Argelia y Nicaragua
(Artículo de opinión de seguimiento al inmediato anterior)
Hace unos días se publicó en este diario [La
Prensa] un artículo propio titulado Los
Tiempos Pasan, sobre el presidente de Argelia, de 82 años de edad, quien se
encuentra en silla de ruedas y sin hablar en público desde el 2013,
debido a un derrame cerebral.
Abdelaziz Bouteflika es ese presidente que
ha pretendido un quinto mandato consecutivo en las elecciones del próximo 18 de
abril, hasta que estando internado en un hospital en Ginebra, recibió la
noticia de levantamientos populares espontáneos –autoconvocados– contra su
cuarta reelección –el detonante. Primero fueron docenas de miles los
manifestantes, después centenares de miles y después millones.
Bouteflika envió un mensaje
desconcertante a la nación por medio de uno de sus secretarios, diciendo que de
ser reelecto convocaría a nuevas elecciones en el término de un año en las que
él no sería candidato. El jefe del ejército por su parte, quien habla en
público por el presidente, preguntó a los argelinos si deseaban regresar a los
años del dolor, refiriéndose a la cruenta guerra civil contra los islamistas que duró diez años y que
concluyó en el 2002. ¿Suena similar al discurso de Ortega en Nicaragua?
Bouteflika tuvo que retornar a Argelia
de urgencia, sustituyó al primer ministro pretendiendo aplacar a los
manifestantes, y el jefe del ejército cambió su discurso diciendo entre otras cosas que el
ejército y el pueblo son lo mismo porque el ejército viene del pueblo.
De hecho los mandos históricos del
ejército y las fuerzas de policía provienen del Frente de Liberación Nacional
(FLN), artífice de la guerra de independencia (1954-1962) contra el dominio
francés, otra similitud con lo de aquí en Nicaragua, con la salvedad que allá ni la policía
ni el ejército han salido a las calles a reprimir brutalmente al pueblo, menos
aún se han constituido fuerzas paramilitares asesinas afines al régimen.
Bouteflika fue respetado por los
argelinos hasta hace poco. Se integró a la lucha del FLN a los 19 años de edad,
y siendo presidente durante los levantamientos contra las dictaduras en los
países vecinos en el 2011 –la primavera árabe–, Argelia permaneció
relativamente calma.
Bouteflika perdió no solo el apoyo de los argelinos sino que también el del jefe del ejército, quien pretendió ganar tiempo mientras encontraba una solución al
estado de efervescencia en el país sin recurrir a la represión, y antes que el
país se desestabilizase por completo. Bouteflika tuvo que acceder a no ser
candidato a la reelección, pero pretendió que se pospusiesen los comicios y
quedarse en la presidencia hasta que tener un sucesor. Los argelinos, sin
embargo solo querían que Bouteflika se fuera, y se fue.
Aquí la pareja en el poder, amiga de
Bouteflika según El 19 Digital, continúa reprimiendo ferozmente las manifestaciones en su
contra por medio de la policía orteguista y paramilitares, y pretende ganar tiempo con el diálogo para no negociar su salida. El
precio a pagar por todos por su terquedad no les interesa, como en Venezuela.
La represión en Nicaragua continúa
Nota: Una variante de este artículo fue publicado el 8 de abril de 2019 en el diario La Prensa con el nombre Daniel, Rosario y Bouteflika.