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26 de enero de 2015

Desunión Regional III


Humberto Carrión
(Doctor en Derecho, LL.M.)


CAUSAS HISTÓRICAS DE LA DESUNIÓN EN CENTROAMÉRCIADESDE LA CONQUISTA HASTA MEDIADOS DEL SIGLO XXPARTE III


LAS LUCHAS POLÍTICAS DESPUÉS DE LA INDEPENDENCIA



Rutas marítimas de España en las Américas
 S. XVIII - XIX
  

Las vicisitudes de la independencia y la anarquía que siguió

La declaración de independencia del 15 de septiembre de 1821 no cambió nada en Centroamérica, excepto la independencia política de España. Las autoridades continuaron siendo las mismas, incluyendo a los peninsulares. Dos meses después de la Declaración de Independencia, Agustín Iturbide, de México, le envió a la Junta Provisional de Guatemala una oferta de anexión a su país y tropas a la frontera para respaldarla. El Congreso que decidiría el futuro de la ex Capitanía General no se había constituido, y la anexión fue declarada en Guatemala el 5 de enero de 1822,  para ser disuelta el año siguiente cuando los liberales y las tropas republicanas en México derrocaron al Emperador Agustín I.  

Congreso Centroamericano fue convocado con un representante por cada 15 mil habitantes electos en conformidad con las disposiciones de la Constitución de Cádiz. Los representantes de Guatemala obtuvieron más del 50 por ciento de los votos en el Congreso y éste se organizó como Asamblea Constituyente el 24 de junio de 1823. El 1º de julio la Asamblea decretó la independencia de la región de toda dominación extranjera, y 16 meses después promulgó la Constitución de la República Federal de Centroamérica. Este instrumento fue el resultado de un compromiso entre liberales y conservadores y entre la Ciudad de Guatemala y las ex provincias, con la intención de reconciliar distintas aspiraciones económicas y políticas. La asamblea constituyente cerró sus sesiones en enero de 1825; en febrero se constituyó el primer congreso federal en la Ciudad de Guatemala (no se creó un distrito federal); y en abril los partidos políticos acordaron elegir a Manual José Arce como el primer presidente de la Federación.

Poco después los liberales y los representantes de las ex provincias acusaron a Arce de ser aliado de los conservadores de Guatemala. Para los gobiernos liberales de Honduras, El Salvador y la misma Guatemala --distinto del gobierno federal--, esto significaba que los conservadores de la capital tenían la intención de gobernar la vida política y social de la región como lo habían hecho durante la colonia. La guerra civil estalló en marzo de 1827, y exceptuando Costa Rica, el fenómeno del localismo en los nuevos estados dió origen a una pugna por la supremacía entre las ciudades principales. En otros casos la pugna se refirió a un conflicto de intereses entre los grupos sociales que integraban los dos partidos políticos.

La oligarquía de Guatemala y de los nuevos estados quisieron consolidar su propia posición económica y política con la independencia, pero los anteriores funcionarios españoles, el clero alto y la minoría criolla no estuvieron en grado de organizar el estado. Los liberales tampoco pudieron organizar establemente la federación alrededor de las nuevas instituciones. La anarquía que siguió tuvo como origen la ausencia de una economía fuerte y extensa puesto que durante la colonia no se había creado una estructura económica sólida, ni habían surgido grupos sociales con intereses económicos compartidos que aseguraran la estabilidad política.

Un tiempo después del estallido de la guerra civil los conservadores controlaron el gobierno federal y los estados de Guatemala y Honduras. En abril de 1829 fueron retomados por lo liberales, y en 1830 Francisco Morazán se erigió en presidente de la federación, inaugurando un régimen que tenía como objetivo la erradicación de las instituciones coloniales. La reacción de la oligarquía guatemalteca y de la Iglesia se sintió en 1837 cuando la insurrección de Rafael Carrera estimuló a los conservadores en toda la región para desafiar con impunidad al gobierno federal. Debido a la situación caótica en Guatemala, y porque Nicaragua y Honduras estaban de nuevo en manos de los conservadores, el Congreso Federal --en El Salvador desde 1834-- decretó, en mayo de 1838, que los estados quedaban libres de organizarse como consideraran conveniente, salvando la forma republicana de gobierno.

Después de la disolución de la federación tropas de Honduras y Nicaragua invadieron El Salvador, controlado por los liberales, pero fue Carrera, que había ocupado la Ciudad de Guatemala en abril de 1839, quien derrotó a Morazán definitivamente en el mes de marzo de 1840. El resultado fue la restauración del orden colonial en la región durante 30 años, con la supervisión de Carrera. El reducido número de comerciantes tradicionales y latifundistas crearon nuevamente un obstáculo al desarrollo de un sistema económico dinámico, y los gobiernos se inclinaron hacia el autoritarismo recurriendo en toda su extensión a la figura del caudillo.

El caudillo era un líder de cualquier facción política que luchaba por el poder en base a su personalidad. Cuando conquistaba el gobierno llenaba la administración pública con sus seguidores, y persistía en él hasta que la oposición lo echaba a balazos. En algunos casos, por "razones de seguridad", los caudillos fuertes intervenían en los asuntos internos de los países vecinos para instalar o mantener en el poder a gobiernos amigos. Así se evitaban las conspiraciones desde el exterior de opositores y exiliados.

Un paréntesis obligado sobre Nicaragua

En Nicaragua los acontecimientos tomaron un rumbo un tanto diferente por la rivalidad permanente y bizarra entre León y Granada donde la oligarquía de cada ciudad se identificó a muerte con un partido. Los liberales y los conservadores crearon núcleos locales y zonales de poder económico y social contrapuestos --liberales en León y sus aliados, y conservadores en Granada y sus aliados-- sin que el uno pudiese imponerse definitivamente sobre el otro. La enésima guerra civil que comenzó en 1854 y que terminó en 1857 con la guerra contra William Walker tuvo como consecuencias el desgaste de la nación, el desprestigio y la debilidad política de los liberales --por haber traído a los filibusteros--, el gobierno de Tomás Martínez por 10 años , y los llamados 30 años conservadores

Un historiador nicaragüense nos relata que "Martínez recibió el país incendiado, robado, salpicado de sangre y desmoralizado por la anarquía de más de treinta años, y últimamente por la destructora mano del filibusterismo. Sin crédito en el exterior, sin buenas relaciones con los gobiernos [vecinos]; abrumado de reclamos, amagado de expediciones vandálicas, sin rentas, sin constitución, sin leyes análogas [a la de otros países de la región], sin caminos, más que estrechas y peligrosas sendas, y en fin, sin comercio y sin agricultura" (Jerónimo Pérez, 1928). 

En este cuadro desolador se enmarca el primer intento de nuestra historia republicana de reconciliar la nación, con la creación y respeto de leyes e instituciones. Tomás Martínez se había distinguido como jefe militar al lado de las fuerzas conservadoras, e igualmente se distinguió como jefe del gobierno, nombrando a sus ministros y escogiendo a sus asesores por su visión, capacidad, integridad y deseos de contribuir con el bien del país. Ese gobierno fue tolerado --no había alternativa-- por los liberales de Máximo Jerez hasta 1863, cuando éste se levantó en armas con la atávica intención de desalojar del gobierno al equipo contrario. Jerez no tuvo éxito en su empresa; le correspondió a José Santos Zelaya, 30 años más tarde, comenzar la revolución liberal con un desfase de 15 años en relación con El Salvador, 20  en relación con Guatemala y 40 con México. Esa era en Nicaragua la izquierda de la época --reformadores--, y con la intención de modernizar el país y desarrollar mejor sus recursos naturales actuaron en conformidad con nuestro modo de ser, interpretando y representando a su modo la experiencia traumática de la nación.




Costa Rica, un modelo diferente de desarrollo

La historia de Costa Rica es distinta. Hubo desigualdades sociales durante la colonia, pero un sistema de latifundios no se desarrolló por la escasés de fuerza de trabajo nativa. Además, e igualmente importante, con posterioridad a la independencia el ayuntamiento de San José ordenó la distribución de tierras gratuitamente o a precios bajos a quienes no tenían.

El localismo y las diferencias políticas no eran intensas en ese país y se mantuvo relativamente pacífico. Estando en el extremo sur de la región, su política exterior se caracterizó por mantenerse aislada del resto de los estados centroamericanos para evitar su turbulencia.  Hacia los 1840 la administración de Braulio Carrillo, buscando un producto de exportación rentable para reorganizar la economía de la nación, promovió el cultivo del café, continuando con la práctica de distribución de la tierra en términos concesionales, y proveyendo financiamiento por medio del capital inglés.

Estos procedimientos fueron repetidos por las administraciones que siguieron, y los productores y comerciantes más grandes consolidaron su poder político en pocas décadas. La demanda del café en Inglaterra y en el mercado británico permitió que los productores se unieran y que organizaran el estado en favor de la producción y exportación de esa mercancía.

Como adición al régimen de tenencia de la tierra en Costa Rica, que permitió la existencia de una extensa y vigorosa clase media rural, las fincas eran trabajadas por sus propietarios, sus familiares y por trabajadores totalmente asalariados. Eso fue una consecuencia de la escasa población y de su homogeneidad étnica. Según José Luis Vega, el resultado del sistema de producción y de comercialización del café fue la creación de un capitalismo agrario vinculado al mercado internacional a través de Inglaterra, y dominado por un grupo de productores y exportadores, quienes sin embargo sentaron las bases de la modernización y de la democratización del país.


La diplomacia de Inglaterra y de los Estados Unidos en el área

El vacío dejado por España en Centroamérica desde 1821 fue llenado rápida y agresivamente por la diplomacia inglesa, interesada en los recursos naturales del área y en su posición geográfica --el canal interoceánico. En 1824 el Congreso Federal autorizó un empréstito con la Barclay, Herring, Richardson & Co. de Londres para sufragar los gastos de la administración federal. Poco después el gobierno no estuvo en grado de pagar los intereses ni el capital, y cuando la federación se disolvió, cada estado por separado asumió una parte de la deuda. Esta y otras deudas contraídas con Inglaterra aseguraron la influencia económica británica en la región. 

Paradójicamente, de 1840 en adelante la expansión de la industria textil inglesa y la demanda por los colorantes naturales permitió la restauración del régimen económico colonial --de los latifundistas y comerciantes tradicionales-- en Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua. La cochinilla (colorante rojo de origen animal) fue el vehículo que permitió la restauración en Guatemala, y el índigo (colorante azul de origen vegetal) en El Salvador. En Honduras y Nicaragua fue la ganadería, que se exportaba a los países productores de los colorantes para alimentar a su población, ya que tanto la hacienda como muchos indios y mestizos minifundistas se dedicaron a producirlos. Las cosechas eran vendidas a los propietarios de haciendas que también producían la materia prima, la procesaban y a su vez la revendían a los comerciantes de las ciudades. En fin, estos últimos le vendían el producto a los compradores ingleses, regulaban el precio y le otorgaban crédito a los productores.

Como los comerciantes centroamericanos no eran propietarios de líneas navieras, casi toda la exportación de los colorantes se hacía por Belice vía Guatemala. El puerto de Belice --inglés-- fue el único considerable para el comercio exterior hasta mediados del siglo XIX. A pesar de las actividades económicas referidas, la mayoría de la población quedó sumergida en la agricultura de subsistencia, y las necesidades de mano de obra para producir los colorantes en las haciendas se satisfacían con métodos coloniales --extra monetarios.

Por su parte, el agente diplomático inglés Frederick Chatfield y el estadounidense Ephraim George Squier, desde 1834 y 1849 respectivamente, trataron de lograr concesiones comerciales favorables para sus naciones y garantías de los gobiernos centroamericanos. Para estos fines Chatfield se alió en última instancia con los conservadores mientras que Squier lo hizo con los liberales, y apoyó la idea de la federación. 

Squier dirigió sus esfuerzos diplomáticos a tratar de poner bajo la esfera de influencia de los Estados Unidos a Honduras, El Salvador y Nicaragua, que se encontraban gobernados por los liberales, promoviendo en ellos sentimientos anti británicos. En una nota al Ministro de Relaciones Exteriores de El Salvador, Squier escribió que "es el deseo de mi Gobierno que alguna consolidación de estos estados se lleve a efecto para resistir mejor la injerencia y contrarrestar los diseños de potencias extranjeras hostiles." (Traducido de la obra de Graham H. Stuart y James L. Tigner, Latin America and the United States, 1975). La reacción británica fue oponerse a la influencia estadounidense, y Chatfield estrechó las relaciones de su país con Guatemala y Costa Rica para evitar que se reconstituyera la federación. 

Fue en relación con la obtención de concesiones y otros derechos para construir un canal por Nicaragua, y en relación con la Doctrina Monroe, que los Estados Unidos e Inglaterra antagonizaron en Centroamérica.  Este antagonismo fue superado en parte con el Tratado Clayton-Bulwer de mediados de 1850, en el que sin la participación del gobierno de Nicaragua, quedaron consignados los intereses conjuntos de esas potencias sobre un futuro canal interoceáncio que uniera el Atlántico con el Pacífico.

Por otro lado, desde que Ephraim G. Squier llegó a Centroamérica obtuvo del gobierno de Nicaragua una concesión para inversionistas de Nueva York, dirigidos por Cornelius Vandelbilt,  para operar una línea de vapores en el Río San Juan y el Lago de Granada. Un corto viaje en diligencia en el istmo de Rivas hacia la costa del Pacífico completaba la ruta interoceánica de Nueva York a San Francisco. La compañía comenzó sus actividades en 1851.  En junio de 1855 los filibusteros desembarcaron en El Realejo capitaneados por William Walker, contratados por los liberales para combatir a los conservadores. Walker buscaba constituir un estado federal en Centroamérica basado en su propia fuerza militar y donde gobernaría como dictador (Karnes, 1976). Para esto recibió financiamiento de dos de los socios de Vanderbilt, quienes le querían arrebatar al comodoro la Compañía Accesoria del Tránsito.  


La ruta por Nicaragua a mediados del S. XIX


La población de los Estados Unidos veía con interés y simpatía la aventura de Walker ya que el control de Nicaragua por un estadounidense significaba un contrapeso a la penetración inglesa en el extremo oriental de la ruta interoceánica. Ya desde 1834, con la llegada del agente diplomático Chatfield, los ingleses habían extendido su presencia en la Costa Atlántica con la diplomacia de las cañoneras, y el gobierno del presidente Franklin Pierce de los Estados Unidos, no hizo nada para detener a los filibusteros. Los ingleses y  Cornelius Vanderbilt apoyaron a Costa Rica en la guerra contra Walker; Guatemala, Honduras y El Salvador también enviaron tropas para unirse a las de Costa Rica puesto que estaban unidos con los nicaragüenses en evitar que los planes de los filibusteros se hicieran realidad.

Cuando en 1855 una compañía estadounidense terminó de construir el ferrocarril que atravesaba el istmo de Panamá, las actividades de exportación e importación de Centroamérica pasaron del Atlántico a las costas del Pacífico, más cerca de las ciudades y de las zonas rurales de producción. Las rutas de mulas fueron sustituidas por las de carretas, y los puertos eran visitados por buques estadounidenses y británicos, conectándolos con los mercados de Europa vía Panamá.

A pesar del declive de Belice como puerto, Gran Bretaña siguió siendo el principal consumidor de materias primas y  el mayor proveedor de manufacturas en la región. Sin embargo, a finales de los 1850 la introducción de colorantes químicos rojos en la industria textil inglesa volvió irrelevante la cochinilla guatemalteca como producto de exportación.  El café fue por fin la siguiente mercancía a exportarse, y el gobierno conservador trató de promoverlo, aunque el resultado fue restringido por el carácter colonial de su  modo de producción.  En El Salvador sucedió algo similar posteriormente, cuando el índigo o añil (colorante azul) fue reemplazado en el mercado internacional por el colorante artificial.  


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Vídeo sobre el origen de las guerras en Centroamérica
depués de lndependencia de España