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23 de marzo de 2024

Todos espían a todos

 

Todos espían a todos

(Publicado inicialmente en el diario digital de Nicaragua La Prensa) 

 

“Pienso, siento, veo bueno de ti en cada instante de mi tiempo. Cómo quisiera ser veraz y predecir qué voy a hacer. Todo sería mejor con un poco de entendimiento. Todo sería mejor, tu cercanía me daría todo. Viene a mí y toma lo que quieras, viene a mí con tal que no me hieras. Viene a mí portándome las nuevas.” (Noviembre de 2002). 

No le temo a la muerte. Esto ya lo dijo alguien antes en este mismo diario, cuando igualmente se refirió a un fanático predicador de la moral, que ha sido todo y su contrario, un abusador de jovencitas de primer año. Algún día será descubierto, o él mismo se descubrirá. Que se lo aguante. 

 La muerte no me interesa en absoluto más que para especular por diversión. ¿Que soy ateo? Ya me lo dijeron, pero no sé qué soy ni me voy a explicar. Libertad de pensamiento, libertad de creencias o de no creencias, por tanto no soy partícipe de una religión, una ley un rey. De la ley sí si es legítima, y la legitimidad no proviene de los dioses sino que de la sana convivencia humana. Esto también lo dejo para otro día, porque para algo soy doctor en derecho, o al menos creo recordarlo. 

Desde que salí de la adolescencia y de los colegios católicos, me convencí de que debía rechazar todo lavado de cerebro. Y eso es lo que nos sucede desde niños –como en los sistemas dizque socialistas–, lavado de cerebro porque no estamos contaminados con el tal pecado original. Creer que nacemos contaminados es un solemne disparate. Se llama sujeción ideológica, y por tanto motivo para guerrear para liberarse de tal prejuicio, o para imponerlo. Los valdenses del siglo XII en adelante, en el sur de Francia, Alemania, Polonia, norte de Italia y España, fueron perseguidos por el papado de Roma y la inquisición, porque eran inmensamente populares.    

“Una clase clerical rica y a menudo libertina mantenía en ignorancia, a propósito, a la gente común, la que vivía en la pobreza. Por toda Europa, la Iglesia Católica Romana ejercía la supremacía, pues era poderosa, opulenta y mundana. Caminando en pares, los valdenses subían las colinas y bajaban a los valles predicando y enseñando cualesquier verdades que hubiesen podido descubrir, al leer las porciones de las Escrituras que estaban disponibles en el propio idioma de ellos. Debido a esto se les persiguió como a herejes, y muchos de ellos perdieron la vida.” (Tomado de la Biblioteca en Línea, de acceso libre). 

Lo crea o no, todavía existen iglesias, creencias y ritos valdenses en el norte de Italia. Así como lo lee. En definitiva ¿qué pasó? Que los papas no pudieron exterminarlos a todos como a los cátaros (albigenses), porque se habían extendido más allá de su lugar de origen, y por último se habían refugiado en los Alpes entre Francia e Italia. Así de fuerte eran sus creencias cristianas frente al papado de entonces, basadas en el Nuevo Testamento. Para que se sepa, Juan Pablo II papa, ese gran líder, pidió perdón por las persecuciones de tiempo atrás a los valdenses. Juan Pablo II fue un líder mundial. Mis respetos. Lo conocí. Otro papa, Francisco I, el actual, visitó una iglesia valdense en el Piamonte, Italia, para igualmente pedir perdón por aquellas persecuciones. Los valdenses tienen mucho en común con Francisco de Asís. 

Menos mal que venimos de otras influencias. Imaginen que estemos en el medioevo de la escolástica. Primero Yahvé y la sola fe, y después la razón en función de la fe cristiana. Tomás de Aquino se llama el teólogo de la escolástica del siglo XIII en Europa, el aristotélico frente al platónico Agustín de Hipona del siglo V, que no conoció los escritos del Aristóteles naturalista, porque habían dejado de circular. Esos textos, como dicho en el cuento anterior, fueron rescatados siglos después en la escuela de traductores de la Toledo árabe. Agustín, ya viejito, desde el neoplatonismo idealista, teorizó sobre el saqueo de Roma por Alarico en el 410, frente a los que decían que fue por culpa de los cristianos. Agustín pretendió desvirtuar semejante disparate en su De Civitate Dei.

Si este cuento le está llegando a su intelecto, tanto mejor. Puede o no estar de acuerdo, pero la mente también evoluciona, no solo el cerebro y el sistema nervioso, aunque es la materia prima de la mente. Después viene el procesamiento de las experiencias, emociones, ideas, conocimientos, incluyendo otros idiomas y otras culturas, hasta llegar a ser lo que somos sin intervención de deidad alguna, más que la imaginaria. Neurociencia le llaman algunos. 

“Albert Camus dijo que Nietzsche no mató a Dios sino que lo encontró muerto en el alma de su pueblo y de su tiempo, y que por tanto más que un crimen es una constatación. Nietzsche se interrogó sobre el destino del hombre sin Dios; sobre la vida del ser sumergido en la más total de las orfandades bajo un cielo vacío habitado por el fantasma de Dios, sin la creencia en los referentes que dan confianza y fe, que permiten transitar sobre las arenas movedizas de la existencia”. (Tomado de Alejandro Serrano, 2008). 

He ahí la explicación, nada que agregar al respecto, y está bien. Libertad de pensamiento, de creencias, de opinión y de expresión. Pero un sistema despótico no puede permitir la libertad, colapsaría. La inquisición secular persigue a los seres libres para neutralizarlos porque son peligrosos para su iglesia, la de la maga Circe, la de la Odisea. 

Y si ya comprendió, los agentes cubanos que operan en la sombra, a quienes alguna vez admiré durante la Guerra Fría, hoy les tengo lástima. Regresen a la isla y desde ahí hagan sus desmanes, no desde el continente, porque aunque piensen que el sistema de aquí es eterno, los inmortales no existen y van a perecer. Ocúpense del bien de los cubanos que van quedando en la isla –comida, corriente eléctrica, libertad–, pero no asistiendo a los esclavistas de otros pueblos. La esclavitud no es sostenible sin represión, lo saben. Sigan en Venezuela si quieren y pueden, que tiene el petróleo que los de allá ya no pueden extraer y menos refinar. Igual aprovechen lo que queda del viejito de Biden en los Estados Unidos, candidato a la reelección. Ese es solo una marioneta de intereses que conocen bien, porque todos espían a todos. 




En retrospectiva, Fidel fue un terco, mitómano y megalómano; y ahora que saben con certeza que el sistema en la isla es un rotundo fracaso, aunque no para una cúpula de corruptos, ¿qué van a hacer al respecto? Seguir reprimiendo supongo, y seguir culpando a otros de los fracasos. Deserten. 

P.S.: Así como Cristo no fue cristiano, Marx no fue marxista.

 

24 de septiembre de 2023

Entre el lenguaje diplomático y lo contrario


 Entre el lenguaje diplomático y lo contrario

(Publicado originalmente en el diario digital La Prensa de Nicaragua)

 

La diplomacia consiste en fomentar las relaciones entre los Estados y otros actores internacionales mediante el respeto mutuo, el diálogo y la negociación. Esto aplica tanto para la diplomacia bilateral como la multilateral, que es la que se practica en los organismos intergubernamentales, conferencias diplomáticas y cumbres políticas. Desde hace un tiempo la práctica de la diplomacia se ha ampliado con el uso de las tecnologías de la información, lo que ha sido particularmente útil desde la disrupción social y económica global por la pandemia del covid-19, cuya emergencia sanitaria duró un tanto más de tres años, a partir de enero del 2020, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). 

La diplomacia no es ni ciencia ni arte ni improvisación. Es una disciplina profesional que requiere de estudios y de prácticas protocolarias. Un diplomático debe tener estudios sobre la materia, educado en el buen hablar y en varios idiomas, tener amplios conocimientos culturales, saber de relaciones internacionales, geografía e historia, en particular de la historia del país y de la política exterior que representa. No es lo mismo sentarse a una mesa en un restaurante local que a una mesa diplomática. No es lo mismo ir a una fiesta local que a una recepción diplomática. No es lo mismo tener una conversación con un amigo que con un funcionario de Estado donde el diplomático está acreditado. En síntesis, en la diplomacia es igual de importante el contenido como la forma. 

¿Por qué cree usted lector que hay tantos nombramientos efímeros y por tanto destituciones de los diplomáticos nombrados en ciertos países? Pienso que porque les falta lo expresado en el párrafo anterior. Y pienso además que los super diplomáticos (extranjeros) nacionalizados nombrados en distintos países a la vez, es porque son gente de mundo. Saben cómo relacionarse como ningún diplomático improvisado sabe hacer. Estos solo reciben órdenes para obedecer como autómatas, hasta que alguno que otro se rebela. No digo nombres, pero por ahí anda ahora alguno que otro diciendo lo contrario de lo que fue recientemente. 

La diplomacia no es siempre inocente. A veces es un campo minado. Hay sutilezas, trucos y engaños. Así ha sido en ocasiones desde tiempo atrás. Basta leer a Tucídides (siglo IV a.C) para saber de esas cosas en su Historia de la guerra del Peloponeso. En ocasiones se trataba de quien engaña a quien antes de que la verdad fuera descubierta. Esa es la sutileza de la diplomacia. Quien es descubierto pierde. Para eso existen los espías desde milenios atrás, que es otra categoría de agentes de Estado que contribuyen hoy con el quehacer de la diplomacia. En países ahora modernizados al espionaje se le llama inteligencia y contrainteligencia. ¿No fue acaso Moisés quien envió espías por medio de Josué, su lugarteniente, para saber a quién y cómo atacar en Canaán para conquistar y destruir toda ciudad que interfiriera con la apropiación de una tierra prometida? 

Pero en ningún momento, que yo sepa, se ha visto la vulgaridad de un jefe de Estado, y en este caso espurio, que ofende asidua y profusamente a otros jefes de Estado, jefes de Gobierno, diplomáticos acreditados en su país, sacerdotes nacionales y extranjeros, monjas, obispos, cardenales y papas, lo que ha constituido en el pasado motivo de represalias y hasta de guerra justa. Ya el enciclopedista Isidoro de Sevilla, en la Hispania visigoda del primer cuarto del siglo VII, escribió en sus Etimologías en el capítulo sobre las guerras, que “son guerras justas las que se declaran para vengar un agravio”. 

Menciono a Isidoro de Sevilla puesto que el jefe de Estado en cuestión es también un asiduo ofensor del Reino de España, cuyo rey, al considerar ofendida a España por otro jefe de Estado, igualmente incontinente de palabras ofensivas, el 10 de noviembre de 2007 en un Encuentro Iberoamericano de ese año el rey le dijo, ¿“por qué no te callas? Y se calló. Al espurio al que me refiero aquí también lo han mandado a callar civilizadamente, pero al parecer su ausencia de educación y abundancia de vulgaridad no le permite entender un mensaje civilizado. Como corolario menciono que según las constituciones del mundo, o las leyes constitucionales allá donde no existe constitución escrita, como en el Reino Unido o Israel, una de las principales atribuciones del presidente de un país, o quien haga sus veces, es el de representar a toda la nación, o lo hace por delegación en el ministro de relaciones exteriores, a quien se le conoce por leer textos igualmente soeces redactados por otro ser vulgar. 

Ejemplo clásico de diplomacia minada es la de Vladimir Putin sobre la invasión de Rusia a Ucrania, que sigue llamando operación militar especial, para no declarar la guerra, a la que se aplica el Derecho Internacional Humanitario. Otro podría decir lo mismo de la diplomacia de los países miembros de la OTAN. El lector podrá decidir al respecto si lee el artículo que seguirá en otra ocasión por aquello de la longitud del presente. Adelanto sin embargo que se tratará de asuntos meramente diplomáticos en el contexto de las relaciones entre los países europeos, los Estados Unidos y la Unión Soviética después de su extinción por decisión del Soviet Supremo, el 26 de diciembre de 1991. Dado que el actual gobierno de Nicaragua es un aliado de Rusia y justifica la guerra contra Ucrania, estoy cierto que ese artículo que vendrá será de interés para el lector atento de cualquier lado que esté. 

Debo aclarar, sin embargo, que las vicisitudes históricas de nuestro país no provienen necesariamente de habernos separado de la monarquía española antes de tiempo. Para el 15 de septiembre de 1821 esa monarquía estaba muy debilitada, por motivos que no vienen ahora al caso, y ya había sido derrotada militarmente en las Américas (con la slavedad de Cuba). Mientras España pasó por su propio período de inestabilidad, un golpe de Estado, la guerra civil y una dictadura que duró hasta 1975, actualmente es una monarquía constitucional, democrática, libre y estable.  Nicaragua sin embargo sigue en lo mismo, en el caudillismo dictatorial que pretende establecer la sucesión dinástica.