La Caída del Falso Templo
Y van más allá las sociedades tecnológicas modernas con sus propias
contradicciones pasadas y presentes, dejando por fuera esta provincia de falsos
profetas que no logran asimilar la rebeldía ciudadana, ni Paul el Ojo de Horus; y “se concedió infundir
el aliento de la Bestia para que fueran exterminados los que no la adoraban”
(el Apocalipsis). Y la Bestia seguirá reinando por la espada con los suyos
hasta su defenestración por decisión libre y soberana de quienes no le temen.
No se debe tampoco temer al futuro, a lo distinto, a los de la UNAB, a aquéllos que se la han jugado por años, organizados, coherentes y combativos. No especulen los temerosos que su mundo se viene abajo con la UNAB, menos con la influencia moderadora de la Alianza Cívica. La esperada gran coalición deberá incorporar los supuestos democráticos originales de una revolución que en sus inicios deslumbró al mundo. Los ultrá, de cualquier signo que sean, que se aglutinen entre ellos mismos para competir en primarias.
Los radicalismos utópicos son cosa del pasado, y los del falso templo
tiemblan ante la ola del cambio, la de los principios democráticos de las promesas incumplidas del 79. Los otrora
comandantes usaron la concentración del poder y la excusa de la guerra
provocada por su soberbia, para no cumplirlas. Pensé, inicialmente, que después
de aquella dictadura dinástica se requeriría al menos una década para llegar a
la entonces llamada izquierda democrática, aún si imperfecta, pero guiados por
los otrora dirigentes, porque toda democracia es un proceso de crecimiento
social y cultural. Me equivoqué y rectifiqué.
Hoy tiemblan los falsos profetas del falso templo, los que se dicen seguidores del de la Escuela Magnético Espiritual. Juana la Loca le dijeron en su época a una reinante, y falleció sin pena ni gloria. Que no se detenga por tanto la ola del cambio, ni de la burla. Amén.