Translate

15 de marzo de 2024

Para leer entre líneas

 

Para leer entre líneas

(Publicado originalmente en el diario digital de Nicaragua La Prensa)

 

“Deberíamos crear una cátedra para enseñar a leer entre líneas.” (Leon Bloy, polemista católico francés, 1846-1917). 

Agustín de Hipona en el siglo V tuvo acceso a textos de filósofos neoplatónicos, pero no a los de Aristóteles, porque habían dejado de circular. Estos últimos fueron recuperados posteriormente por los árabes musulmanes, quienes los comentaron, los tradujeron del griego al árabe y luego al latín en la escuela de traductores de Toledo, España. Esos y otros textos de la Grecia clásica ya se conocían en Bagdad, traducidos del griego al árabe y depositados en la mayor biblioteca del conocimiento de entonces, destruida por los mongoles en el siglo XIII. 

Roma estaba en decadencia desde antes del siglo V, y el papado con sus obispos se erigían como los sucesores del imperio de occidente. De hecho, el Imperio romano de occidente colapsó oficial y definitivamente en el tercer cuarto del siglo V. Todo esto fue comprendido por el patriarca de Constantinopla, capital del Imperio romano de oriente (Bizancio), quien rivalizaba con el papa de Roma, hasta que se excomulgaron recíprocamente en el 1054. 

Las llamadas herejías cristianas comenzaron a manifestarse desde antes de los escritos de Pablo de Tarso sobre las enseñanzas de Jesús, sin haber sido su discípulo, y de los distintos evangelios conocidos, incluyendo los apócrifos. Siendo Pablo un judío fariseo, persiguió a los seguidores de Jesús por herejes, lo que era y sigue siendo cierto para los judíos ortodoxos. Fue hasta el 325 que el emperador romano Constantino obligó a los obispos a ponerse de acuerdo en una religión –una religión, una ley, un rey–, y hacia finales del siglo IV los de la ortodoxia cristiana comenzaron a perseguir a paganos y a herejes.   

Agustín de Hipona fue inicialmente un hedonista que se convirtió al maniqueísmo, una herejía sincrética (¿les suena?), y después al catolicismo luego de haber conocido a Ambrosio, obispo de Milán, entonces el obispo más poderoso de occidente después del papa. Agustín, siendo obispo de Hipona –norte de África–, teorizó contra el paganismo y las herejías de la época en su Ciudad de Dios, con posterioridad al saqueo de Roma por los visigodos en el 410, incluyendo al maniqueísmo que antes había profesado. El asunto de los judíos de la diáspora europea es de particular interés, porque la discriminación hacia ellos por el antiguo supuesto de haber matado a Jesús, había llevado a su persecución. 



Agustín concluyó que la ciudad de Dios era distinta y superior a la de los hombres, es decir espiritual y mística, de lo que se derivó muy posteriormente la separación de la Iglesia del Estado, después de las pugnas por la supremacía temporal. El mismo Ambrosio de Milán había expresado a finales del siglo IV, que el poder temporal del papa era superior al de los príncipes. Con la Reforma Protestante del siglo XVI, príncipes y reyes del centro y del norte de Europa se le rebelaron al papado; antes se habían rebelado los emperadores del Sacro Romano Imperio por la supremacía en los nombramientos de cargos eclesiásticos, es decir, por el poder absoluto y por las rentas de la tierra. Actualmente los nombramientos eclesiásticos en China deben ser aprobados por el partido en el poder. Al parecer en Nicaragua está sucediendo algo similar. 

Putin, el ex KGB soviético, ahora es aliado del patriarca de Moscú, después que Lenin y sus sucesores se fueron contra la Iglesia cristiana ortodoxa y la religión según el manual marxista leninista. Putin regresó de manera oportunista a la relación Estado-Iglesia del tiempo de los zares, porque muchos rusos son creyentes, y porque la Iglesia ortodoxa rusa es símbolo de identidad y fuente de legitimidad. 

Putin mintió descaradamente y manipuló a Tucker Carlson en la entrevista que éste le hizo cierto tiempo atrás. Mintió sobre los orígenes del Principado de Moscú, de la Iglesia ortodoxa rusa y de la Rusia soviética. Kiev fue primero y mucho tiempo después Moscú, no a la inversa, y la URSS surgió por la asistencia de Alemania a Lenin. Y Putin siguió mintiendo cuando dijo que el colapso de la URSS fue por los errores de los líderes de entonces, sin referirse al fracaso del socialismo marxista leninista; y responsabilizó a Ucrania y a los Estados Unidos de la guerra, esa brutal destrucción de una nación entera para rusificarla a lo Stalin, igual que responsabilizó a los Estados Unidos por el levantamiento de los chechenos musulmanes del Cáucaso contra Moscú, en 1994 y en 1999 por su independencia. Absurdo, y eso que pienso que no ha habido ni hay imperio bueno, solo unos peores que otros.   

No mencionó Putin sin embargo que fueron los Estados Unidos los que le enviaron a Stalin armas, avituallamiento y financiamiento para repeler la invasión nazi en la Segunda Guerra Mundial, ni que Stalin se opuso a que los países europeos bajo su dominio –al finalizar la guerra–, se adhirieran al Plan Marshall para la reconstrucción de Europa, financiado enteramente por los Estados Unidos. Tampoco hizo referencia Putin a los levantamientos contra la opresión soviética en Alemania Oriental y Polonia en 1953, Hungría en 1956 y Checoslovaquia en 1968, todos reprimidos salvajemente por el ejército ruso con sus tanques. Ni dijo Putin que la OTAN (creada en 1949) no intervino en ninguna de esas brutales represiones contra esos pueblos que deseaban su libertad, porque la OTAN –léase los Estados Unidos–, respetó el área de influencia de la URSS en Europa pactada con anterioridad. 

Pero Putin sí dijo, mintiendo de nuevo, que la guerra en Ucrania es producto de un golpe de Estado en el 2014 –el levantamiento popular del Euromaidán– promovido por los Estados Unidos. ¿Suena conocido? Pienso que Carlson estaba tratando de elevar su perfil profesional, independientemente del futuro de Donald Trump. Si me equivoco lo acepto. Hoy Putin sigue eliminando a sus rivales, como lo hicieron zares y bolcheviques de la URSS en su momento. Nada nuevo, y otros siguen ese ejemplo. Entre déspotas se entienden, y no tienen ni moral ni escrúpulos para aliarse entre sí, acusando a los Estados Unidos de agresores y a Israel de genocida.      

Fue hasta la declaración Nostra Aetate (Nuestro Tiempo), aprobada en 1965 como documento del Concilio Vaticano II, que la Iglesia católica, con algunas reticencias –votos en contra–, estableció las bases de las relaciones de los católicos con los judíos, budistas, hindúes, musulmanes y demás creyentes de otras religiones no cristianas. “Por consiguiente, exhorta a sus hijos a que, con prudencia y caridad, mediante el diálogo y colaboración con los adeptos de otras religiones, dando testimonio de fe y vida cristiana, reconozcan, guarden y promuevan aquellos bienes espirituales y morales, así como los valores socio-culturales que en ellos existen”. 

Desde entonces la Iglesia católica ha seguido siendo un ejemplo de tolerancia frente a cualquier otra religión, pero en algunos países se le persigue para tratar de dominarla y callar su prédica en pro de la libertad y la dignidad humana. “Tenme piedad que estoy sin fuerzas, sáname Yahvé, que mis huesos están desmoronados, desmoronada totalmente mi alma, y tú, Yahvé, ¿hasta cuándo?” (Salmo 6, 3). 

No se puede haber sido idiota y serlo todavía. (Leon Bloy, el mismo del inicio). 

P.S.: Como el lector habrá notado, estos cuentos tienen sus propios tiempos.