Los Tiempos Pasan
(Artículo
de opinión enviado a un diario nacional como seguimiento coyuntural a la
situación política en Nicaragua)
Abdelaziz
Bouteflika es el presidente de Argelia que desea ser reelecto para un quinto
período consecutivo. Es presidente desde 1999, tiene 82 años de edad y a la fecha se
encuentra internado en un hospital en Suiza por asuntos geriátricos o neurológicos,
no lo sabemos, es secreto de Estado, pero sabemos que tuvo un ictus cerebral en
el 2013 y que su enésima candidatura ya fue admitida por el consejo electoral.
En
el 2008 Bouteflika hizo reformar la constitución para que se permitiera la
reelección indefinida, la suya. El paralelo con el de aquí es evidente, aunque
el de allá no tuvo que pasar por una corte constitucional incondicional, ni
tiene una esposa –igualmente de la tercera edad– que le exija compartir el poder. No, el de allá fue directo a un legislativo que ya estaba a su servicio.
Independientemente de los méritos pasados de Bouteflika, los jóvenes se le están rebelando, y desde el 2013 después del ictus, se le ha visto en silla de ruedas en público, aunque sin hablar. Esto lo hace por interpósita persona, como por un vetusto general de 79 años de edad en servicio activo que lo apoya –los militares–, por haber sido una creación de ellos para salir de la guerra interna que finalizó en el 2002. Pero esos tiempos ya pasaron y Bouteflika se quedó.
Bouteflika
no quiere soltar el poder, aun si decenas de miles de jóvenes –y adultos– se
manifiestan contra su pretendida reelección después de 20 años como presidente,
solo que en aquellas latitudes no se habla de una conspiración del imperialismo
francés, del que Argelia se liberó finalmente en 1962 tras una guerra de independencia
que duró ocho años. Bouteflika sabe muy bien que no puede engañar a los
argelinos, de cultura milenaria. También Monimbó tiene una cultura milenaria,
precolombina y posterior, y no los engaña nadie, ni con la invocación a los
espíritus que ha hecho la pitonisa criolla.
Monimbó
El
tiempo pasa y la pareja de edad avanzada en el poder en Nicaragua no es apta para gobernar a las jóvenes
generaciones –más que a sus numerosos
hijos–, ni a sus propias generaciones que igualmente se les rebelan. Pero esos pretéritos en el poder no aceptan la rebelión, no obstante sea cívica, y
prefieren recurrir a la represión sin límites, a la desinformación y a la quimera
de conspiraciones externas para justificarse.
Lo
del diálogo en nuestro país es un eufemismo. La pareja no tiene intención
alguna de salir, ni en sillas de rueda aunque sus tiempos ya hayan pasado. La
pareja teme, en particular, aceptar garantes internacionales de los acuerdos a los
que se podría llegar, por aquello que también deberá aceptarlos cuando tenga
que acceder a que se celebren elecciones anticipadas, libres, justas,
transparentes y observadas nacional e internacionalmente.
Los Pretéritos de Nicaragua
Los
pretéritos en el poder son tercos hasta que dejan de serlo porque ya no están.
Nota: Este artículo, con diferencias, fue publicado el 11/03/2019 en La Prensa.
Nota: Este artículo, con diferencias, fue publicado el 11/03/2019 en La Prensa.