Translate

Mostrando las entradas con la etiqueta marxismo. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta marxismo. Mostrar todas las entradas

12 de enero de 2025

Totalmente ido

  

 Totalmente ido

(Publicado originalmente en el diario digital de Nicaragua La Prensa)

 

Sí, así es, estoy totalmente ido. No creo en nada ni en nadie (del régimen). Y dicen los que pretenden saber, que el mundo es solo una ilusión de los sentidos. Si un prusiano escribió tiempo atrás, siguiendo a ciertos pensadores de la antigüedad, que no se puede conocer el objeto en sí sino que la percepción del mismo (el fenómeno), otros modernos dicen que tampoco existen los hechos, sino que la interpretación de los mismos. En pocas palabras no existe nada fuera de nuestra mente. ¿Recuerda usted estimado lector cuando hace algunas décadas los jóvenes decían que todo estaba en la mente? Esa era su realidad, un solemne disparate. Era la época de las sustancias (no letales como lo es el fentanilo) que alteraban la percepción de los sentidos y el estado de la conciencia. Por ahí anduve, pero no con eso de que todo estaba en la mente. Absurdo. 

Recuerdo además cuando mi entonces esposa me expresó que era difícil madurar, le pregunté que cuándo, a los 40 me dijo, y ya tenía 60 (cómo extraño bailar con ella). Para los vagos de mente (no dementes) y rebeldes ante la estupidez, no se madura con la edad sino que con la reflexión sobre los conocimientos que se van adquiriendo, y sobre las experiencias que se viven. Ya está dicho que no creo ni en la dialéctica hegeliana ni en la marxista. Esas dialécticas son una falacia. No se progresa de una síntesis a otra (la superación), o dicho o lo Hegel, de una negación de la negación a otra afirmación, y así hasta el espíritu absoluto (la razón o el logos) que comprende el todo, objetivado en el Estado prusiano según él. Marx no se atrevió a tanto. Eso lo trató de hacer Engels, pero contrario al idealismo de Hegel se fue por el materialismo dialéctico, y no llegó a conclusión definitiva alguna. No es ley natural, la evolución de las especies sí lo es, por mutaciones propias del ADN por aquello de la sobrevivencia y la reproducción. 

Marx se fue por el materialismo histórico, interpretando como dialécticos los modos de producción y las relaciones sociales que se derivan de ellos. Fue una interpretación economicista por supuesto (el determinismo económico). Marx fue eso, un economicista, por lo que la sociedad capitalista se dirigía inevitablemente al socialismo, y en última instancia a la sociedad comunista –por vía de la dictadura del proletariado–, o sea a la sociedad mundial utópica, sin clases sociales y sin Estado. Marx ha sido otro falso profeta. El capitalismo es una mierda pero peor es el socialismo, ¿no es así? ¿Viva Cuba, la isla cada vez más empobrecida y esclavizada, administrada por una cúpula de corruptos? Vaya socialismo. 

Y pasó Marx de los modos de producción económica a las relaciones sociales. A las políticas, culturales y jurídicas derivadas de los modos de producción, es decir, a la de una rígida super estructura de dominación sobre el proletariado de entonces, que tendría que adquirir su propia conciencia de clase para en su momento asaltar el poder, y redimir a la humanidad. Curioso, los revolucionarios conocidos en la historia del socialismo han sido pequeño burgueses, como en toda Europa, Asia, África, América Latina, Nicaragua, y peor en Cuba, que sigue hundiéndose en el estiércol y yéndose por la cloaca. No aceptar este hecho es estupidez. Pero el régimen en Cuba no va a soltar la isla, ni a Venezuela o Nicaragua, y pretende ahora reapropiarse de Bolivia por medio de Evo, el de las jovencitas menores de edad, desestabilizando el país con dineros venezolanos, porque Cuba no los tiene. 

Gramsci se contrastó con el pensamiento de Marx, o quizás solo lo complementó, teorizando sobre la hegemonía cultural (ideológica) de los grupos dominantes y su relación con el poder, como un todo, descartando la violencia para llegar al poder. Es decir, superó el determinismo economicista de Marx para pasar al contraste cultural, la actualmente llamada guerra cultural. 

El marxismo tradicional, o lo que queda de él, se ha trasmutado a la ideología woke, es decir, a la ideología progre (busquen), con la que se fusionó. Al inicio lo woke fue legítimo hasta que fue convertido en la ideología de la cancelación, lo del yo sí tú no, y se convirtió en violencia. De nuevo, ¿alguien entiende? Que si soy de derecha, lo que eso significa hoy, no, pero tampoco estúpido. Los del Foro Económico Mundial (Grupo de Davos), y más aún los del semi clandestino Grupo de Bilderberg (sigan buscando), son quienes pretenden administrar el capitalismo global. Con sus medios de comunicación, sus infiltrados y sus mercenarios, todo incluido, inventan y diseminan la posverdad, es decir los falsos relatos que favorecen sus intereses. ¿Ver para creer? Lo estamos viendo en las guerras pretéritas y actuales del Estado Profundo por mantener, recuperar o para instituir su hegemonía. ¿No lo cree usted lector? Del otro lado es lo mismo. ¿Quién se defiende de quién, si así ha sido desde los tiempos de Adán y Eva, que según entiendo no fueron ni rusos ni chinos? 

Nosotros somos las víctimas, los comunes mortales. ¿La superestructura marxista a destruir, o la guerra cultural de largo plazo a lo Gramsci? ¿O qué viene? ¿Más guerras de posición y de colocación GPS de los estúpidos? Al parecer no se sale de esta dicotomía, la del yo sí tú no, y sigue la competencia por influencias geopolíticas (territoriales), recursos naturales y mercados, hasta que ya no haya mercado, estaremos todos muertos. La imaginación y la voluntad para superar la estupidez, ¿dónde está? 

Que si Putin cayó en una trampa al invadir Ucrania, porque los Estados Unidos pretenden debilitar a Rusia para después seguir con la China comunista, es un cuento de nunca acabar. China se contrasta por supuesto, y no se involucra (directamente) en esos pleitos, tendría mucho que perder porque también está y apunta al capitalismo global. China es expansionista en el Mar Oriental y en el Mar Meridional de China, hostigando a todo aquel que se oponga a sus pretensiones; y por aquellos lados también se ha desatado una carrera armamentista no vista antes. Le temen a China, y no por comunista, sino que por su capitalismo de Estado expansionista, la del PCCh, y por aquello de los recursos naturales y las rutas comerciales terrestres y marítimas globales. (La nueva ruta de la seda). 

A ver estimado lector, así llego al último cuento del año 2024. Les deseo un mejor 2025. Escribo desde la Nicaragua bendita y siempre libre. Bendita por quién, ni idea, y libre, qué gracioso. Reflexionen. 



P.S.: Recordando a mi padre Alejandro Carrión Montoya el 22 de diciembre, día de su nacimiento hace 100 años. Se lo llevó un cáncer a los 69. Un gigantesco desperdicio. Love you always and thank you. 


16 de septiembre de 2023

El marxismo y los molinos de viento


 El marxismo y los molinos de viento

(Publicado anteriormente en el diario digital La Prensa de Nicaragua)

 

“Venció el héroe, y quedando aun luz diurna en la ciudad liberada, al santo recinto se dirigió el vencedor. Sin haberse desprovisto de su vestimenta ensangrentada, llegó con los suyos al templo rescatado; aquí las armas depusieron, y ya cumplida la promesa, sus oraciones elevaron al Señor verdadero.” (Torquato Tasso, Jerusalén liberada, 1575, Canto CXLIV). 

Putin el ruso atrajo con engaños al disidente del paramilitar Grupo Wagner y lo asesinó, como una viuda negra atrae y devora a su pareja después del apareamiento. Prigozhin se había convertido en un peligro para el poder de Putin. Hubo que eliminarlo. Nada nuevo por aquellos lados. 

Los soviéticos marxistas leninistas no fueron la verdadera razón de la creación de la OTAN para contenerlos después de la Segunda Guerra Mundial. La razón fue simplemente que eran rusos expansionistas. La guerra contra Alemania fue la excusa de la venganza de Stalin para expandirse en Europa. Hitler lo engañó después de haber pactado el reparto de Europa. Stalin cayó en la trampa, y para salir de ella llamó a Franklin Roosevelt, el del imperialismo yanqui para que le salvara el trasero. Roosevelt acudió al llamado y salvó a los rusos de la invasión de las hordas alemanas con armamento y avituallamiento. Así fue. Roosevelt igual le salvó el trasero a los Estados Unidos de la agresión japonesa. A Roosevelt lo sustituyó el vicepresidente Truman después de su fallecimiento, el de la bomba atómica porque los japoneses rehusaban rendirse. Así era el honor de la tradición samurái. Japón no habla sin embargo de imperialismo yanqui. Más bien hoy es aliado de los Estados Unidos frente al expansionismo chino en el Pacífico. 

La OTAN no se opuso al Pacto de Varsovia cuando entre 1953 y 1968 Moscú invadió y reprimió todo intento de libertad y de independencia de sus Estados vasallos en Europa, a pesar del compromiso previo de Moscú de permitir elecciones libres. Stalin mintió. Ya desde la Conferencia de Teherán de diciembre de 1943, la de Yalta de febrero de 1945 y la de Potsdam de agosto del mismo año, ya vencida Alemania, Europa fue repartida en esferas de influencia. Stalin se llevó la mayor parte, y le había pedido a los aliados que le permitieran a las tropas rusas ser las primeras en entrar a Berlín, en represalia por la batalla de Stalingrado y el sitio de Leningrado. 

Para cuando Gorbachov en 1985 lanzó su política de apertura y reestructuración de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), no había nada que hacer más que esperar su colapso. Era un régimen fracasado sin base de sustento. Gorbachov no logró estabilizar y conservar la unidad de la URSS que era su verdadera intención. Entre agosto y septiembre de 1989, cuando la República Popular de Hungría y Austria desmantelaron la cerca electrificada fronteriza, docenas de miles de alemanes orientales aprovecharon para pasar de Austria a Alemania Occidental y en noviembre de ese mismo año cayó el muro de Berlín. Gorbachov lo dejó pasar, no tuvo opción, y después de elecciones libres en marzo de 1990, Alemania del Este decidió por inmensa mayoría adherirse a la Alemania del Oeste. De nuevo, Gorbachov no hizo nada, y uno a uno se fueron desprendiendo de Moscú las naciones europeas vasallas del Pacto de Varsovia, habiendo sido Polonia la causa inicial con el movimiento libertario del Sindicato Solidaridad, lidereado por Lech Walesa.   

Con la aquiescencia de las potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial, ocupantes de Berlín (Estados Unidos, Reino Unido, Francia y la Unión Soviética), y con la de ambas Alemanias, Alemania del Este se fusionó con la Alemania del Oeste en octubre de 1990 y se convirtió oficialmente en territorio integral de la República Federal de Alemania, con el compromiso de la OTAN de no desplegar tropas en el territorio de la anterior República Democrática Alemana. Este compromiso se mantiene hasta la fecha. Por otro lado, no ha habido en momento alguno una decisión sobre la no incorporación a la OTAN de otros países europeos libres, soberanos e independientes, que le siguen temiendo a Rusia, y con razón. 

Con la URSS en una severa crisis económica y política, los de la línea dura del régimen comunista y de la KGB que se oponían a las reformas de Gorbachov, incluyendo la descentralización de las 14 repúblicas socialistas conformadas con etnias no rusas, intentaron un golpe de Estado entre el 19 y el 21 de agosto de 1991 que fracasó por la resistencia de los moscovitas y la oposición de los militares lidereados por Boris Yeltsin. Sin embargo el intento de golpe a Gorbachov significó su fin político. Pocos días antes había sido disuelto el Pacto de Varsovia (de defensa colectiva frente a la OTAN) y el 24 de agosto Gorbachov dimitió de la secretaría del Partido Comunista de la URSS. El 6 de noviembre el partido dio por finalizada su existencia. 

Las 14 repúblicas socialistas autónomas (de distintas etnias) de la Unión Soviética en Asia Central, el Cáucaso y el Báltico, se fueron independizando en el transcurso de 1990 y 1991, y el 25 de diciembre de ese último año Gorbachov anunció su dimisión como presidente de la URSS, la que fue disuelta formalmente al día siguiente. Así nació la Federación de Rusia con Boris Yeltsin como su primer presidente, que ahora tiene al leninista de Putin a la cabeza, tratando de reapropiarse de manera violenta de territorios sometidos por el anterior imperio soviético, atacando quijotescamente molinos de viento. 



Aún quedan nostálgicos de la utopía marxista con su fracasada dictadura del proletariado y ahora con su agenda globalista, proletariado que ha sido sustituido por máquinas automatizadas, la informática, la industria de los servicios y la inteligencia artificial. Más peligrosos son los leninistas que aún piensan que con un puñado de terroristas profesionales y una caterva de corruptos pueden mantener sometido a un país que desea ser libre. Vana ilusión.