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30 de enero de 2021

Los nublados del día

 

Los nublados del día

(Artículo de opinión publicado en el diario de Nicaragua La Prensa el 27 de enero del 2021)

  

“Tome en serio lo que es digno y ríase de lo demás.” (Hermann Hesse).

Casi doscientos años después de la Independencia, nuestras circunstancias políticas se podrían transponer a las de 1821 en Guatemala. Vamos hacia el pasado. Esa es nuestra realidad, porque al parecer para nosotros la máquina del tiempo solo tiene retroceso.

“La noche del 14 de septiembre [de 1821] la esposa de [Daniel] recorrió los barrios invitando a sus seguidores para reunirse temprano en la plaza frente al palacio de gobierno. Pero al día siguiente no concurrieron en el número que se esperaba. El propio [Porras] refiere que había poca gente y para hacer mayor el concurso animando a los tímidos, [Wálmaro y Wilfredo] idearon poner música y quemar muchos cohetes. El artificio fue eficaz, porque aún los contrarios [a Daniel y Rosario] concurrieron fingiéndose partidarios”. (Adaptado de textos citados por José Coronel Urtecho en sus Reflexiones sobre la historia de Nicaragua).

No es pues de extrañar que las autoridades peninsulares y los criollos en Guatemala declararan la independencia, porque “siendo la independencia del gobierno español la voluntad general del pueblo...se mande a publicar para prevenir las consecuencias que serían temibles en el caso de que la proclamase de hecho el mismo pueblo.” (Recuérdese la decadente monarquía española antes y después de la intervención de Napoleón en España, y la decadencia del régimen de aquí hoy).




El texto anterior citado corresponde al primer párrafo de la declaración de independencia. Ya las naciones del sur la habían declarado, y México en el norte también.

En la declaración de independencia se tuvo sin embargo el tacto de incluir un párrafo, por el que se mandó oír a las autoridades de las provincias de la Capitanía General. Los provincianos no querían a los de la capital porque se aprovechaban económicamente de ellos. Por tanto, las autoridades de Nicaragua, con sede en León, días a caballo después de haber recibido el correo, declararon

“Nuestra diputación provincial e ilustrísimo prelado, en vista de los sucesos que han tenido lugar en Guatemala el quince de los corrientes [septiembre de 1821], se han reunido y deliberado…extendiendo los siguientes acuerdos…1ª La absoluta y total independencia de Guatemala, que parece se ha erigido en soberana. 2ª La independencia del gobierno español hasta tanto que se aclaren los nublados del día…3ª Que…continúen todas las autoridades en el libre ejercicio de sus funciones…4ª Que se tomen las medidas más eficaces para la conservación del orden y sostenimiento de los funcionarios públicos…en la inteligencia de que el gobierno castigará severamente a los perturbadores de la tranquilidad pública...” (Firmado el 28 de septiembre de 1821).

Esto último es lo que pretende la pareja de aquí para que no se les mande en pensión, es decir para que no cambie nada. Ese el deseo de un individuo con capacidades mentales disminuidas, su ambiciosa e inescrupulosa mujer, sus hijos y los siervos del palacio de gobierno.  

Intuyo que la pareja preferirá dar la batalla con su policía, turbas y paramilitares, hasta quedar sepultados por la avalancha de la historia. Otros no cuentan, son solo comparsa, aunque cobran bien para serlo. Imaginemos entonces un nuevo levantamiento como el del 2018. ¿Intervendría el ejército para proteger a la ciudadanía o para masacrarla? ¿No tienen acaso intereses económicos y financieros que proteger? ¿No les conviene presionar a la pareja de alucinados para que haya elecciones libres en este 2021?

Lo que vino después de la independencia fue un desorden. Un mexicano quiso erguirse en emperador de la región después de la guerra contra España, y los criollos nicas enloquecieron, unos a favor y otros en contra del continuismo. Todos por intereses propios, pero el mexicano fue derrocado un año después por los republicanos de allá, y en Nicaragua el desorden continuó por aquello de las rivalidades viscerales entre Granada & Cía. Ltd. y León & Cía. Ltd.  

Los criollos no conocieron otro modo de solventar las diferencias más que la guerra por el poder, para proteger sus intereses comerciales o los de la hacienda. Quien ganaba se llevaba todo. Pero ninguno de los bandos ganó, todos perdieron, a pesar del mercenario William Walker, bien recibido inicialmente por distintos sectores de León y de Granada porque imponía el orden, hasta que se dieron cuenta que Walker tenía la intención de esclavizarlos a todos. Por ese camino vamos de nuevo, pero esta vez trazado por una pareja de ladinos cacofónicos.

Lo anterior recuerda las técnicas de (no) negociación de aquí, que todavía existen después de doscientos años. Se trata de ganar, no de conciliar intereses para encontrar soluciones de consenso. Una parte debe ganar para subyugar a la otra. Eso son Daniel y Rosario, un resabio de la barbarie. ¡Qué falta hace Mauricio Herdocia, quien viniendo de León siempre pensó en Nicaragua!

¿No hay aquí una transposición con la Nicaragua del pasado? La rebelión del 2018 para independizarnos del régimen de la pareja sigue siendo reprimida, no negociada. Daniel y Rosario le tienen pánico al fantasma de Cleto Ordóñez (que hoy equivale a elecciones libres), el militar popular que en 1823 puso en jaque a la oligarquía del capital, a la que la pareja ahora pertenece.

La oposición al régimen tampoco está libre de atavismos. A la señora del partido excluyente y divisionista (sin tener realmente motivos para ello), Michel de Montaigne hoy le diría: “nadie está libre de decir estupideces, lo malo es decirlas con énfasis.” Modérese por tanto y demuestre que está por una alianza veraz, para que Nicaragua vuelva a ser república.


15 de enero de 2021

El eterno retorno

 

El eterno retorno

(Publicado inicialmente en el diario de Nicaragua La Prensa el 14/01/2021)


“De regreso a lo ya escrito, pienso y veo con amargura, tantas oportunidades perdidas,  en una historia que se repite”.  (Cita propia).

Ese verso es de una canción que escribí años atrás. Es sobre nosotros, lo que hemos sido y lo que no hemos podido llegar a ser desde 1821. Invariablemente hemos regresado a la autocracia, la que actualmente se manifiesta en un hombre y su mujer. Es un avance social y político considerable, por cierto, porque en vez de tener a un autócrata tenemos a dos, pero con enfoque de género. Cuando se llegue a tres se habrá comprendido la nueva teogonía política nacional, la del padre, la madre y el hijo.

En las clases de historia de Nicaragua en la secundaria, aprendí que los dioses creadores precolombinos fueron una pareja, Tamagastad y Cipaltonal. No tuvieron hijos porque sabiamente decidieron no reproducirse para evitar una guerra cósmica por el poder. Hoy la pareja de autócratas locales, que pretenden ser Tamagastad y Cipaltonal tienen hijos, y muchos.

Donald Trump, en su corta estadía en la Casa Blanca, quiso aprender de los autócratas del mundo. Uno de ellos, Nicolás Maduro, vive aferrado al poder por cualquier medio, como la pareja de aquí, aunque no por mucho, porque no son inmortales como los dioses. Como Trump no lograba quedarse en la Casa Blanca, alentó a sus seguidores para que fuesen al Capitolio a amedrentar a senadores y diputados, para interrumpir la confirmación de las elecciones perdidas. Trató de imponerse por la fuerza pero no lo logró. Trump salió y entró Biden, un católico en una sociedad mayoritariamente protestante.

En los Estados Unidos ya hubo un presidente negro y protestante, ahora le toca la presidencia a Biden, un católico blanco –el segundo en la historia de ese país–, que tiene como vicepresidenta a una mujer, y por demás afroasiática. Nunca antes visto por allá. Que Biden hubiese propuesto como vicepresidenta a su mujer habría sido impensable. En Nicaragua, por otro lado, todo vale por obra y gracia de los corruptos y arrastrados del régimen.

Los autócratas de aquí siguen reprimiendo a los contrarios, dividiendo, encarcelando y enviando al exilio político (o económico) a los herejes del credo de la familia. Trump quiso aprender de eso, pero le fue muy mal frente a las instituciones democráticas de allá. En su mente obtusa y megalómana no pudo asimilar que en su sistema electoral, que funciona desde la Constitución de 1789, los electores le dijeron que se fuera. No logró comprender esa decisión, y pretendió desestabilizar al país arengando a sus turbas. En su gran soberbia quiso subvertir el orden institucional con unos tantos como él, expulsados ahora del Jardín del Edén por los delitos cometidos.

Los seguidores de Trump quizás han quedado a la deriva, pidiendo a los dioses un nuevo mesías. Imaginemos por tanto por un momento, solo por diversión, a Daniel y Rosario haciendo política en los Estados Unidos.

Se entiende que ese país es una amalgama de etnias, donde la división de poderes funciona, igual que la prensa libre. Lo contrario sería la destrucción de la sociedad que ha llegado a ser, con sus avatares e imperfecciones, una sola bajo una constitución federal, leyes de consenso y un sistema judicial independiente. Algo así como lo que los centroamericanos de la élite trataron de imitar en la Constitución Federal de 1824 después de la Independencia de España, y del intento fallido de anexión a México por Iturbide en 1822. El resultado fue la guerra permanente de unos contra otros (por el poder) por intereses personales, locales y grupales.

“Fue doña [Rosario], mujer de cerebro excitado pero hueco, quien enardeció con gritos y cohetes a los que rodeaban el palacio del gobierno el 15 de septiembre de 1821 en Ciudad de Guatemala, para que se declarara la independencia”. (Tomado de Jorge del Valle Matheu). En León, por otro lado, las autoridades coloniales firmaron el "Acta de los Nublados" trece días después, porque no sabían qué estaba sucediendo en la sede de la Capitanía General.

Volviendo al 2021, ¿logrará la oposición consciente la unión requerida para romper con el eterno retorno a la autocracia, doscientos años después de la independencia? ¿Iría usted a la calle a exponerse a que lo golpeen los enviados de la pareja de autócratas? Yo iría si hubiese un liderazgo creíble. Avisen cuando estén listos, de lo contrario quédense en sus casas, porque después de todo si “la maldad se expía en aquel mundo, la estupidez se expía en este” (Arthur Schopenhauer).  

10 de enero de 2021

El Opus Dei


 

El Opus Dei

(Previamente publicado el 8/01/2021 en el diario de Nicaragua La Prensa)


 Nada de esto fue un error” (Ernesto Sorokin - Coti).

 

Vengo de la educación jesuita, como ya dicho, orden a la que pertenece papa Francisco, quien asumió la responsabilidad de depurar el Vaticano, a lo que Benedicto XIV renunció después de Juan Pablo II. A éste lo conocí personalmente, pero no hay espacio aquí para describir las circunstancias en que lo encontré tiempo después del atentado de 1981 en Plaza San Pedro. Yo estaba entonces en Roma y la religión no era de mi interés, pero sí la diplomacia vaticana. Basta decir que en dos oportunidades le estreché la mano identificándome como nicaragüense. “Oro por la paz en Nicaragua” dijo en ambas ocasiones. 

Juan Pablo tenía un gran carisma y se apoyó en su misión en el Opus Dei, que elevó a prelatura personal en 1982. Es decir, que así como la orden de los jesuitas tiene el voto de obediencia al papado, el Opus Dei es una asociación de sacerdotes y laicos que se relaciona de manera preferente con el Papa, por medio de un Prelado, en conformidad con el Derecho Canónico.

La Compañía de Jesús fue fundada por un militar vasco en 1534 y el Opus Dei por un civil aragonés en 1928. Los jesuitas por tanto son sinónimo de la contra (reforma) de los protestantes, el Opus Dei no. En pocas palabras, los jesuitas han pretendido cambiar la sociedad mientras que el Opus cambiar a las personas –en la vida diaria –, por la santidad del trabajo y los valores cristianos derivados de los Evangelios, y las cartas de Pablo de Tarso. 

Fue por Juan Pablo II que me acerqué al Opus Dei por un tiempo por interés genuino. La sede estaba a corta distancia de donde yo viví en mi segunda etapa diplomática en Roma, en los años 90. Para ese entonces admiraba a Juan Pablo, que sin estar de acuerdo con su conservatismo social y político, era un líder internacional honesto.




No me equivoqué esta vez. La tríada Juan Pablo II, Ronald Reagan y Margaret Thatcher terminaron con la ilusión del comunismo como sociedad perfecta. No se requirió la tercera guerra mundial, sino la de las ideas por la libertad frente a la opresión rusa. El comunismo colectivista no resultó, así como los jesuitas no resultaron en la Nicaragua de los años 80. El Opus Dei, por otro lado, se centra en la santificación de la persona sin hacer distinción alguna, se crea o no.

Igual me interesó la popularidad de Juan Pablo II en su Polonia natal (católica) y su cercanía al movimiento sindical libertario de Lech Walesa, quien llegó a ser electo presidente de Polonia después de la caída del muro de Berlín y del colapso del partido marxista-leninista polaco. A Walesa le presenté mis cartas credenciales en 1991 como embajador de Nicaragua, concurrente desde Viena.

En 1983 Juan Pablo II había sido llevado a Nicaragua a una emboscada de los entonces comandantes de la revolución. Regresó a Managua en 1996 para el desagravio por invitación de Violeta Barrios. La gente llegó en esa ocasión por millares a verlo y escucharlo sin manipulaciones como la de 1983. Hoy los comandantes esos, vivos o no, son recordados como lo que son, nada, y por ley yo podría ser considerado traidor a la patria por obra y gracia de los falsos profetas y sus acólitos.

No le deseo males bíblicos a la pareja, sus descendientes y demás, que quede claro. Ellos ya están discapacitados por sobredosis de poder y del dinero. Están en su propio infierno y acuden desesperadamente al cínico de Bye-Ardo, para reinyectarle el virus de la codicia a los cortoplacistas del capital y reconducirlos al corral.

Acercarse al Opus Dei no les vendría mal. Tendrían una última oportunidad para salir de su propio infierno y salvar lo que les queda del alma.