De Locos y de Locuras
(O sea uno mismo)
El 22 de febrero de este año 2017 cumpliré 65 años de edad de estar en este mundo.
A partir de esa fecha tengo programado aprovechar al máximo cada día que pasa haciendo las cosas que debo hacer y otras que quiero hacer. De hecho ya comencé a implementar el programa, y con sentido del humor.
Para esta edad muchos ya están retirados de un empleo o de una actividad económica. En mi caso, como soy independiente, por la empresa de servicios legales y de contabilidad de la que soy uno de los socios propietarios, y al no contar con un fondo para la pensión, no tengo edad de retiro. Gozo de buena salud física y mental a pesar de haber sido mi peor enemigo por muchos años.
Desde hace décadas me vengo proponiendo metas para realizar alguno que otro proyecto, todos logrados: hacer postgrados académicos en el exterior y en el país; aprender sobre fotografía de 35mm; continuar con estudios adicionales de interés profesional o personal; viajar con mi entonces esposa y los hijos; asistir al mayor número de conciertos posible, y mejor si con alguien de la familia; desarrollar habilidades informáticas; aprender un nuevo idioma; a tocar bien un instrumento musical; ir regularmente al gimnasio; practicar Tai Chi; estudiar la historia del rock, del jazz y del blues; ampliar mi colección de música inicial; aprender bien a patinar en hielo; adquirir libros en español, italiano y francés; escribir artículos para revistas, periódicos y medios digitales; hacer esta ciberbitácora; y otras cosas más que en este momento se me escapan.
Pero en el camino me había extraviado como dice el poeta en el verso inicial de su Divina Comedia:
En medio del camino de la vida,
errante me encontré por selva oscura,
en que la recta vía era perdida.
Y así fue, me descompuse personal, familiar y socialmente cuando regresé a Nicaragua después de veinte años casi consecutivos en el exterior. No me adapté a mi regreso y después de un tiempo me perdí, y no me importó. Dejé de producir económicamente, al menos lo necesario, por lo que gasté los ahorros (considerables) en la familia; perdí a mi esposa a quien amo; y casi pierdo a mis hijos.
La sociedad jamás me interesó. Siempre he sido un rebelde, un solitario, y me alcoholicé. En lamentables estados de ebriedad, que yo consideraba un "estado superior de la conciencia", dije e hice tantos disparates ofendiendo a otros tantos, que ya no quieren saber de mí, mucho menos invitarme a sus cosas, y está bien, hice lo que me dio la gana. Estaba en el infierno y se me salían los demonios, que eran muchos y feroces. Incluso dejé de trabajar por un largo rato aun teniendo un currículum excepcional, y no miento.
Pero como ser obsesivo-compulsivo que soy, lo que comprendí hace algunos años, no se perdonan ni se olvidan ciertas cosas que han provocado una ofensa profunda y una profunda herida, aunque hubiesen pasado décadas, porque había siempre algo que me abría la herida y la hacía sangrar. Y así fue que entraron en mí poco a poco los demonios, a veces sigilosamente, otras violentamente, y me atormentaron.
Me encerré en mí mismo y me dediqué al re-estudio del derecho y a otros temas para los que incluso asistí a talleres, seminarios y cursos de capacitación. Me obsesioné con la adquisición de más conocimientos, con la historia de la música clásica, con la Enciclopedia Británica y con el gimnasio. En el encierro pasé también horas al día navegando en la red en la búsqueda de información, leyendo diarios y revistas digitales en distintos idiomas o escuchando música de distintos géneros y épocas; otras horas las dediqué a la práctica de la guitarra acústica (la de cuerdas de metal) hasta que la dominé componiendo canciones.
Mi esposa decidió entonces que lo primero para ella era su salud física y emocional después de pasar por un cáncer de mamas, mastectomía radical, quimioterapia y posterior reconstrucción, y me expulsó de su vida; y estuvo bien, así debía ser. Me dio múltiples oportunidades para corregir ruta y no lo hice. Yo también estaba enfermo aunque en otro orden de cosas, seguramente por mis propias obsesiones y compulsiones. Y no nos hablamos desde que demandó el divorcio unilateral porque era más rápido. Éste es el que pide judicialmente uno de los cónyuges para imponérselo al otro.
Y esa fue la modalidad de divorcio que le sugirió la abogada que lo tramitó, una prima hermana, y no especulo sobre los motivos de la prisa frente al divorcio por mutuo consentimiento o divorcio voluntario, como también se le conoce, que fue el que yo propuse.
No respondí la demanda de divorcio unilateral por supuesto. No tenía nada que decir ni había nada que hacer. Y no me preocupé por mi esposa puesto que sabía que iba a heredar bien, y así fue. Es más, año y medio después del divorcio se comprometió en matrimonio con uno que fue compañero mío de colegio y de universidad en Managua. Me dicen los hijos que está contenta y eso me basta. A ellos les pregunto regularmente si ella está bien y responden que sí, que está bien, lo que me alegra. Se lo merece porque soy yo quien ha sido la víctima de mí mismo. No hay nadie más a quien culpar. Ella solo tiene un carácter loco como el mío, que no supe administrar.
Total que después de la separación en el 2009 y del divorcio en el 2013, seguí haciendo cosas cuerdas y otras disparatadas. Aún personas a quienes he amado se distanciaron de mí, y con razón. Estaba demasiado loco. Incluso en algún momento pensé que estaba perdiendo el juicio, solo para concluir que no me dejaría vencer por mis demonios, y los expulsé. Me costó.
Mi madre y mi hermana me acogieron después de la separación matrimonial y me han tolerado y apoyado en este largo proceso de expiación, igual que mis hijos –a quienes procuré sufrimiento–, lo que agradezco profundamente, y a Jenny. Y que conste que lo único que ahora ingiero diariamente son vitaminas del complejo B.
He retomado con optimismo las lecturas, el estudio, la vida sana, cocinar a la italiana, la música, y el trabajo en la empresa que formé con dos jóvenes socios a inicios del 2016. Somos una pequeña empresa, compacta y competente. Hay espíritu de colaboración como cultura de organización y deseos de superación. Esto en parte es obra del suscrito. Me conocen bien. Saben quién y qué soy. Solo espero vivir con salud física y mental al menos una década más para colaborar con el desarrollo de la sociedad y desplegar nuevamente mis capacidades profesionales y personales. He aprendido tantas cosas.
Ya no tengo excusas ni tiempo para ellas, ni tengo que pedirle disculpas a nadie más. Éste soy yo, y aunque llegue tarde, siempre llego.
Y esa fue la modalidad de divorcio que le sugirió la abogada que lo tramitó, una prima hermana, y no especulo sobre los motivos de la prisa frente al divorcio por mutuo consentimiento o divorcio voluntario, como también se le conoce, que fue el que yo propuse.
No respondí la demanda de divorcio unilateral por supuesto. No tenía nada que decir ni había nada que hacer. Y no me preocupé por mi esposa puesto que sabía que iba a heredar bien, y así fue. Es más, año y medio después del divorcio se comprometió en matrimonio con uno que fue compañero mío de colegio y de universidad en Managua. Me dicen los hijos que está contenta y eso me basta. A ellos les pregunto regularmente si ella está bien y responden que sí, que está bien, lo que me alegra. Se lo merece porque soy yo quien ha sido la víctima de mí mismo. No hay nadie más a quien culpar. Ella solo tiene un carácter loco como el mío, que no supe administrar.
Total que después de la separación en el 2009 y del divorcio en el 2013, seguí haciendo cosas cuerdas y otras disparatadas. Aún personas a quienes he amado se distanciaron de mí, y con razón. Estaba demasiado loco. Incluso en algún momento pensé que estaba perdiendo el juicio, solo para concluir que no me dejaría vencer por mis demonios, y los expulsé. Me costó.
Mi madre y mi hermana me acogieron después de la separación matrimonial y me han tolerado y apoyado en este largo proceso de expiación, igual que mis hijos –a quienes procuré sufrimiento–, lo que agradezco profundamente, y a Jenny. Y que conste que lo único que ahora ingiero diariamente son vitaminas del complejo B.
He retomado con optimismo las lecturas, el estudio, la vida sana, cocinar a la italiana, la música, y el trabajo en la empresa que formé con dos jóvenes socios a inicios del 2016. Somos una pequeña empresa, compacta y competente. Hay espíritu de colaboración como cultura de organización y deseos de superación. Esto en parte es obra del suscrito. Me conocen bien. Saben quién y qué soy. Solo espero vivir con salud física y mental al menos una década más para colaborar con el desarrollo de la sociedad y desplegar nuevamente mis capacidades profesionales y personales. He aprendido tantas cosas.
Ya no tengo excusas ni tiempo para ellas, ni tengo que pedirle disculpas a nadie más. Éste soy yo, y aunque llegue tarde, siempre llego.
P.S.: La canción más emblemática de cuando iniciaba mi extravío, como dicho arriba, es la que compuse en Managua el 22 de Febrero de 2003, el día de mi cumpleaños número 51. Curiosamente, desde mi juventud en la universidad pensaba que para encontrarme a mí mismo, antes me debía perder:
Una Respuesta a Todo ©
Tan cerca estás de la indiferencia
Usando toda la imaginación
Para evitar caer en la tentación
La humanidad puede llamar
Y caso omiso hacer para olvidar
De donde viene tanta amorfía
Tal vez de toda aquella imperfección
La oscuridad penetra el corazón
Y el cinismo mata toda ilusión
Tus ojos lo que ven
Tu alma lo que siente
Y en tu mente albergas
Una respuesta a todo
Con digna frialdad
Prosigues tu camino
De insensibilidad mundana
Haciendo lo que viene en gana
Hay otro lado en el asunto
Depende mucho de la impostación
Que quieras dar a tu expresión
Si existe el todo o si no existe
No es la fuente de la decisión
Para seguir el paso de la gran explosión
Y si el origen es de la materia
De los batracios y de
las bacterias
Me importa poco como se llegó
A pensar en la superación
De los conflictos de la creación
Lo que interesa es su evolución
Tus ojos lo que ven
Tu alma lo que siente
Y en tu mente albergas
Una respuesta a todo
Con digna frialdad
Prosigues tu camino
De insensibilidad mundana
Haciendo lo que viene en gana
Managua, Febrero de 2003
Andar y Andar ©
Lo sé
Managua, Febrero de 2003
Meses después sentí la desesperanza/esperanza de poder reencontrarme conmigo mismo y con mi esposa, sin que estuviésemos separados todavía, y mi sensibilidad me llevó a escribir la siguiente canción:
Andar y Andar
Cada vez que encuentro un momento
Para
recordar tu rostro
Tu yo no sé
qué
Pienso que
no he de volver
A vivir la
vida que me hiciste ver
Y no es
bueno pues salgo de mí errando
Para andar
y andar
Detrás de
un todo que no logro alcanzar sin ti
Quizás un
día pueda decir
Que he
llegado a la meta
Que he
encontrado un fin
Mientras
tanto suelo vagar
Pensando,
anhelando si he de llegar
Quién sabe,
pero ese es mi sueño
Y quiero
seguirlo y seguir el ensueño
Sé muy bien
Que es
posible si se quiere hacer
Y el
intento no será un revés
Si tú estás
conmigo
Algo más
sublime, excelso
Tendrá que
venir
E ilusiones
nuevas compartir
Como hoja
que se lleva el viento
Posándose
muy suave en el manso suelo
Con horas
de retraso pero con anhelo
De volver a
casa después de ese vuelo
Ideas aprendidas en el alto encierro
Son muchas
y sentidas a partir del yerro
Difícil implemento dirección de ruta
Pero no hay
nada fácil bajo este cielo
Puede que el caos se apodere de mí
Y los
extremos vuelvan a hacerse sentir
Pues no soy inmune a ese impulso vital
Y no estoy
seguro que lo pueda evitar
Duerme, duerme agente del mal
Duerme,
duerme insignificante animal
Managua,
Mayo de 2003
Después el extravío se fue radicalizando de tal manera que para el 2010, ya separado de mi esposa, pero antes del divorcio, y sabiendo que ya no había retroceso, escribí mi última canción hasta la fecha:
Lo Sé ©
Así fue
Así pasó
Otro día
fuimos
Hoy ya no
No porque
lo quiera
¿Tampoco
vos?
Te amé sin
decirlo
Fue un error
No supe
cómo hacerlo
¿Vos igual?
El
daño ya está hecho
Sin reparar
Qué deseo hcer
Fumando un
cigarrillo
Tomando una
cerveza
Siempre
meditando
La noche es
oscura
No veo
amanecer
No hay
recriminaciones
Es solo un
decir
Mi parte ya
está dada
Yo ya volví a
morir
Si acaso
hay un mañana
Con todo y
despertar
Será por mi
locura
Que no me
puedo dar
Cuánto he
buscado
En los
rincones de mi mente
Un
pensamiento claro
Un algo
diferente
No lo pude encontrar
Frustrado
como siempre
Lo sé
Managua, Septiembre-Octubre
de 2010
Fin del relato, no de la historia
Fin del relato, no de la historia