Recuerdos
de una Organización
Me vino a la mente
escribir este artículo cuando leí hace pocos días en un diario internacional
que Staffan de Mistura (Esteban), un diplomático italo-sueco, a quien conocí en
Roma en la década de los ochenta del siglo pasado, dejará el cargo de
Representante de la ONU para Siria a finales de noviembre de 2o18. Lo hará después de cuatro
años de mediar entre el gobierno de ese país y sus opositores, armadas ambas
partes por supuesto, y con sus respectivos padrinos.
El legado de
Staffan como mediador es la propuesta de una nueva constitución política y de
reformas a la ley electoral para que la solución del conflicto en Siria sea negociada, con la evidente exclusión de los grupos fanáticos, y con elecciones observadas por garantes internacionales. En Afganistán, Irak y
Libia esa fórmula marcha lentamente pero marcha, aún si impuesta por
circunstancias propias, y de larga historia.
En las sociedades
tribales, con sus características étnicas, la tribu de al lado es el enemigo, y si es difícil la convivencia en
esas sociedades, no es imposible si se respetan los acuerdos para alcanzarla,
en la que una etnia no se impone a la otra y se respeta a las minorías. Algo
así como la hoja de ruta para la paz, la estabilidad y la sobrevivencia, es
decir, para dejar de ser homo
territorialis.
Pero aquí no se
trata de Siria, Rusia, Turquía, Estados Unidos, Irán, Israel, Arabia Saudita, Yemen, el
Estado Islámico, Al Qaeda, Hezbolá, los kurdos y resto de países y grupos radicales o
no, sunitas, chiitas o similares, cuyo deporte favorito en la geopolítica del Oriente
Medio, y ahora en ciertas regiones del África, es la guerra de movimientos y de posiciones y la compra y venta de armas por petróleo, diamantes, uranio, coltan y otros recursos naturales. No, no se trata de eso, se
trata de la FAO.
Esteffan de Mistura por
años fue el Jefe de Gabinete de Edouard Saouma, Director General de la
FAO por tres períodos consecutivos entre 1976 y 1993, único director que lo ha
logrado desde la creación de la organización en 1945, aunque no sin fuertes
controversias; y supo retirarse cuando comprendió que había llegado su hora o
dañaba a la FAO y su legado. Saouma falleció en el 2012 a los 86 años de edad.
Estuvo casado con una colombiana, Inés, y este hecho de su fallecimiento
también me motivó a escribir estas líneas pues lo supe al hacer una búsqueda,
al conocer que de Mistura dejaba su cargo de mediador de la ONU.
Edourd Saouma fue un
tercermundista cabal y consecuente, aun cuando tuvo que enfrentarse a un grupo
de países que se opusieron en 1987 a su reelección. Pero pesó más la coherencia
del Grupo de los 77 que aglutina en las
Naciones Unidas a 132 países en vías de desarrollo. En las organizaciones de
las Naciones Unidas cada país es un voto, y cada voto cuenta. No existe
posibilidad de fraude. Llevaría a otra guerra mundial.
Saouma era libanés,
cristiano maronita y no tomó partido en la guerra civil del Líbano, la producida por motivo
de la OLP, Siria, Irán, Hezbolá, Israel y los cristianos libaneses. Estuvo en Nicaragua
en 1982 y se entrevistó con los otrora Comandantes de la Revolución, o con al
menos dos de ellos. Ambos lo visitaron después en Roma porque en 1980 en la
Habana, Fidel Castro había sido el intermediario para esos menesteres. Fui
testigo. El entonces vicepresidente de Nicaragua también llegó a Roma en un
momento dado, y tuvimos una cena familiar en el apartamento de Saouma y su
esposa.
Curiosamente,
Millicent Fenwick, la Embajadora de los Estados Unidos ante la FAO, fallecida
en 1992 a los 82 años, personalmente consideró a Saouma un líder competente en
los asuntos de la organización, a pesar de su apoyo sustantivo e incondicional a
la Nicaragua revolucionaria frente a la política de Ronald Reagan, su
presidente.
Millicent Fenwick
fue política, diplomática y una gran dama. La relación fue de respeto en
aquellos años en que representé a Nicaragua, igualmente ante la FAO, con los
Estados Unidos como adversario. No solo, la Embajadora Fenwick me invitó a su
recepción de despedida en la embajada de su país allá en Roma en 1987. Acepté y fui, lo
que agradeció explícitamente frente a la sorpresa de otros tantos diplomáticos
presentes.
Edouard Saouma, con
su Jefe de Gabinete Staffan de Mistura contribuyeron a mover ingentes recursos
técnicos y financieros a la Nicaragua de los años 80, recursos que provenían de
países desarrollados y en vías de desarrollo que le brindaron su apoyo a
aquella utopía perdida.
NOTA: Una versión
reducida de este escrito fue publicada en un diario nacional el 22 de noviembre
de 2018.