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21 de enero de 2015

Desunión Regional II


Humberto Carrión
(Doctor en Derecho, LL.M.)


CAUSAS HISTÓRICAS DE LA DESUNIÓN EN CENTROAMÉRCIA

DESDE LA CONQUISTA HASTA MEDIADOS DEL SIGLO XXPARTE II


LAS RELACIONES SOCIO-ECONÓMICAS
DURANTE LA COLONIA



División de territorios entre España y Portugal:
Tratado de Tordesillas de 1494



Conquista y colonización

Cuando en el siglo XVI Cristóbal Colón y los conquistadores hicieron que Centroamérica fuera conocida en el Viejo Mundo, estaba poblada por grupos étnicos con lenguas y culturas distintas, pero la mayoría de ellos conformaban una extensa unidad cultural conocida ahora como la Civilización Mesoamericana. Las zonas más pobladas se encontraban en el occidente de la región, y para todos los efectos la conquista terminó hacia 1540.


El encuentro


La Conquista


Desde la segunda mitad del siglo XV las naciones marítimas europeas del Atlántico y del Mediterráneo estaban urgidas de oro y plata para equilibrar sus balanzas comerciales con el Cercano Oriente, así como y de encontrar una ruta marítima alternativa a la controlada por el Imperio Otomano en el Mediterráneo Oriental. La Europa mercantilista se encontraba escasa de oro y plata y consideraba la posesión de esos metales como la piedra angular del éxito de los individuos y de las naciones. En este sentido la política española en las tierras conquistadas fue transformarlas en colonias autosuficientes, que a su vez produjeran un excedente de metales preciosos. Como los ambiciosos conquistadores no encontraron oro y plata en abundancia en el área centroamericana, sus esfuerzos fueron dirigidos a la acumulación de tierras y mano de obra gratuita y abundante.

Para lograr ese objetivo el sometimiento de los indígenas pasó por distintas etapas: la derrota militar, la apropiación de sus tierras, la explotación, la supresión de las insurrecciones y la sujeción ideológica. Los indios fueron inicialmente reducidos a la esclavitud, y después, por la institución de la encomienda, a la condición de siervos y tributarios de los conquistadores, de la corona y de la Iglesia respectivamente. También tenían que proveer trabajo gratuito para la construcción de edificios en las ciudades, caminos y otras obras públicas y privadas. Posteriormente la encomienda fue sustituida por el repartimiento, que regulaba el trabajo periódico, forzado y semigratuito de los indios entre los 16 y los 60 años de edad. Para esto y para recaudar mejor los tributos mencionados, la población nativa fue concentrada en pueblos, generalmente cerca de las haciendas, con suficientes tierras comunales para proveer por su subsistencia.

En Costa Rica la población precolombina era mucho menos numerosa que en las otras provincias, y los conquistadores la aniquilaron o la desplazaron de la meseta central, donde se asentaron los españoles. Una sociedad más igualitaria se comenzó a formar ahí en comparación con las vecinas provincias del norte, pero en todas las provincias en general, las guerras de conquista, la exportación de esclavos a centros mineros distantes como Panamá y Perú, las epidemias causadas por enfermedades desconocidas para los indígenas y el trabajo forzado, redujeron tanto a la población nativa, que la Corona permitió la importación de esclavos negros después de 1542 para complementar la mano de obra local. Fue hasta alrededor de 1770 que la región en su conjunto recuperó el nivel original de habitantes --800 mil aproximadamente-- aunque compuestos de manera distinta (Díaz Chávez, 1972).

Además de alguna actividad minera en Honduras y Nicaragua, Centroamérica producía cochinilla e índigo --colorantes naturales para telas--, cacao, tabaco, cueros, madera, tejidos artesanales y otros productos para la metrópolis. Sin embargo, una economía comercial fue establecida solo de manera débil y fluctuante, y con un carácter complementario. Las colonias eran autosuficientes en tiempos de depresión y se convertían en un instrumento agrícola comercial en tiempos de exportación. En este caso dependían de los pueblos indígenas para la producción de alimentos. Estos pueblos proveían mano de obra y alimentos al sistema comercial puesto que la hacienda no explotaba intensivamente sus vastas extensiones. Solo algunas zonas de la misma eran dedicadas a los cultivos y otras más amplias a la ganadería extensiva. 

La totalidad del comercio exterior de Centroamérica estaba reservado para España, la que solo permitía la producción de mercancías que no compitiera con las propias. Esta política evitó el crecimiento económico sostenido de las colonias. Además, España misma no estuvo en grado de conformar una clase media numerosa y próspera, puesto que utilizó el oro y la plata extraída en América para financiar sus guerras y para pagar por las manufacturas importadas, que a su vez exportaba a sus territorios de ultramar. Así contribuyó paradójicamente con el desarrollo de las economías italiana, alemana y flamenca. Cuando a mediados del siglo XVII las vetas de oro comenzaron a agotarse y el flujo de los metales preciosos disminuyó, la estructura financiera de la Corona colapsó.

El monopolio del comercio hizo que Holanda, Francia, e Inglaterra, los mayores rivales económicos y políticos de España, recurrieran al contrabando y a la piratería para incrementar su actividad comercial en Centroamérica y el Caribe. Esas naciones ofrecían manufacturas a los comerciantes criollos a cambio de materias primas y de capital, o simplemente lo tomaban de las naves españolas por asalto. El contrabando en las provincias aumentó como consecuencia de la escasa relación comercial con España, especialmente después de la derrota de la Armada Invencible en 1588, y desde mediados del siglo XVII en adelante los ingleses fueron los agentes externos más activos en el Caribe. 

Centroamérica era una colonia atrasada. La inexistencia de grandes recursos minerales y de población --en contraste con México y Perú--, y su posición geográfica distante de las principales rutas comerciales, explica su abandono, no solo por las casas comerciales sino que también por la Corona.

Entre 1641 y 1656 los ingleses ocuparon las islas de Roatán y Jamaica como bases para su comercio ilícito con Centroamérica, contando con la complicidad y participación de los funcionarios españoles. En los años 60 se asentaron en Belice como explotadores de madera, sirviendo también como base para el contrabando, y para 1680 el control de los ingleses incluía secciones extensas de la Costa Atlántica de Honduras y Nicaragua. Una España debilitada no podía hacer nada para detener esta usurpación de sus territorios.

Para extraer los recursos del área como el tributo de los indígenas, los impuestos al comercio y la fracción por metales preciosos, la corona había creado una organización compleja. En España el Consejo de Indias era el órgano legislativo, judicial y administrativo más alto después del rey. Los funcionarios políticos y judiciales más importantes en Centroamérica eran el capitán general y los miembros de la audiencia. Estos fueron establecidos en la Ciudad de Guatemala, que se convirtió en la capital para la región. A los criollos se les negó el acceso a todas las posiciones administrativas y judiciales, aunque alguna colaboración social existía entre éstos y la burocracia peninsular. Hacia finales de la década de los 50 del siglo XVI la práctica de vender los puestos en los cabildos (ayuntamientos) fue introducida por la Corona para recaudar fondos. El cabildo era la unidad territorial de gobierno más pequeña y solo ahí fueron representados los intereses de los criollos.

Las otras posiciones de la burocracia española fueron llenadas invariablemente con funcionarios de corto plazo que llegaban de la península, quienes trabajaban para la Corona y para ellos mismos sin tener un interés sincero en la prosperidad de la colonia. Una Iglesia fuerte participó en el ejercicio de la autoridad con los peninsulares, y durante los 300 años que duró el dominio de España la estructura socio-económica impuesta no cambió un gran qué. 


La Capitanía General de Guatemala durante la Colonia


Por otro lado, todos los funcionarios españoles eran nombrados en y sustituidos desde la metrópolis, y podían comunicarse directamente con las autoridades centrales en España, ignorando al capitán general. Esta autorización, y la desconfianza de la Corona de cualquier iniciativa que proviniera de sus agentes, obstruyó la administración efectiva de la región. Más aún, la topografía accidentada, la inadecuación de las vías y medios de transporte, y la distancia con la metrópolis militaron contra el establecimiento de un verdadero y eficiente sistema de gobierno. Lo mismo se puede decir en relación al Virreinato de Nueva España (México), que en teoría tenía jurisdicción sobre la Capitanía General de Guatemala (Centroamérica). La consecuencia de esta realidad fue el desarrollo del localismo con sus propios intereses, lealtades y celos, y surgieron varios centros administrativos autónomos y rivales como Santiago en Guatemala (después la Ciudad de Guatemala), León y Granada en Nicaragua, y Comayagua en Honduras. Las dificultades del transporte y de las comunicaciones, y una política imperial negligente, previnieron el establecimiento y el desarrollo de un sano comercio intrarregional, provocando un mayor aislamiento entre las provincias, particularmente de Costa Rica.


Rutas marítimas de España en las Américas en el S. XVI


Cambios en la pautas comerciales

En 1700 los Borbones accedieron al trono de España provocando la Guerra de Sucesión Española (1701-1713). Bajo los términos del tratado de Paz de Utrecht  y de otras estipulaciones ulteriores, el comercio colonial fue liberalizado hasta cierto punto. Los ingleses lograron legalizar parte de sus anteriores relaciones de contrabando, y desde 1744 se les permitió a las provincias centroamericanas el comercio directo, aunque limitado, con otras colonias hispanoamericanas como México y Perú.

El incremento relativo de las actividades comerciales permitió el surgimiento de un grupo fuerte de comerciantes criollos, sobre todo en Ciudad de Guatemala. En esa ciudad los comerciantes se aliaron con las familias latifundistas locales (también criollas), y para finales del siglo XVIII tenían ya su propio fuero --el Consulado--, que usaron como instrumento judicial, político y económico a su favor, lo que se resentía en el resto de las provincias.

A este punto la población mestiza estaba  creciendo en  las ciudades, los poblados y en el campo.  En los centros urbanos los mestizos llegaron a ser artesanos, pequeños comerciantes, profesionales, clérigos, maestros, empleados públicos menores, etc., aunque la mayoría  constituyó una multitud  desempleada.  En el campo se convirtieron en minifundistas y pequeños productores de índigo (añil) y cochinilla, granos básicos; y en peones de hacienda. A principios del siglo XIX la población mestiza y algunos negros representaban el 31.3 por ciento de la población, cuyo total alcanzaba el millón de habitantes; los indios representaban el 64.7 por ciento y eran predominantes en Guatemala;  y los criollos y los peninsulares representaban menos del 4 por ciento, siendo predominantes en Costa Rica (Luján Muñoz, 1972).

Hacia la independencia política

La dominación política y económica de España en Centroamérica tuvo como resultado el resentimiento de los criollos, mestizos e indígenas frente a las autoridades centrales, y la dominación de Guatemala en relación a las  provincias, que sufrían la discriminación de la capital y la explotación de sus comerciantes, provocó el resentimiento de éstas contra la Ciudad de Guatemala.  En términos relativos Guatemala, por medio de sus comerciantes, se había convertido en el centro financiero más grande e importante de la región.  Estos acumularon capital financiero y controlaron el comercio interprovincial y el precio de las mercancías. Este comercio estaba fuertemente tasado por las autoridades españolas en Guatemala, lo que afectaba aún más a los comerciantes de las demás  provincias.

Si a esta situación le agregamos la diseminación de las ideas liberales del siglo XVIII, el ejemplo de la independencia de los Estados Unidos de Norte América y de la Revolución Francesa, la invasión de las tropas de Napoleón y de la influencia liberal en España, y las guerras de independencia en América del Sur y México, podemos fácilmente explicar los alzamientos que se produjeron entre 1811 y 1814 en varias de las principales ciudades de la Capitanía General, como en San Salvador, León y Masaya. No fue entonces casual que las luchas por la independencia en Centroamérica fueran dirigidas por un reducido grupo de intelectuales al tanto de la situación local y de los acontecimientos internacionales.

Los hechos apenas enunciados dividieron en facciones políticas opuestas a los grupos sociales dominantes y a la clase media. Los liberales querían la independencia inmediata y las reformas de las estructuras que impedían su ascenso económico. Los conservadores se oponían a cualquier cambio sustancial que fuera más allá de la independencia. Los conservadores --los grandes comerciantes de Guatemala, los latifundistas, los burócratas peninsulares y el clero alto-- favorecieron la independencia puesto que no tuvieron alternativa y porque así convenía a sus intereses.

Después de las guerras exitosas por la independencia en el sur y en el norte de América Latina, de la secesión de la provincia de Chiapas, y de la amenaza de Agustín Iturbide, de México, de liberar por la fuerza las provincias centroamericanas, las autoridades civiles, militares, académicas y eclesiásticas, con los criollos más relevantes de la Ciudad de Guatemala proclamaron la independencia el 15 de septiembre de 1821. Con la Declaración de la Independencia los conservadores no buscaban más que la preservación del estado de cosas frente a las graves convulsiones del momento. La región no era importante para la metrópolis, y España, agotada por las guerras de independencia, no se opuso a la decisión, como lo había hecho en el resto del continente.

Los liberales estaban conformados básicamente por la clase media mestiza, criollos sin medios económicos y por intelectuales. En la situación coyuntural que se vivía, representaban las fuerzas del cambio social, político y económico en una región muy atrasada. Los liberales de la época trataron de asimilar e implementar las ideas nuevas que provenían de Europa y de los Estados Unidos.


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Vídeo sobre la Crisis del Orden Colonial