Una Pareja, su Séquito y la Cuarentena
(Artículo
de opinión en función de la coyuntura en Nicaragua)
Entre tanta tragedia nuestra, afortunadamente
emergen dentro y fuera del país voces sensatas y valientes que denuncian
activamente la barbarie ejercida por los Ortega-Murillo, y su séquito de
cómplices, para mantenerse en el poder. Esa denuncia debe continuar. Debe continuar
igualmente el repudio a los comprometidos con el régimen con el fin de mantenerlos
segregados entre ellos mismos, aislados en su ostracismo, en cuarentena.
Vergüenza no sentirán, al menos en
apariencia, pero Nicaragua ya está dividida invariablemente, siendo la inmensa mayoría la que denuncia el desgobierno del dúo que prostituye las instituciones
del Estado para aferrarse al poder, como cualquiera pareja de proxenetas.
Algunos del séquito pretenden reciclarse –lavar
la imagen– para proteger a su descendencia y los activos acumulados al amparo
del poder y de la represión cuando caiga el régimen. Solo con la disociación
pública activa ahora, no cuando el dúo vaya de salida, podrán tener una
oportunidad de reivindicarse sabiendo que serían tildados de traidores por el
aparato represivo que contribuyeron a crear. La cuarentena esta vez vendría de ellos
mismos, pero les valdría la pena.
A la pareja y a su séquito el aislamiento los
podrá tener sin cuidado mientras tengan fuerzas represivas a su lado, pero ¿y
después? En Zimbabue Robert Mugabe recurrió a una brutal represión para no
soltar el poder luego de décadas en el mismo; y por no importarle las
consecuencias de la violencia desatada ni la destrucción económica del país, pasó
de héroe a villano en poco tiempo. Quiso imponer a su esposa como
vicepresidente para que se hiciera con el gobierno después de su fallecimiento.
No lo logró. Tanto Mugabe como su esposa Grace fueron expulsados del poder en
noviembre de 2017 por su propio partido y por el ejército, avalado por el
Parlamento. Salvaron a la nación.
En Zimbabue, igual que aquí, Mugabe y su
esposa estaban sustituyendo en el partido y en el ejército a los combatientes
históricos de la guerra de independencia y contra la supremacía blanca. Aun
así allá prevaleció el sentido común, la necesidad de restaurar la economía, y el
imperativo de deshacerse de las sanciones internacionales y del aislamiento
impuesto por la terquedad de la pareja, señalada por organismos nacionales e
internacionales de violar sistemáticamente los derechos humanos y de cometer
crímenes contra la humanidad.
Hoy se encuentra reunido el Consejo de
Derechos Humanos de la ONU. Se hablará de Nicaragua, y ojalá que en el país prevalezca
la sensatez para que en vez de seguir el ejemplo de Zimbabue, lo que queda del
partido histórico y del ejército le digan a la pareja que es tiempo de irse.
Nicaragua ya es un campo de concentración, no la hagan caer además en una cuarentena internacional. No sería bueno ni para ustedes.
Nota: el artículo fue publicado en el diario La Prensa el 12 de septiembre de 2018.
Nota: el artículo fue publicado en el diario La Prensa el 12 de septiembre de 2018.