Los diablos
(Artículo sobre Nicaragua antes del coronavirus)
“Dejad toda esperanza vosotros que entráis”. (Dante
Alighieri, inscripción en la puerta del infierno).
Los diablos habitamos en el infierno. No debemos
preocuparnos por la condena adicional de la señora dueña de las deidades del
falso templo. Salimos a joder por nuestra voluntad, porque somos rebeldes
frente a la tiranía. Lo hacemos para diseminar la protección a los derechos de
las personas, la vida, la libre expresión, la protesta, la libertad de movilización,
la no detención arbitraria, la libre elección de quienes deben administrar el país
(no gobernarnos); derechos todos consignados en la gran ramera del régimen, la
Constitución Política.
Los diablos no existimos para regresar a
nuestra procedencia, no por un buen rato. Somos diablos a tiempo completo, para
eso hemos sido educados y formados, para rebelarnos a la opresión de la pareja
de paranoicos esquizofrénicos. Sus descendientes son ángeles según la pareja, los
que deberán sostener el reino para la eternidad después de su partida. Así se
profesa entre los ignaros, ésos que intuyen que la pareja caerá, pero que no
tienen más alternativa que seguir la corriente de los falsos profetas so pena
del destierro, perder el cargo, el dinero, y los privilegios.
Cuando estén frente a la puerta que dice “dejad
toda esperanza vosotros que entráis”, quizás llegarán a entender que hay
ofensas que no se perdonan y mucho menos se olvidan; y llorarán atravesando la
puerta. Serán las últimas lágrimas derramadas sobre la descendencia de los inocentes,
la de los nietos que dejarán atrás.
Para entonces será tarde. Aun así el virus no
va a entrar al reino según la sacerdotisa invocadora de sus deidades. Si entra
y se disemina el régimen se seguirá yendo al carajo (expresión de Hugo Chávez,
el Comandante Eterno). No habrá ingresos por turismo ni demanda de nuestras
exportaciones. Por eso la majadera marcha de expiación de los ignaros del
régimen y la estúpida recepción a los turistas de los cruceros, exponiendo a
niños y adolescentes a la contaminación pero no a los de ellos. ¡La
conservación del poder bien vale otros cuantos muertos! No los suyos.
Que se contaminen los padres, hijos y nietos
de los que deben favores a la pareja y que callen. Gracias Daniel, gracias
Rosario por esta contaminación siempre bendecida. Se acepta con humildad, y aunque
nos costará enterrar a los propios en sus nombres, lo haremos con alegría al
son de la marimba.
Dante Alighieri fue un genio, no como la
mediocre de aquí, pero los ignaros tienen que marchar a su orden. Y en la
puerta del infierno los que irán pasando seguirán leyendo la inscripción del
genio, “dejad toda esperanza vosotros que entráis”.