Con
Hamás no puede haber paz en Palestina
(Publicado originalmente en el diario
digital La Prensa de Nicaragua)
Es un tanto difícil llevar el paso
sobre ciertos acontecimientos, aunque uno lo quisiera, porque cuando ya se
envió un artículo a este diario para publicación, suceden otras cosas, y como
ya explicado antes, no interactúo en red social alguna para no caer en la
trampa de la Ley Especial de Ciberdelitos. Mis reacciones por tanto son
tardías. Somos seres de este mundo y nos interesa lo que sucede en él, hasta
que alguno que otro loco vaya a colonizar otro planeta.
La historia bíblica cuenta que después
del diluvio y la saga de Noé, un tal Abraham escuchó la voz de una deidad que
lo escogió con su esposa Sara, su sobrino Lot, sus esclavos, sus rebaños y
camellos, para que se trasladase a una tierra distinta de la de Ur en Sumeria, donde
vivía como pastor seminómada. Es de suponer que esas tierras estaban ya saturadas
con ganado de distintas especies, y que habiendo en la región residuos de
nomadismo originario de la vecina Arabia, Abraham se fue a buscar nuevos pastos a Harán (Mesopotamia), más de un mil kilómetros al norte de la Ur de los caldeos, Harán era parada de caravanas de camellos por aquello del comercio entre Asiria, Siria y Egipto.
Siendo Abraham recién llegado en tierra de asirios con un nuevo Dios, imagino que no lo querían un gran qué, por lo que un tiempo después tuvo que marchar hacia la tierra prometida, y así llegó a Siquem, en la actual Cisjordania, otro paso de caravanas. Pero ahí no había nada de interés para él. Era tierra desértica y no se podía cultivar, aunque Abraham no era agricultor, sino que pastor. Se trasladó por tanto al delta del Nilo en Egipto con los suyos y sus rebaños. Siendo él de una etnia distinta, con distintas costumbres, una lengua quizás incompresible y otro Dios, los egipcios lo enviaron de regreso un tiempo después por donde había llegado (en la Biblia se cuenta algo distinto y muy extraño, que el faraón lo desterró porque hizo pasar a su esposa Sara por su hermana, la que el faraón tomó para sí, lo que al parecer enfadó al faraón por aquello del adulterio, aún si involuntario. Más bien parece que el faraón se enojó porque Abraham le mintió).
Abraham le hizo caso a su mujer no sé dónde, para que tuviera descendencia con otra porque ella, Sara, era estéril, y tenía como asistente personal a una joven que seguramente era una bella trigueña, Agar. De ella descienden los árabes, antes que los judíos que son hijos de un milagro, porque Sara ovuló y tuvo descendencia con el viejito de Abraham. Yahvé, la deidad de este recuento, es por tanto el responsable originario de la interminable guerra entre los árabes (los anteriores) y los judíos (los posteriores).
Seguiré diciendo judíos aunque sé que
no siempre fueron llamados así. Por ende, para los propósitos de este escrito,
hebreros, israelíes e israelitas son todos judíos (sin ofender). Los judíos
bíblicos provienen de la esclavitud en Egipto por aquello que los descendientes
de Abraham y Sara se habían ido de nuevo a Egipto por la hambruna en la tierra
prometida. En Egipto estuvieron algo así como cuatrocientos años. De ahí la
épica de Moisés y los pecados de los judíos, por lo que fueron obligados al
nomadismo por cuatro décadas en el desierto al sur de la tierra prometida, a la
que solo entraron conquistando y desplazando a los semitas que la habitaban, es
decir a los descendientes de Ismael, el hijo de Abraham y Agar.
Del norte de Canaán (reino de Israel)
los asirios se llevaron a los judíos como esclavos y no regresaron. A los del
sur (reino de Judá) se los llevaron los babilonios. Los judíos han sido más
esclavos que libres en el transcurso de su historia, y los romanos destruyeron
Jerusalén y el templo después del regreso de los judíos de Babilonia gracias a Ciro el Grande,
el emperador persa que quería aliados en un territorio tapón entre Persia y Egipto. Los
judíos entonces se dispersaron por el mundo a vivir en guetos (juderías), por
aquello de la discriminación, en particular en Europa; y los alemanes nazis intentaron
aniquilarlos a todos.
Miles de años atrás, después de que
Noé y los suyos encallaron con el arca en el monte Ararat en Turquía, pudieron
haber solicitado la nacionalidad turca por desplazados, pero no había oficiales
de inmigración. Todos estaban muertos ahogados por el diluvio universal. ¿Y
qué fue lo primero que hizo Noé cuando bajó del arca según el relato? Plantar
un viñedo para hacer vino y embriagarse. Talvez todos somo turcos de nacionalidad por aquello del jus soli.
Divertido todo esto, ¿no es así? Pero
las muertes violentas no lo son. Después de la Primera Guerra Mundial Inglaterra
y Francia se dividieron los despojos de un ya decadente Imperio turco otomano.
Los ingleses (Imperio británico u hoy Reino Unido) se quedaron con la llamada
Palestina entre otros territorios, y después de la Segunda Guerra Mundial, los europeos,
y en particular el Reino Unido, se pusieron de acuerdo con los Estados Unidos
para deshacerse de los judíos sobrevivientes de la persecución y del Holocausto,
y les inventaron un Estado en Palestina por medio de la entonces incipiente
Naciones Unidas (1947). Banqueros judíos habían financiado al Reino Unido en la Segunda Guerra a cambio de un Estado judío, de donde habían sido
desalojados por los romanos en el año 70 d.C., es decir hacía mil ochocientos
setenta y siete años. Ese es el verdadero origen de las guerras entre los
descendentes de Abraham y Agar, y los de Abraham y Sara. Una estaca de potencias
occidentales clavada en el corazón de los árabes musulmanes sunitas y de los
persas musulmanes chiitas.
Que conste que condeno todo acto de
terrorismo independientemente de donde provenga, en particular si es producto
del fanatismo religioso. A Hamás y sus similares lo único que les interesa es
destruir a los judíos para reapropiarse de toda la Palestina que conocemos, y por
eso los provocan, pero además desean la muerte de todos los infieles, es decir los
cristianos allá donde se encuentren, y por eso los infiltran en Europa y en los
Estados Unidos, e incluso en algunos países de América Latina.
Soy simpatizante de la causa de la nación Palestina, la pacífica. De hecho, desde el jardín donde vivo veo ondear la bandera de la Embajada de Palestina. El Estado de Israel igual tiene derecho a existir, pero no a colonizar territorios de los tiempos de David y Salomón. Esa es historia antigua, o quizás solo un invento de otra nación que ha deseado su puesto bajo el sol. Toda guerra es un negocio para alguien y no va a parar. De la guerra rusa contra Ucrania ya no se habla.
P.S.: Cada lector puede hacer su propia investigación. Somos mayorcirtos, y sabemos sobre la verdad y la mentira.