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22 de diciembre de 2023

Me disculpo con Noé el del arca

 

Me disculpo con Noé el del arca

(Publicado inicialmente en el diario digital de Nicaragua La Prensa)

 

Me disculpo con Noé, su esposa, hijos y nueras. Fue Lot, el sobrino de Abraham, no Noé, como dije en un lapsus en otro artículo, quien miles de años después de que Noé y su familia dejaran el arca, fue embriagado por sus hijas para aparearse y tener descendencia, porque los hombres de la región habían sido exterminados por Yahvé al destruir Sodoma y Gomorra, que se encontraban cerca la una de la otra al norte del Mar Muerto. La esposa curiosa de Lot había vuelto a ver hacia atrás bajo apercibimiento de no hacerlo, y se convirtió en estatua de sal, según la leyenda. 

Lot se quedó con sus dos hijas viviendo en una cueva en una zona rocosa, y de ellas se originaron los moabitas y los amonitas según el Libro del Génesis, quienes fundaron sendos reinos al este del Río Jordán y del Mar Muerto, en la actual Jordania. Aunque me es confuso seguir el árbol genealógico de los antiguos personajes bíblicos, son leyendas con las que los judíos rabínicos narraron por escrito el origen de los hebreos, partiendo del primer patriarca, Abraham, y la relación preferente de Yahvé con ellos, para que tuviesen a Yahvé como su único Dios. A cambio Yahvé les entregaría una tierra donde se adoraba a otros dioses, por lo que los hebreos tuvieron que guerrear por ella, y aún lo siguen haciendo. 

Abraham, el tío de Lot, tuvo como primeros ancestros a Noé y su esposa, no sabemos cuánto tiempo después del diluvio universal. Este mito, de origen sumerio, ya fue referido en otro artículo publicado en este Diario en octubre pasado. No mencioné en él, sin embargo, el exterminio posterior de los habitantes de Sodoma y Gomorra.                                               

Existen también hoy los que creen que el todo proviene del Yahvé de la Biblia, pero dicen algunos críticos, equivocados o no, que el monoteísmo judeocristiano condujo históricamente a la entronización de monarquías absolutas, intolerantes ante la diversidad del pensamiento religioso, para favorecer la concentración del poder. De ahí el aforismo “una religión, una ley, un rey”. 

No estoy cierto, por otro lado, si el concepto trinitario, es decir tres personas distintas en un solo Dios verdadero, es una reminiscencia del politeísmo. Eso lo dejo a los teólogos. De lo que sí estoy cierto es que según Mateo (12, 31-32), Jesús dijo que todo pecado y blasfemia, incluso contra él, se perdonará, pero que la blasfemia (injuria) contra el Espíritu Santo no será perdonada. Sigo a salvo por tanto, menos mal.   

Platón, el griego, inventó a un ser intermedio que llamó demiurgo, que le dio forma a una materia preexistente pero imperfecta, es decir al mundo y su contenido, incluyendo a la humanidad, por ser meros reflejos o derivaciones de ideas inmutables y eternas. Esta racionalización filosófica tiene su contraparte en los mitos primigenios sobre la existencia de un caos inicial, hasta que aparece una de varias deidades que ordenan el cosmos y el mundo, separando los astros, la tierra de las aguas, y dándole forma a las personas, los animales, las aves, las plantas y los peces.    

Lo imperfecto por consiguiente proviene del demiurgo, no del Absoluto como realidad aparte y primera de las ideas, y partiendo del platonismo, el Absoluto (y después el Uno en el neoplatonismo), fue asumido en la teología cristiana como el Dios preexistente y creador de todo desde la nada, lo que contradice el principio metafísico griego que nada puede surgir de la nada (ex nihilo nihil fit). 

Un solo Dios creador, sin embargo, ya había sido intuido por Zoroastro, el profeta de los persas y fundador del mazdeísmo, quien influenció grandemente al judaísmo rabínico después que el Reino de Judea o Judá fuese conquistado por Nabucodonosor II, Jerusalén y el templo destruidos, y los judíos llevados cautivos a Babilonia. Allá permanecieron más de medio siglo, hasta que Ciro el Grande de Persia los rescató a mediados del siglo VI a.C., cuando conquistó Babilonia. Desde 1979 los ayatolas iraníes, descendientes de los persas, han impuesto en Irán un régimen teocrático islámico y excluyente, odian a los judíos y los quieren exterminar, contrariamente a Zoroastro que predicó la tolerancia religiosa, es decir, de las ideas.  

En esta Navidad trataré de perdonarme a mí mismo. No sé si lo lograré. No he hecho esto antes, aunque los recuerdos, malos o buenos, son solo eso, y en recuerdos nos convertimos para los vivos después de dejar el cuerpo. Para un obsesivo como el suscrito, cuando racionalicé lo anterior muchos años atrás, lo supe, y un día cualquiera, hace poco, sentí en pleno la nostalgia de lo que pudo haber sido. “Quiero por los dos la copa alzar para olvidar mi obstinación, pero cuando la alzo, más te vuelvo a recordar” (Carlos Gardel). 

Confieso que estaba bajo los efectos de un potente analgésico por haberme lesionado el nervio femoral izquierdo haciendo ejercicios. No me había lesionado de esa manera ni en los tiempos en que frecuentaba el gimnasio, y duele. No se puede caminar sin sentir un dolor intenso, aún si usando un bastón. Mejor quedarse tranquilito en casa hasta la sanación, para llegar sin esa molestia al próximo año de vida (falta poco), y así conocer, quizás, a quien nombrará el Padrino como el sucesor que protegerá a su numerosa familia y los dineros, cuando él ya no esté. 

Debo aquí elogiar a alguien que publicó en este mismo Diario un artículo sobre el sionismo y los árabes, porque se fue a la historia en detalle, incluyendo la antigua. No digo nombres porque en algunos lugares es prohibido el conocimiento, como tiempo atrás Adán y Eva, quienes queriendo ser libres de la ignorancia, fueron castigados con un doloroso destierro del jardín, más que el dolor que he sentido en mi nervio femoral. Ese fue el precio de la rebeldía y del conocimiento. 

Pienso que este escrito es menos polémico que los anteriores para no aburrir, ni para toparme con algún despistado. Estamos llegando al fin de otro año solar cargado de símbolos, eufemismos, espejismos, sátiras, sarcasmos y metáforas para meditar, y es la primera Navidad y Año Nuevo sin mi madre Mary Josephine. Para ella van mis más profundos sentimientos de gratitud por haber sido mi progenitora. Yo vengo del demiurgo y por tanto de la imperfección, ella no


1 de noviembre de 2023

Con Hamás no puede haber paz en Palestina

 

Con Hamás no puede haber paz en Palestina

(Publicado originalmente en el diario digital La Prensa de Nicaragua)

 

Es un tanto difícil llevar el paso sobre ciertos acontecimientos, aunque uno lo quisiera, porque cuando ya se envió un artículo a este diario para publicación, suceden otras cosas, y como ya explicado antes, no interactúo en red social alguna para no caer en la trampa de la Ley Especial de Ciberdelitos. Mis reacciones por tanto son tardías. Somos seres de este mundo y nos interesa lo que sucede en él, hasta que alguno que otro loco vaya a colonizar otro planeta.

La historia bíblica cuenta que después del diluvio y la saga de Noé, un tal Abraham escuchó la voz de una deidad que lo escogió con su esposa Sara, su sobrino Lot, sus esclavos, sus rebaños y camellos, para que se trasladase a una tierra distinta de la de Ur en Sumeria, donde vivía como pastor seminómada. Es de suponer que esas tierras estaban ya saturadas con ganado de distintas especies, y que habiendo en la región residuos de nomadismo originario de la vecina Arabia, Abraham se fue a buscar nuevos pastos a Harán (Mesopotamia), más de un mil kilómetros al norte de la Ur de los caldeosHarán era parada de caravanas de camellos por aquello del comercio entre Asiria, Siria y Egipto.

Siendo Abraham recién llegado en tierra de asirios con un nuevo Dios, imagino que no lo querían un gran qué, por lo que un tiempo después tuvo que marchar hacia la tierra prometida, y así llegó a Siquem, en la actual Cisjordania, otro paso de caravanas. Pero ahí no había nada de interés para él. Era tierra desértica y no se podía cultivar, aunque Abraham no era agricultor, sino que pastor. Se trasladó por tanto al delta del Nilo en Egipto con los suyos y sus rebaños. Siendo él de una etnia distinta, con distintas costumbres, una lengua quizás incompresible y otro Dios, los egipcios lo enviaron de regreso un tiempo después por donde había llegado (en la Biblia se cuenta algo distinto y muy extraño, que el faraón lo desterró porque hizo pasar a su esposa Sara por su hermana, la que el faraón tomó para sí, lo que al parecer enfadó al faraón por aquello del adulterio, aún si involuntario. Más bien parece que el faraón se enojó porque Abraham le mintió).

Abraham le hizo caso a su mujer no sé dónde, para que tuviera descendencia con otra porque ella, Sara, era estéril, y tenía como asistente personal a una joven que seguramente era una bella trigueña, Agar. De ella descienden los árabes, antes que los judíos que son hijos de un milagro, porque Sara ovuló y tuvo descendencia con el viejito de Abraham. Yahvé, la deidad de este recuento, es por tanto el responsable originario de la interminable guerra entre los árabes (los anteriores) y los judíos (los posteriores).

Seguiré diciendo judíos aunque sé que no siempre fueron llamados así. Por ende, para los propósitos de este escrito, hebreros, israelíes e israelitas son todos judíos (sin ofender). Los judíos bíblicos provienen de la esclavitud en Egipto por aquello que los descendientes de Abraham y Sara se habían ido de nuevo a Egipto por la hambruna en la tierra prometida. En Egipto estuvieron algo así como cuatrocientos años. De ahí la épica de Moisés y los pecados de los judíos, por lo que fueron obligados al nomadismo por cuatro décadas en el desierto al sur de la tierra prometida, a la que solo entraron conquistando y desplazando a los semitas que la habitaban, es decir a los descendientes de Ismael, el hijo de Abraham y Agar.

Del norte de Canaán (reino de Israel) los asirios se llevaron a los judíos como esclavos y no regresaron. A los del sur (reino de Judá) se los llevaron los babilonios. Los judíos han sido más esclavos que libres en el transcurso de su historia, y los romanos destruyeron Jerusalén y el templo después del regreso de los judíos de Babilonia gracias a Ciro el Grande, el emperador persa que quería aliados en un territorio tapón entre Persia y Egipto. Los judíos entonces se dispersaron por el mundo a vivir en guetos (juderías), por aquello de la discriminación, en particular en Europa; y los alemanes nazis intentaron aniquilarlos a todos.  

Miles de años atrás, después de que Noé y los suyos encallaron con el arca en el monte Ararat en Turquía, pudieron haber solicitado la nacionalidad turca por desplazados, pero no había oficiales de inmigración. Todos estaban muertos ahogados por el diluvio universal. ¿Y qué fue lo primero que hizo Noé cuando bajó del arca según el relato? Plantar un viñedo para hacer vino y embriagarse. Talvez todos somo turcos de nacionalidad por aquello del jus soli.

Divertido todo esto, ¿no es así? Pero las muertes violentas no lo son. Después de la Primera Guerra Mundial Inglaterra y Francia se dividieron los despojos de un ya decadente Imperio turco otomano. Los ingleses (Imperio británico u hoy Reino Unido) se quedaron con la llamada Palestina entre otros territorios, y después de la Segunda Guerra Mundial, los europeos, y en particular el Reino Unido, se pusieron de acuerdo con los Estados Unidos para deshacerse de los judíos sobrevivientes de la persecución y del Holocausto, y les inventaron un Estado en Palestina por medio de la entonces incipiente Naciones Unidas (1947). Banqueros judíos habían financiado al Reino Unido en la Segunda Guerra a cambio de un Estado judío, de donde habían sido desalojados por los romanos en el año 70 d.C., es decir hacía mil ochocientos setenta y siete años. Ese es el verdadero origen de las guerras entre los descendentes de Abraham y Agar, y los de Abraham y Sara. Una estaca de potencias occidentales clavada en el corazón de los árabes musulmanes sunitas y de los persas musulmanes chiitas.

Que conste que condeno todo acto de terrorismo independientemente de donde provenga, en particular si es producto del fanatismo religioso. A Hamás y sus similares lo único que les interesa es destruir a los judíos para reapropiarse de toda la Palestina que conocemos, y por eso los provocan, pero además desean la muerte de todos los infieles, es decir los cristianos allá donde se encuentren, y por eso los infiltran en Europa y en los Estados Unidos, e incluso en algunos países de América Latina.

Soy simpatizante de la causa de la nación Palestina, la pacífica. De hecho, desde el jardín donde vivo veo ondear la bandera de la Embajada de Palestina. El Estado de Israel igual tiene derecho a existir, pero no a colonizar territorios de los tiempos de David y Salomón. Esa es historia antigua, o quizás solo un invento de otra nación que ha deseado su puesto bajo el sol. Toda guerra es un negocio para alguien y no va a parar. De la guerra rusa contra Ucrania ya no se habla.

P.S.: Cada lector puede hacer su propia investigación. Somos mayorcirtos, y sabemos sobre la verdad y la mentira.