Translate

Mostrando las entradas con la etiqueta Gorbachov. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Gorbachov. Mostrar todas las entradas

8 de octubre de 2023

Sobre la diplomacia perversa

 

Sobre la diplomacia perversa

(Publicado originalmente en el diario digital La Prensa de Nicaragua) 

 

El 24 de agosto de 1991, el parlamento de la República Socialista de Ucrania proclamó su independencia como un Estado democrático. El acta fue aprobada tres días después del intento de golpe de Estado a Gorbachov en Moscú por  líderes radicales comunistas y de la KGB, con la intención de restaurar el control del Partido Comunista en toda la Unión Soviética (Boris Yeltsin había asumido el liderazgo de la oposición al golpe). 

Recuérdese, por otro lado, que Ucrania había sido anexada a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) al perder la guerra civil contra el ejército bolchevique. Ucrania siempre ha tenido vocación europea, no rusa. De hecho, los ucranianos no son de etnia rusa, salvo una minoría que fue introducida por Stalin en su pretensión de rusificar a Ucrania. Igualmente, Stalin expulsó de Crimea a los tártaros (de etnia túrquica) y los envió a Siberia para sustituirlos con rusos. Más de lo mismo. 

Con la disolución oficial de la URSS a finales de 1991 y con Gorbachov fuera del juego, Boris Yeltsin asumió la presidencia de la que ahora es la Federación de Rusia (o Federación Rusa), que hoy tiene como presidente perenne al ex KGB Vladimir Putin. Putin ha tenido como objetivo la preservación de la autoestima de los rusos después del colapso de la Unión Soviética como potencia mundial, sin embargo se ha excedido en ese objetivo. El ministro de relaciones exteriores ruso recientemente repitió en la Asamblea General de las Naciones Unidas la diatriba de Putin, de que Occidente desea destruir a Rusia, y que por eso se defiende en Ucrania, lo que es un inmenso disparate, una diplomacia perversa. 

Cuando la URSS se disgregó, Yeltsin trató de salvar lo salvable por la debacle que siguió. Algunas regiones de etnia y religión distinta a la rusa, pero dentro del territorio ruso, igual desearon la independencia para recuperar su nacionalidad. Es el caso de Chechenia, al norte del Cáucaso, de etnia caucásica, de tradición guerrera y de religión musulmana suní. La respuesta rusa fue brutal, en particular cuando los chechenos quisieron involucrar a la vecina Daguestán, también musulmana suní y de etnia no rusa. Estas regiones se encuentran entre el Mar Negro y el Mar Caspio, y el Cáucaso tiene grandes reservas petrolíferas. Por tanto, para evitar la separación de Chechenia y de Daguestán, primero Yeltsin y después Putin enviaron artillería pesada, tanques, medios aéreos e infantería para doblegar a los chechenos. Fueron dos las guerras contra Chechenia entre 1994 y 1999. En la primera los rusos fueron derrotados; en la segunda la capital de Chechenia, Grozni, fue destruida. La OTAN no intervino, no le correspondía. 

Cuando la República Socialista de Georgia, en el Cáucaso, se independizó en 1991, reivindicó como territorios propios a Osetia del Sur y a Abjasia (ribereña del Mar Negro), que eran regiones autónomas de Georgia. Los georgianos no son rusos, ni lo son los osetios ni los abjasios, aunque tienen minorías rusas, y Ostia y Abjasia se resistieron. Los rusos en el 2008, de nuevo enviaron artillería pesada, tanques, medios aéreos e infantería para doblegar a los georgianos y se apropiaron de Osetia del Sur y de Abjasia, para que se declararan repúblicas independientes. Estas no son reconocidas internacionalmente con la salvedad de un muy reducido número de Estados, incluyendo a Nicaragua. La OTAN nuevamente no intervino, no tenía por qué, no estaba en su mandato. 




Ahora vamos a Crimea. Era el 2014 y Rusia aprovechó a la mayoría rusa de la península para infiltrar paramilitares y promover la separación de Ucrania por medio de un referendo bajo ocupación. ¿No dijo Nicaragua desde la cancillería después de 1979, que se debía denunciar el Tratado Bárcenas Meneses con Colombia por haberse celebrado bajo la ocupación militar de los Estados Unidos en 1928? ¿Dónde está esa Nicaragua ahora? ¿Y de Ucrania qué decir? Putin hizo lo mismo que en Crimea. Los rusos infiltraron regiones fronterizas de mayoría rusa para promover el separatismo. La respuesta de Ucrania no se hizo esperar para evitar la secesión, y se inició una guerra provocada por Rusia. Posteriormente los rusos promovieron referendos para pretender la anexión de la región del Dombás, y desde principios del 2022 Rusia pretende apropiarse de toda Ucrania. 

Ucrania no es miembro de la OTAN, como tampoco lo es Georgia. Ambos Estados habían solicitado la membresía en el 2008 después de la guerra rusa contra Georgia, pero los miembros de la OTAN no tomaron una decisión para no provocar a Rusia, lo que no sirvió de nada. La OTAN es una alianza defensiva, no ofensiva, pero a Putin lo que le interesa es irse apropiando de territorios que antes fueron del Imperio soviético. Cuando se disolvió la URSS en 1991 Moldavia también se declaró independiente. Los moldavos no non de etnia rusa pero sí lo son los de la pequeña Transnistria, que declaró su independencia de Moldavia y es prorrusa. Transnistria no es reconocida internacionalmente, pero actúa como una república de facto. Tiene un poco más de cuatro mil kilómetros cuadrados y medio millón de habitantes, pero se encuentra estratégicamente entre Moldavia y Ucrania. Ya sabemos qué pasaría si Rusia se apropia de Ucrania. 

La expansión de la OTAN, que cuenta con 31 países europeos y pronto se unirá Suecia, es solo la consecuencia de la solicitud de países libres, soberanos e independientes de pertenecer a una alianza militar defensiva, que se ha hecho indispensable frente a una Rusia agresiva, y en particular por la guerra a Ucrania sin que mediara provocación alguna. Esto motivó que Finlandia y Suecia, dos países antes neutrales, solicitaran su adhesión a la OTAN. Aun así la OTAN como tal no ha desplegado tropas ni armas de ninguna naturaleza en los países que se unieron a la alianza después del colapso de la URSS. La amenaza de Occidente a Rusia es una falacia diplomática de Putin, así como es una falacia que los occidentales se habían comprometido a no incorporar a más países a la OTAN. 

Sobre los acuerdos de Minsk del 2014 y 2015 para solucionar la crisis en la región de Dombás, no vale la pena incursionar puesto que ni Rusia ni Ucrania respetaron esos acuerdos. Recordemos que Víktor Yanukóvich, presidente de Ucrania en el 2013, había suspendido la firma de los acuerdos de asociación y libre comercio con la Unión Europea, y se había vuelto hacia Moscú. Las grandes protestas de los nacionalistas y europeístas ucranianos lo obligaron a renunciar y se refugió en Moscú. Este fue el origen de la crisis separatista en el Dombás. 

Es de rigor sin embargo una breve referencia al Memorando de Budapest de 1994, por el que Ucrania se obligó a renunciar a su arsenal nuclear a cambio de que Moscú, Londres y Washington se comprometieran a respetar su soberanía e integridad territorial. Ucrania cumplió, Rusia no.

 

16 de septiembre de 2023

El marxismo y los molinos de viento


 El marxismo y los molinos de viento

(Publicado anteriormente en el diario digital La Prensa de Nicaragua)

 

“Venció el héroe, y quedando aun luz diurna en la ciudad liberada, al santo recinto se dirigió el vencedor. Sin haberse desprovisto de su vestimenta ensangrentada, llegó con los suyos al templo rescatado; aquí las armas depusieron, y ya cumplida la promesa, sus oraciones elevaron al Señor verdadero.” (Torquato Tasso, Jerusalén liberada, 1575, Canto CXLIV). 

Putin el ruso atrajo con engaños al disidente del paramilitar Grupo Wagner y lo asesinó, como una viuda negra atrae y devora a su pareja después del apareamiento. Prigozhin se había convertido en un peligro para el poder de Putin. Hubo que eliminarlo. Nada nuevo por aquellos lados. 

Los soviéticos marxistas leninistas no fueron la verdadera razón de la creación de la OTAN para contenerlos después de la Segunda Guerra Mundial. La razón fue simplemente que eran rusos expansionistas. La guerra contra Alemania fue la excusa de la venganza de Stalin para expandirse en Europa. Hitler lo engañó después de haber pactado el reparto de Europa. Stalin cayó en la trampa, y para salir de ella llamó a Franklin Roosevelt, el del imperialismo yanqui para que le salvara el trasero. Roosevelt acudió al llamado y salvó a los rusos de la invasión de las hordas alemanas con armamento y avituallamiento. Así fue. Roosevelt igual le salvó el trasero a los Estados Unidos de la agresión japonesa. A Roosevelt lo sustituyó el vicepresidente Truman después de su fallecimiento, el de la bomba atómica porque los japoneses rehusaban rendirse. Así era el honor de la tradición samurái. Japón no habla sin embargo de imperialismo yanqui. Más bien hoy es aliado de los Estados Unidos frente al expansionismo chino en el Pacífico. 

La OTAN no se opuso al Pacto de Varsovia cuando entre 1953 y 1968 Moscú invadió y reprimió todo intento de libertad y de independencia de sus Estados vasallos en Europa, a pesar del compromiso previo de Moscú de permitir elecciones libres. Stalin mintió. Ya desde la Conferencia de Teherán de diciembre de 1943, la de Yalta de febrero de 1945 y la de Potsdam de agosto del mismo año, ya vencida Alemania, Europa fue repartida en esferas de influencia. Stalin se llevó la mayor parte, y le había pedido a los aliados que le permitieran a las tropas rusas ser las primeras en entrar a Berlín, en represalia por la batalla de Stalingrado y el sitio de Leningrado. 

Para cuando Gorbachov en 1985 lanzó su política de apertura y reestructuración de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), no había nada que hacer más que esperar su colapso. Era un régimen fracasado sin base de sustento. Gorbachov no logró estabilizar y conservar la unidad de la URSS que era su verdadera intención. Entre agosto y septiembre de 1989, cuando la República Popular de Hungría y Austria desmantelaron la cerca electrificada fronteriza, docenas de miles de alemanes orientales aprovecharon para pasar de Austria a Alemania Occidental y en noviembre de ese mismo año cayó el muro de Berlín. Gorbachov lo dejó pasar, no tuvo opción, y después de elecciones libres en marzo de 1990, Alemania del Este decidió por inmensa mayoría adherirse a la Alemania del Oeste. De nuevo, Gorbachov no hizo nada, y uno a uno se fueron desprendiendo de Moscú las naciones europeas vasallas del Pacto de Varsovia, habiendo sido Polonia la causa inicial con el movimiento libertario del Sindicato Solidaridad, lidereado por Lech Walesa.   

Con la aquiescencia de las potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial, ocupantes de Berlín (Estados Unidos, Reino Unido, Francia y la Unión Soviética), y con la de ambas Alemanias, Alemania del Este se fusionó con la Alemania del Oeste en octubre de 1990 y se convirtió oficialmente en territorio integral de la República Federal de Alemania, con el compromiso de la OTAN de no desplegar tropas en el territorio de la anterior República Democrática Alemana. Este compromiso se mantiene hasta la fecha. Por otro lado, no ha habido en momento alguno una decisión sobre la no incorporación a la OTAN de otros países europeos libres, soberanos e independientes, que le siguen temiendo a Rusia, y con razón. 

Con la URSS en una severa crisis económica y política, los de la línea dura del régimen comunista y de la KGB que se oponían a las reformas de Gorbachov, incluyendo la descentralización de las 14 repúblicas socialistas conformadas con etnias no rusas, intentaron un golpe de Estado entre el 19 y el 21 de agosto de 1991 que fracasó por la resistencia de los moscovitas y la oposición de los militares lidereados por Boris Yeltsin. Sin embargo el intento de golpe a Gorbachov significó su fin político. Pocos días antes había sido disuelto el Pacto de Varsovia (de defensa colectiva frente a la OTAN) y el 24 de agosto Gorbachov dimitió de la secretaría del Partido Comunista de la URSS. El 6 de noviembre el partido dio por finalizada su existencia. 

Las 14 repúblicas socialistas autónomas (de distintas etnias) de la Unión Soviética en Asia Central, el Cáucaso y el Báltico, se fueron independizando en el transcurso de 1990 y 1991, y el 25 de diciembre de ese último año Gorbachov anunció su dimisión como presidente de la URSS, la que fue disuelta formalmente al día siguiente. Así nació la Federación de Rusia con Boris Yeltsin como su primer presidente, que ahora tiene al leninista de Putin a la cabeza, tratando de reapropiarse de manera violenta de territorios sometidos por el anterior imperio soviético, atacando quijotescamente molinos de viento. 



Aún quedan nostálgicos de la utopía marxista con su fracasada dictadura del proletariado y ahora con su agenda globalista, proletariado que ha sido sustituido por máquinas automatizadas, la informática, la industria de los servicios y la inteligencia artificial. Más peligrosos son los leninistas que aún piensan que con un puñado de terroristas profesionales y una caterva de corruptos pueden mantener sometido a un país que desea ser libre. Vana ilusión.