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20 de septiembre de 2018

Los Globos Azul y Blanco


Los Globos Azul y Blanco y la Ley Penal 


(Artículo adicional de coyuntura en Nicaragua enviado a un diario nacional)
                                                                                                                     
Admito mi perplejidad ante este asunto de los globos azul y blanco que han aparecido aquí y allá, como símbolo de identidad de la protesta cívica nacional que no cesa de expresarse, y cada vez con mayor creatividad, frente a un régimen bicéfalo que no encuentra una respuesta racional y civilizada al inmenso rechazo de nosotros, los ciudadanos.

Los globos son extensivos a la bandera azul y blanco, los colores únicos que contienen cuatro de las cinco banderas de los países de la Centroamérica histórica. Esas banderas representan un ideal: la unidad de los pueblos de la región.

Pero que va. Aquí el azul y blanco está penalizado por obra y gracia de la pareja  presidencial y de los doctos magistrados de la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia, defensores acérrimos y antijurídicos de los delincuentes y criminales del régimen. De la defensa del régimen como un todo se encargan los magistrados de la Sala de lo Constitucional, algunos de los cuales se repiten en ambas salas por si acaso.

He seguido estudiando el derecho desde que me gradué y post-gradué décadas atrás, y no encuentro en ley o tratadista, ni jurisprudencia alguna en materia penal u otra –nacional o comparada– que inflar globos de cualquier color que sean, y diseminarlos, es delito. Lo mismo aplica a banderas, bandas, pulseras, banderitas, gorras, sombreros, sombrillas, pañuelos, cinturones y demás, a no ser que lleven un mensaje racista, anti religioso, de odio, que inciten a matar, a cometer genocidio, a torturar y por ahí.

Lo irrisorio dentro de nuestra tragedia es que los globos azul y blanco tienen escritos muy distintos a los que podrían ser considerados delitos. ¡Qué se rinda tu madre! es ya parte de una tradición de un pueblo que no admite la esclavitud. ¡Que se vayan! es lo mismo, pero los magistrados de lo penal sí son esclavos, como los diputados de la asamblea, la fiscal general, el procurador de los derechos humanos, el jefe de la policía, y ahora el jefe del ejército. Esclavos todos y faltan en esta lista.

Ser esclavo no es delito, ser esclavista sí lo es. Y si no fuese por semejante barbarie que estamos viviendo, moriríamos de la risa al ver a tantos tontos explotando globos y decomisando banderas. Son unos pobres desdichados, enviados por los esclavistas como tantos otros a hacer el ridículo ante nos los ciudadanos.

Así son los esclavistas y los esclavos, pero pueden y deben liberarse de esa condición, porque igual que cualquiera de nosotros son también ciudadanos, aunque no lo sepan aún.

Somos los globos azul y blanco que dicen ¡que se rinda tu madre! Si los esclavistas no han entendido, peor para ellos. La verdad se hará. Y como dice un comentarista, ¡los tenemos locos! Y locos se van a ir.

Nota: el artículo fue publicado el 25 de septiembre de 2018 en el diario La Prensa. 

11 de septiembre de 2018

Una Pareja, su Séquito y la Cuarentena



Una Pareja, su Séquito y la Cuarentena


(Artículo de opinión en función de la coyuntura en Nicaragua)

Entre tanta tragedia nuestra, afortunadamente emergen dentro y fuera del país voces sensatas y valientes que denuncian activamente la barbarie ejercida por los Ortega-Murillo, y su séquito de cómplices, para mantenerse en el poder. Esa denuncia debe continuar. Debe continuar igualmente el repudio a los comprometidos con el régimen con el fin de mantenerlos segregados entre ellos mismos, aislados en su ostracismo, en cuarentena.

Vergüenza no sentirán, al menos en apariencia, pero Nicaragua ya está dividida invariablemente, siendo la inmensa mayoría la que denuncia el desgobierno del dúo que prostituye las instituciones del Estado para aferrarse al poder, como cualquiera pareja de proxenetas.

Algunos del séquito pretenden reciclarse –lavar la imagen– para proteger a su descendencia y los activos acumulados al amparo del poder y de la represión cuando caiga el régimen. Solo con la disociación pública activa ahora, no cuando el dúo vaya de salida, podrán tener una oportunidad de reivindicarse sabiendo que serían tildados de traidores por el aparato represivo que contribuyeron a crear. La cuarentena esta vez vendría de ellos mismos, pero les valdría la pena.


A la pareja y a su séquito el aislamiento los podrá tener sin cuidado mientras tengan fuerzas represivas a su lado, pero ¿y después? En Zimbabue Robert Mugabe recurrió a una brutal represión para no soltar el poder luego de décadas en el mismo; y por no importarle las consecuencias de la violencia desatada ni la destrucción económica del país, pasó de héroe a villano en poco tiempo. Quiso imponer a su esposa como vicepresidente para que se hiciera con el gobierno después de su fallecimiento. No lo logró. Tanto Mugabe como su esposa Grace fueron expulsados del poder en noviembre de 2017 por su propio partido y por el ejército, avalado por el Parlamento. Salvaron a la nación.

En Zimbabue, igual que aquí, Mugabe y su esposa estaban sustituyendo en el partido y en el ejército a los combatientes históricos de la guerra de independencia y contra la supremacía blanca. Aun así allá prevaleció el sentido común, la necesidad de restaurar la economía, y el imperativo de deshacerse de las sanciones internacionales y del aislamiento impuesto por la terquedad de la pareja, señalada por organismos nacionales e internacionales de violar sistemáticamente los derechos humanos y de cometer crímenes contra la  humanidad.

Hoy se encuentra reunido el Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Se hablará de Nicaragua, y ojalá que en el país prevalezca la sensatez para que en vez de seguir el ejemplo de Zimbabue, lo que queda del partido histórico y del ejército le digan a la pareja que es tiempo de irse. Nicaragua ya es un campo de concentración, no la hagan caer además en una cuarentena internacional. No sería bueno ni para ustedes.

Nota: el artículo fue publicado en el diario La Prensa el 12 de septiembre de 2018.