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16 de septiembre de 2023

El marxismo y los molinos de viento


 El marxismo y los molinos de viento

(Publicado anteriormente en el diario digital La Prensa de Nicaragua)

 

“Venció el héroe, y quedando aun luz diurna en la ciudad liberada, al santo recinto se dirigió el vencedor. Sin haberse desprovisto de su vestimenta ensangrentada, llegó con los suyos al templo rescatado; aquí las armas depusieron, y ya cumplida la promesa, sus oraciones elevaron al Señor verdadero.” (Torquato Tasso, Jerusalén liberada, 1575, Canto CXLIV). 

Putin el ruso atrajo con engaños al disidente del paramilitar Grupo Wagner y lo asesinó, como una viuda negra atrae y devora a su pareja después del apareamiento. Prigozhin se había convertido en un peligro para el poder de Putin. Hubo que eliminarlo. Nada nuevo por aquellos lados. 

Los soviéticos marxistas leninistas no fueron la verdadera razón de la creación de la OTAN para contenerlos después de la Segunda Guerra Mundial. La razón fue simplemente que eran rusos expansionistas. La guerra contra Alemania fue la excusa de la venganza de Stalin para expandirse en Europa. Hitler lo engañó después de haber pactado el reparto de Europa. Stalin cayó en la trampa, y para salir de ella llamó a Franklin Roosevelt, el del imperialismo yanqui para que le salvara el trasero. Roosevelt acudió al llamado y salvó a los rusos de la invasión de las hordas alemanas con armamento y avituallamiento. Así fue. Roosevelt igual le salvó el trasero a los Estados Unidos de la agresión japonesa. A Roosevelt lo sustituyó el vicepresidente Truman después de su fallecimiento, el de la bomba atómica porque los japoneses rehusaban rendirse. Así era el honor de la tradición samurái. Japón no habla sin embargo de imperialismo yanqui. Más bien hoy es aliado de los Estados Unidos frente al expansionismo chino en el Pacífico. 

La OTAN no se opuso al Pacto de Varsovia cuando entre 1953 y 1968 Moscú invadió y reprimió todo intento de libertad y de independencia de sus Estados vasallos en Europa, a pesar del compromiso previo de Moscú de permitir elecciones libres. Stalin mintió. Ya desde la Conferencia de Teherán de diciembre de 1943, la de Yalta de febrero de 1945 y la de Potsdam de agosto del mismo año, ya vencida Alemania, Europa fue repartida en esferas de influencia. Stalin se llevó la mayor parte, y le había pedido a los aliados que le permitieran a las tropas rusas ser las primeras en entrar a Berlín, en represalia por la batalla de Stalingrado y el sitio de Leningrado. 

Para cuando Gorbachov en 1985 lanzó su política de apertura y reestructuración de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), no había nada que hacer más que esperar su colapso. Era un régimen fracasado sin base de sustento. Gorbachov no logró estabilizar y conservar la unidad de la URSS que era su verdadera intención. Entre agosto y septiembre de 1989, cuando la República Popular de Hungría y Austria desmantelaron la cerca electrificada fronteriza, docenas de miles de alemanes orientales aprovecharon para pasar de Austria a Alemania Occidental y en noviembre de ese mismo año cayó el muro de Berlín. Gorbachov lo dejó pasar, no tuvo opción, y después de elecciones libres en marzo de 1990, Alemania del Este decidió por inmensa mayoría adherirse a la Alemania del Oeste. De nuevo, Gorbachov no hizo nada, y uno a uno se fueron desprendiendo de Moscú las naciones europeas vasallas del Pacto de Varsovia, habiendo sido Polonia la causa inicial con el movimiento libertario del Sindicato Solidaridad, lidereado por Lech Walesa.   

Con la aquiescencia de las potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial, ocupantes de Berlín (Estados Unidos, Reino Unido, Francia y la Unión Soviética), y con la de ambas Alemanias, Alemania del Este se fusionó con la Alemania del Oeste en octubre de 1990 y se convirtió oficialmente en territorio integral de la República Federal de Alemania, con el compromiso de la OTAN de no desplegar tropas en el territorio de la anterior República Democrática Alemana. Este compromiso se mantiene hasta la fecha. Por otro lado, no ha habido en momento alguno una decisión sobre la no incorporación a la OTAN de otros países europeos libres, soberanos e independientes, que le siguen temiendo a Rusia, y con razón. 

Con la URSS en una severa crisis económica y política, los de la línea dura del régimen comunista y de la KGB que se oponían a las reformas de Gorbachov, incluyendo la descentralización de las 14 repúblicas socialistas conformadas con etnias no rusas, intentaron un golpe de Estado entre el 19 y el 21 de agosto de 1991 que fracasó por la resistencia de los moscovitas y la oposición de los militares lidereados por Boris Yeltsin. Sin embargo el intento de golpe a Gorbachov significó su fin político. Pocos días antes había sido disuelto el Pacto de Varsovia (de defensa colectiva frente a la OTAN) y el 24 de agosto Gorbachov dimitió de la secretaría del Partido Comunista de la URSS. El 6 de noviembre el partido dio por finalizada su existencia. 

Las 14 repúblicas socialistas autónomas (de distintas etnias) de la Unión Soviética en Asia Central, el Cáucaso y el Báltico, se fueron independizando en el transcurso de 1990 y 1991, y el 25 de diciembre de ese último año Gorbachov anunció su dimisión como presidente de la URSS, la que fue disuelta formalmente al día siguiente. Así nació la Federación de Rusia con Boris Yeltsin como su primer presidente, que ahora tiene al leninista de Putin a la cabeza, tratando de reapropiarse de manera violenta de territorios sometidos por el anterior imperio soviético, atacando quijotescamente molinos de viento. 



Aún quedan nostálgicos de la utopía marxista con su fracasada dictadura del proletariado y ahora con su agenda globalista, proletariado que ha sido sustituido por máquinas automatizadas, la informática, la industria de los servicios y la inteligencia artificial. Más peligrosos son los leninistas que aún piensan que con un puñado de terroristas profesionales y una caterva de corruptos pueden mantener sometido a un país que desea ser libre. Vana ilusión.