Los
sueños que soñamos
(Publicado originalmente en el diario
digital La Prensa de Nicaragua)
“Cuando despertó el Cid, la cara se
santiguó. Se signaba la cara, a Dios se encomendó. Estaba contento del sueño
que soñó.” (Cantar del Mío Cid, Canto 19, inicios del siglo XIII).
Al menos al Cid le fue bien con sus
sueños de liberarse de los opresores. En otros lados y circunstancias esos
sueños suelen ser pesadillas. Pero de la Caja de Pandora dicen que saldrá la
esperanza. Con ella habrá que soñar, y no solo soñar. El día deberá llegar,
aunque no se sabe ni el cuándo ni la hora como dice el texto, de lo contrario
seguirán siendo solo pesadillas.
Una cosa es segura. Allá donde hay purgas
se demuestra el pánico por la eventual sucesión, pensando quien sucederá al déspota,
que podrá seguir haciendo más de lo mismo. Quien lo sucederá por tanto se continuará
deshaciendo de los antiguos, por más méritos que tengan, para seguir con las
sustituciones con los suyos. Este fenómeno no es nuevo, y los siervos callan. Son individuos sin moral y sin escrúpulos que
siguen el dictado despótico, como si fuera la palabra de una deidad, pero del
mal.
Esa inconmensurable ambición de poder
no llevará más que a una mayor disrupción social por el fenómeno de los
destierros, la migración, la ausencia de nuevos puestos de trabajo, más migración y la separación de las familias. ¿A quién le interesan los antiguos profetas hoy en día? Son
irrelevantes. No somos el pueblo escogido, pero son relevantes para los judíos
que están luchando en la Franja de Gaza por su sobrevivencia. ¿Pero y el
antiguo profeta de los musulmanes? Según los palestinos ellos también luchan
por su sobrevivencia. Es un cuento de nunca acabar apoyado por potencias por
cada lado, pero ¿hay algún profeta entre los nuestros?
No es suficiente decir
que se requiere educación pública de calidad (no adoctrinamiento) para nivelar
las oportunidades de crecimiento personal y social; el egresado no encontraría
trabajo según sus estudios por más que la propaganda oficial diga lo contrario, menos
cuando centenares de universitarios y decenas de docentes han debido emigrar
por motivos ya conocidos, y no regresarán a un país política y económicamente
inviable. La demagogia populista de los que dicen que las universidades privadas
confiscadas son ahora del pueblo, es una falacia. Se financian con el
presupuesto nacional y por tanto son de todos, y jamás debieron haber sido
confiscadas, y no solo por motivos legales y académicos sino que morales.
Hablando de potencias, sería un grave
error de los países occidentales permitir que Rusia venza a Ucrania porque
Rusia no pararía ahí, solo aprovecharía cualquier debilidad en Europa o en los
Estados Unidos, o una distracción como la guerra contra los terroristas de Hamás
en Palestina, para seguir avanzando. Pregúntenle a los moldavos, polacos,
finlandeses, estonios, letonios, lituanos y georgianos, entre otros. Y otros
por ahí (ejércitos incluidos) se apegan a Rusia, China, Irán y Corea del Norte
contra la voluntad popular. Cuba y Venezuela no cuentan o muy poco. Al menos
Rusia y China son miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones
Unidas con derecho de veto, lo que representa un alivio sustantivo para los criminales
de lesa humanidad o para los criminales de guerra, por aquello que pueden
esquivar ser llevados a la Corte Penal Internacional, si sus países no son
suscriptores de la misma. Ni Cuba ni Venezuela ni Irán ni Corea del Norte
pueden hacer eso.
Y sobre la voluntad popular, qué se
puede decir además de que se monta una farsa electoral de tanto en tanto para
burlarla. Igual se está burlando la voluntad popular en Guatemala después de
las elecciones presidenciales pasadas, y en Venezuela después de las primarias.
Tanto en Guatemala como en Venezuela también han soltado a la jauría inhibidora
de candidatos y de partidos políticos. Es por el miedo de perder el poder y de
tener que pasar por la justicia imparcial.
Otro caso emblemático de ausencia del
respeto a la voluntad popular es la del grupo terrorista Hamás en la Franja de
Gaza, aunque el profeta Mahoma en el Corán haya mencionado que los fieles
inmolados durante una guerra santa (los musulmanes por supuesto), son
recompensados en el paraíso. Los de Hamás sin embargo obligan a los civiles a
actuar como escudos humanos cuando lo que quieren es que Hamás se vaya de la
Franja de Gaza, puesto que están ahí por imposición. Israel, al haberle declarado
la guerra a Hamás, debe cumplir con el Derecho Internacional Humanitario so
pena de cometer crímenes de guerra.
Igualmente, a los que persiguieron, combatieron,
exterminaron y confiscaron los bienes de los cátaros (albigenses) en Francia en
el siglo XIII, el papa Inocencio III les otorgó indulgencia por considerar herejes
(infieles), después de haberlos excomulgado. Antes los cátaros
habían sido declarados antema por el papa Lucio III. La misma historia de las indulgencias les
contaron los papas a los que fueron a combatir y morir en las distintas
cruzadas contra los seguidores del profeta Mahoma, en la tierra que también fue
de patriarcas y profetas judíos.
En otros lugares a los herejes les llaman golpistas y traidores, igual para perseguirlos, encarcelarlos, desterrarlos y confiscarlos. Quizás el sueño de la esperanza pronto rime con aquella canción que dice “la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida, ¡ay, Dios!”