hoy están desvirtuados los poderes del Estado al estar meramente al servicio del nuevo régimen dinástico y corrupto. Y desde el poder se ofrecen de nuevo las "cuentas de vidrio y los espejitos" que los conquistadores españoles utilizaron para despojar a los indígenas de sus tierras, oro y fuerza de trabajo, incluyendo su identidad cultural. Algo así como lo que hacen los islamistas radicalizados y fanáticos actualmente, aunque éstos no usan ni cuentas de vidrio ni espejitos.

La manipulación ideológica y de la esperanza desde el poder es lo que queda de una identidad desprovista de su contenido para ser sustituida con la del culto a una pareja. Y todo vale, incluso las alegorías religiosas frente a una nación íntimamente identificada con tradiciones a las que se aferra para no perder su alma. De aquí deberá surgir lo que será un futuro sin estafadores, sin presdigitadores, sin acólitos del poder y de la corrupción.

Parecería contradictorio el título de esta entrada. Veremos si se trata solo de una paradoja o si de otra categoría de pensamiento considerando la historia contemporánea de Nicaragua. Y como sugerido o dicho expresamente en otras entradas de esta ciberbitácora sobre su contenido, éste soy yo, no hay nadie más ni imito a otro. No me es posible.

Por otro lado, éste un medio de expresión libre hasta que alguno o algunos en algún lugar de poder decidan que ciertas cosas no deben ser publicadas, difundidas o conocidas por esta vía puesto que podrían ser peligrosas para la estabilidad de su situación política, social y económica, y la de sus descendientes. 

Lo anterior en nuestro país no es todavía el caso por la escasez de acceso a estos recursos electrónicos y digitales, aún así se les teme previendo una avalancha social contraria al poder actual como en otros países.

Así las cosas, desde el poder se han acaparado medios de comunicación social convencionales e inventado sitios web para tratar de contrarrestar la verdad de los que se expresan libremente sin temor. Es la desinformación cibernética que le sigue a la represión física brutal en las calles. Así es que estamos aquí. Y cuando suceda el apagón saldrán los que dirán "yo no fui". Otros, los cínicos que detentan o son portavoces u operadores del poder simplemente emigrarán con su descendencia porque ya tienen dinero y propiedades aseguradas en el exterior; o tratarán de "camuflarse" internamente haciéndose pasar por otros.  


¿Qué dice el encabezado de una de las publicaciones digitales referidas, de alguien que igualmente va a irse de este mundo algún día? "Las calles son del pueblo y el pueblo debe defenderlas". O sea defender a quien detenta el poder desvirtuante y corrupto y a su familia de nuevo en la cima desde el 2007, después de haberlo perdido en 1990, y que está colocando sus dineros en todo lo que puede dentro y fuera del país gracias a la colaboración petrolera venezolana, colaboración que está llegando a su fin con el fin del régimen chavista.

Que Daniel Ortega como presidente perpetuo  —es decir hasta que esté inhabilitado permanentemente o fallezca— realice alguna que otra obra de beneficio social o que promueva las inversiones extranjeras no significa una gratuidad. Está obligado a hacerlo como cualquier otro Jefe de Estado y de Gobierno. Pero en nuestro país se descalifica y se reprime a cualquier opositor al régimen, y se alteran los resultados electorales.

Nada nuevo aquí. Desde hace tiempo hemos entendido que la revolución sandinista ha sido desvirtuada, y eso que contribuí con ella entre 1981 y 1988 en el servicio exterior, año en que fui despedido por tener pensamiento independiente. Y siempre pensé que colaboraba con un proceso de cambio en el país y que mi lealtad era con ese proceso, no con personas. 

De lo dicho en el párrafo anterior sobre lealtades es testigo mi entonces esposa Virginia y otras personas funcionarias del gobierno o del partido con quienes conversé sobre el tema en los años 80 del siglo pasado, incluyendo a alguno que me expresó que yo cuestionaba a los comandantes de la Dirección Nacional del FSLN, lo que no era solo inadmisible, sino que anatema.

Ese individuo es ahora socio de un exclusivo club en Managua sin tener arraigo alguno con él, y del que mi padre fue fundador en su época antes que el club fuese confiscado por la Dirección Nacional en las década de los 80. En ese club he visto a esa persona varias veces pero no nos hablamos desde que le dije la verdad. No le gustó. Imagino que es uno de los que sienten vergüenza, igual que un Comandante de la Revolución quien fue miembro de la Dirección Nacional del FSLN y ahora es millonario, quien baja la vista, también por vergüenza cuando me encuentra, como debe ser.

Daniel Ortega, su esposa y su camarilla de oportunistas regresaron al poder en el 2007 por medio de asonadas callejeras, intimidaciones y destrucción de propiedad pública y privada en los años 90. Lo hicieron por medio de esbirros y de fuerzas de choque durante el mandato de gobernantes anteriores, es decir por medio del chantaje de carácter gansteril que obligó a los otros a pactar la "paz social" frente a las presiones y la violencia impuesta por una camarilla ya corrupta; y esos otros tuvieron que pagar el precio impuesto por la familia gobernante actual y autocrática que se perpetúa en un poder ausente de moral y de escrúpulos.

Aclaro que de los tres gobiernos que le siguieron al FSLN entre 1990 y el 2007, uno de ellos fue igualmente corrupto en lo que se refiere al enriquecimiento en dinero y propiedades.

Pero hoy todos los poderes del Estado, la Contraloría General, la Procuraduría de la República, el Consejo Electoral, la Procuraduría de los Derechos Humanos, la Policía Nacional y el Ejército Nacional están al servicio de la familia gobernante actual. Y se mantiene en el poder por los mismos métodos gansteriles referidos. No pueden cambiar. Ya está en su ADN, y se siguen reeligiendo fraudulentamente contra lo que disponía la tal Constitución Política de Nicaragua, la gran ramera, prostituida por un "tribunal de justicia" y por diputados  corruptos, oportunistas y serviles.





Que lo  escrito aquí no llame a engaños. Mis equívocos son míos y de nadie más, porque los he tendido y muy grandes, pero no con la sociedad. Y no puedo callar.


P.S.: Una versión no muy distinta a la de esta entrada fue publicada en el diario La Prensa de Nicaragua del 18 de Abril del 2016.