Que la saga
continúe
(Publicado originalmente
en el diario digital de Nicaragua La Prensa)
Mi agradecimiento al amable lector que abrió las ventanas para ver el infinito.
Ahora el cuento. “Anoche cuando estuvimos juntos, te amé. Comprendí tu confusión y tus dudas, traté de aclararte fue tan solo una intención. La verdad es que es difícil juzgar, por las cambiantes condiciones que se presentan en vos.” (Noviembre de 1974).
“No me
comprendés a mí realmente”, dijo ella tiempo después, y él guardó silencio. “¿Y
vos quién sos verdaderamente?”, insistió ella. “Soy un errante”, respondió él. “No
me comprendés a mí entonces”, concluyó ella. (Diálogo real). “Y la vida es
misterio, la luz ciega, y la verdad inaccesible asombra; la adusta perfección
jamás se entrega, y el secreto ideal duerme en la sombra”. (Rubén Darío).
Ya he dicho, paciente
lector, que estos cuentos son solo eso, cuentos que nos permiten el auto descubrimiento,
rechazando la represión con la que se pretende desterrar el discernimiento. En estos
cuentos, por tanto, hay ficción y visos de realidad. Así se puede ir tomando
mayor conciencia de nuestro presente, no del efímero ahora, que no se ha
terminado de decir la “a” de ahora, cuando el ahora ya se fue.
Me refiero al
presente como concepto dinámico del tiempo, o lo que es mejor, a un concepto
dinámico de uno mismo en el tiempo, que nos lleva a concluir que estamos aquí,
sabiendo de dónde venimos (la dictadura) y hacia dónde vamos (la democracia). Quien
se quedó, allá él, quien no, en hora buena, pero no se pretenda hoy no haber
sido lo que se fue ayer. Sin una expiación de responsabilidades no tendrán
credibilidad, menos hoy que se acabó el reparto de dineros provenientes de la
USAID, por lo que se agudizará la competencia por otros recursos.
“Cristo vino a
Alemania a través de Adolfo Hitler”, dijeron muchos cristianos, interpretando los
deseos y aspiraciones del pueblo alemán después de la derrota en la Primera
Guerra Mundial, las humillaciones de las condiciones impuestas por las
potencias vencedoras, y la gran depresión económica que siguió. Ese fue el Hitler
de los inicios del movimiento nazi, disfrazado de democrático. Cuando Dietrich Bonhoeffer,
pastor y teólogo evangélico, comprendió el monstruo que realmente era Hitler, se
opuso activamente al régimen y a su propaganda. Bonhoeffer fue perseguido,
encarcelado y ejecutado en un campo de concentración, como tantos otros, poco
antes del fin de la Segunda Guerra, dejando la obra: Resistencia y sumisión.
No fue sumisión ante el régimen nazi la que predicó el pastor cristiano Bonhoeffer, sino que la resistencia al mismo. Sumisión es someterse y adaptarse a los agravios del poder, y aceptar la persecución y exterminio (de entonces) de los judíos y otras etnias, confiando en la justicia divina. Los judíos fueron los chivos expiatorios de la consolidación del poder absoluto de Hitler. Eran el “enemigo” interno que conspiraba contra nación (aria) alemana
Trump, a su
manera, en los Estados Unidos está persiguiendo y expulsando a los hispanoamericanos
del territorio, propagandizados como los enemigos de la sociedad. Sabe muy bien
Trump que la demografía en su país ha tomado un giro desfavorable para los
blancos, que han dejado de nacer, cuando los hispanos no han dejado de crecer. Si
los hispanos ya son la minoría étnica más grande en los Estados Unidos según la
Oficina del Censo, para el 2042 los blancos estarán en minoría frente a los
hispanos, negros, asiáticos, medio orientales y amerindios. Piense usted,
estimado lector, lo que esto significa para la política (partidos y elecciones)
en los Estados Unidos, particularmente cuando Trump tiene evidentes
inclinaciones autoritarias, populistas y quizás reeleccionistas, como se desprende
de su política interna y exterior.
Viniendo de lo general a lo particular, en el caso de un país más cercano, la persecución, encarcelamiento, expulsión y confiscación de bienes de personas y organismos de la sociedad civil y religiosa, la salida del gobierno de organismos intergubernamentales –regionales y mundiales– por resultarles incómodos por decir la verdad, y la perversión de todo el andamiaje jurídico y político del Estado, todo con el único fin de consolidar el poder dinástico omnímodo, ¿qué vendrá ahora con la proliferación de los sumisos, de los arrastrados? Más estupidez y más maldad supongo.
La estupidez se refiere a la estrechez mental, al estúpido que tiene un solo punto de vista, el suyo. En cambio “malvados son aquellos que obtienen beneficios a expensas de los demás. Son perversos, mal inclinados, puesto que su comportamiento perjudica a otras personas y socavan el bienestar individual y colectivo a fin de favorecer sus propios intereses. Sus decisiones y acciones se apartan de lo lícito y honesto.” (Carlo M.Cipolla).
Tiempo atrás pensé, en mis tiempos de juventud, y por tanto del idealismo, del romanticismo y de la propia ignorancia, que con un liderazgo político ilustrado pudimos haber sido conducidos a una república democrática (sostenible), como sistema de gobierno. En otro cuento explicaré cómo llegué a esta conclusión y por qué. Por esta razón a estos cuentos les llamo saga, porque hay continuidad y concatenación de ideas, conceptos, hechos históricos o personales, aspiraciones y voluntad de futuro. En particular es una saga porque el narrador es el mismo.
Curioso, cuando Biden el demócrata fue presidente de los Estados Unidos, desde aquí decían barbaridades sobre el imperialismo yanqui. Ahora con Trump, el republicano, que está demostrando ser un elefante en la tienda de cristales para imponer su dominio, aquí callan. Quizás haya temor de que el elefante vuelva la vista y se dirija hacia acá. “Tengo un ardor que corre por mis venas, un severo virus que quema mi piel. No ha sido mi intención herir a nadie. Talvez algún día creerás en mí”. (En Miss You, Hate You, de Joe Bonamassa).