Del despotismo no ilustrado a la tiranía
Almas iguales juntas, que se dieron tiempo para recordar, que no hay ya
acuerdo para verse, en las lomas en el mar. (Verso cursi de
canción del 2003, adaptado al 2024, y solo para entendedores).
Desconozco quién fue el primero que hizo mención al aforismo griego
“conócete a ti mismo”, pero estaba escrito en el pórtico del templo de Apolo
en Delfos. Sócrates y otros después hicieron referencia al mismo.
Para los que no lo sabían, tampoco el suscrito lo sabía, uno de los primeros libros (papiros) que se conoce sobre asuntos de filosofía es el de Ptahhotep, consejero
del faraón hace más de cuatro mil años en Egipto. En una de esas dijo, y está
escrito, “si eres poderoso actúa de forma que se te respete por tu conocimiento
y por tu calma del lenguaje.” Y agregó “la injusticia abunda, pero el mal nunca
triunfa a largo plazo.” Más filosofía antigua que esa, y además política, no
conozco, y es actual. Espero que esto se entienda porque se trata del bien y el
mal. Ya fueron hechas referencias anteriormente a esta dicotomía hablando del
zoroastrismo. Usted, estimable lector, siga interpretando este texto porque hoy
tengo amnesia parcial.
En cuentos anteriores, para los que se han atrevido a leerlos, he mencionado
que los primeros en pretender interpretar la creación del mundo fueron los
sumerios, por medio de sus deidades míticas; deidades que se encuentran referidas
en las tablillas encontradas en la biblioteca de Nínive, quizás la primera gran
biblioteca en la historia de la humanidad. El agua dulce (los ríos Éufrates y
Tigris), el agua salada (el Golfo Pérsico), y la tierra y el aire, fueron los primeros
elementos que conformaron el mundo, y fueron también considerados deidades.
Los ríos Tigris y Éufrates en Sumeria, así como el Nilo en Egipto, se
desbordaban en las temporadas de lluvia, y los sumerios aprendieron a canalizar
el exceso de los desbordes para la irrigación agrícola. Igual hicieron los
egipcios un tanto después con el Nilo. Yahvé no había sido descubierto todavía,
las deidades eran otras, tanto en Sumeria como en Egipto. Estas fueron las
primeras civilizaciones, a no ser que haya otra más antigua en otro lugar del espacio
sideral.
Por otro lado, el agua, la tierra, el aire y el fuego fueron las primeras
categorías filosóficas racionalizadas por los griegos, desposeyéndolas del
mito, considerándolas como el origen de todas las cosas. Algo así como los
sumerios.
No piense el lector que no soy iconoclasta, porque lo soy. Poco a poco me
iré explicando sin temor hasta llegar a alguna verdad propia antes de perder la
mente o la vida, que es lo mismo. Entre la verdad y la realidad hay una pequeña
pero significativa diferencia. La realidad es lo que existe fuera de nosotros,
y la verdad es la percepción del sujeto que corresponde a la realidad. Difícil
esto, por lo que me detengo aquí.
Cuando Kierkegaard se refirió a la angustia, se refirió a la personal, es
decir, a la de tomar libremente decisiones o a no tomarlas, siendo responsable de
ellas. Claro que esa libertad se refiere a una persona consciente en su medio social,
cultural e histórico. Aquí no se trata, por ahora, de otra cosa que no sea la
base del pensamiento del llamado existencialismo. De ahí la expresión “angustia
existencial”. Kierkegaard llegó a la conclusión que para superar la angustia se
debe llegar a la fe religiosa, a Dios, precisamente para evitar la
desesperación que puede provocar el vacío, la nada según Sartre, ateo confeso.
Nótese que en este te lo cuento no hay fechas de referencia. Cada quien
puede hacer su propia investigación con el buscador de su preferencia. Ahora es
muy fácil con la inteligencia artificial o sin ella.
Camus con su concepción de lo absurdo de la vida se contrastó con Sartre.
Este último expresaba que lo absurdo se superaba por medio de la existencia consciente
(el ser frente al no ser), es decir con la construcción de uno mismo en
libertad. Camus dijo lo contrario, que el absurdo se debe asumir como una
realidad. Sí, asumirlo como una realidad ineluctable e ineludible, y continuar
con la vida, es decir, aceptar el absurdo. Puras cositas filosóficas francesas después
del horror de la Segunda Guerra Mundial, y del pesimismo en el ser humano a la Schopenhauer
de un tiempo más atrás.
Para el suscrito, sin embargo, aceptar el absurdo significa reconocerlo
para superarlo, porque ¿quién no desea superar el absurdo en Nicaragua? De
hecho, tanto Sartre como Camus se opusieron al nazismo hitleriano por su
despotismo no ilustrado, o sea tiránico. Conocieron la ocupación alemana de
Francia y militaron por un tiempo en el partido comunista francés, hasta que
ambos realizaron que el comunismo (soviético) era una falacia, es decir un
dogmatismo burocrático contrario a la libertad.
Esos que hoy llaman nazis, fascistas y ultraderecha a sus opositores al parecer
son existencialistas. Que se expliquen porque son muy confusos y erráticos en
sus diatribas contra un (solo) imperialismo. Basta de manipulaciones de los
ignaros y de los indoctrinados para mantenerse en el poder –con la represión y
la violencia–, porque los existencialistas creen firmemente en la libertad
individual, en la razón crítica y en la existencia consciente.
En Bangladesh, país de algo así como 172 millones de habitantes,
recientemente hubo un levantamiento popular inmenso, que por dos semanas
soportó los embates de la brutal represión de una tiranía que ya duraba 15 años
–por elecciones fraudulentas, la represión y la violencia. Nada nuevo, pero los
insurrectos hicieron caer la tiranía. Las fuerzas de seguridad se negaron a
seguir reprimiendo y a disparar contra los manifestantes, y el ejército presionó
al tirano para que se fuera del país. Igual sucedió en Bolivia cuando Evo
Morales pretendió reelegirse fraudulentamente. Los militares le pegaron una
patada en el trasero que lo hizo volar hasta México, hacia su amigo AMLO.
Este es un cuento más o menos corto, de nuevo, para no aburrir. Vendrán
otros mientras pueda y mientras alguno que otro esté dispuesto a seguir leyendo
entre líneas. Sobre el título del presente te lo cuento “Del despotismo no
ilustrado a la tiranía”, lo dejo a la imaginación del lector. Expreso sin
embargo mi admiración por María Corina Machado, esa heroína de las américas del
siglo XXI que lucha valientemente contra la tiranía en Venezuela. Ni Satanás es
eterno, las fuerzas del bien lo derrotarán y será eliminado para siempre. Está
escrito en el Libro del Apocalipsis.
Sobre las desigualdades sociales y económicas haré una referencia en otro momento. No he sido ni soy insensible a las injusticias; e insisto en que no soy enemigo de nadie, más que de mí mismo.