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1 de febrero de 2015

Desunión Regional VII


Humberto Carrión
(Doctor en Derecho, LL.M.)


CAUSAS HISTÓRICAS DE LA DESUNIÓN EN CENTROAMÉRCIADESDE LA CONQUISTA HASTA MEDIADOS DEL SIGLO XX
PARTE VII - FINAL



HACIA EL ENFOQUE ECONÓMICO 
DE LA INTEGRACIÓN CENTROAMERICANA


Recapitulando la historia

Las semillas de la desunión en Centroamérica habían sido plantadas profundamente en cada una de las provincias en los 300 años que duró el dominio español. Menos de dos décadas después de la independencia política en 1821 el experimento de la federación fracasó y cada Estado tomó su propio rumbo. Posteriormente dos potencias extranjeras entraron en ruta de colisión --Gran Bretaña y los Estados Unidos de América-- por el control del istmo debido a su posición geográfica estratégica. Una tregua formal se logró entre esas potencias en 1850 con la firma y ratificación del Tratado Clayton-Bulwer después que ambas habían explotado las diferencias entre los grupos políticos rivales en la región. Esa tregua entre las potencias significó el inicio del fin del imperialismo británico en Centroamérica y su sustitución por la hegemonía de los Estados Unidos, y para los inicios del siglo XX se había hecho evidente que Centroamérica había sido colocada en la corriente neocolonial de una nueva potencia mundial.




Por otro lado, antes y después de las reformas liberales del siglo XIX en Centroamérica, las vías y los medios terrestres y marítimos de transporte se crearon para comunicarse con puertos de Europa y los Estados Unidos. No se hicieron esfuerzos ni existieron las condiciones para que la comunicación se dirigiera también hacia los mismos países de la región. Esta tendencia eventualmente se consolidó, y mientras duró la Gran Depresión de los años 30 del siglo XX, los grupos dominantes nacionales y sus representantes gubernamentales descartaron cualquier iniciativa de integración política que pusiera en peligro su propia posición interna. Las prácticas dictatoriales y represivas para preservar el viejo orden se intensificaron en esta época, cuando la economía de la región fue grandemente afectada y el descontento popular se hizo manifiesto.

Un cierto desarrollo económico y social, aunque desigual, se había alcanzado en los países del área, especialmente en las ciudades capitales. Habían surgido nuevas clases medias que se pusieron al frente del descontento popular, y los ejemplos de la Revolución Mexicana y la Revolución Rusa, unidos a la diseminación del pensamiento socialista, estimularon las luchas sociales durante la crisis económica. Estas luchas fueron particularmente agudas en El Salvador, donde su reducida extensión territorial y el limitado acceso de los campesinos a la tierra impidió que la población se refugiara en la economía de subsistencia. En Nicaragua, la ocupación militar extranjera polarizó un sector popular considerable, que fue representado por Augusto Sandino hasta su asesinato en 1934 y el exterminio de su movimiento progresista, conocido en el país como la Masacre de Wiwilí.

Solo en Costa Rica se administraron institucionalmente los consecuencias de la crisis. Hacia los inicios de la década de los 40 este país demostró su capacidad de adaptación a los tiempos promulgando y ejecutando leyes avanzadas en el campo laboral y la seguridad social. No obstante, los efectos prolongados de la crisis durante la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial revelaron las limitaciones de la economía agroexportadora, así como el estancamiento de la capacidad renovadora y modernizadora de los grupos dirigentes en su conjunto.

El régimen de tenencia de la tierra y las relaciones laborales de la economía de exportación, entre otros factores, impidieron el surgimiento de un sector industrial con nuevos y más dinámicos actores políticos y sociales. Seguramente éstos habrían reformado y modernizado las instituciones en todos los órdenes de la producción económica. Sin embargo, los integrantes de los gobiernos y sus representados eran ya ideológicamente atrasados y no se interesaron en la producción de manufacturas, por el peligro que significaba el cambio. Las políticas económicas fueron más bien deflacionarias, restringiendo el crédito y el gasto público, agravando los efectos de la crisis. Así las cosas, una coyuntura favorable para promover el desarrollo hacia adentro por medio de la sustitución de importaciones fue simplemente obviada. Solo algunas industrias menores fueron creadas de manera espontánea y limitada, especialmente en Guatemala, El Salvador y Costa Rica. Guatemala en 1946, el país más "industrializado" del área, ocupaba solo el 3.0 por ciento de la población económicamente activa en el sector industrial. (Fuente: Naciones Unidas).

Las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial

El gobierno de los Estados Unidos firmó convenios bilaterales con los países de la región y financió la producción de fibras y aceites vegetales para satisfacer la demanda de productos estratégicos durante el esfuerzo bélico. Esta producción fue realizada sobre todo por la United Fruit Co. y otras compañías estadounidenses, pero algunos productores locales se beneficiaron con el cultivo del algodón. Esta diversificación en la estructura productiva fue temporal y sus efectos económicos limitados. Con la excepción del algodón duró solo hasta el fin de la guerra, y las exportaciones al mercado de los EE.UU., incluyendo el café, estuvo sujeto a cuotas y al control de precios.

La nueva inversión extranjera reforzó a los gobiernos centroamericanos, a sus formas y métodos para continuar en el poder. La influencia de los Estados Unidos en el sistema inter-americano y sus relaciones diplomáticas con los países de la región también contribuyeron con la estabilidad de las dictaduras. A través de la Política del Buen Vecino y del desarrollo y reforzamiento del sistema de seguridad hemisférico, Franklin D. Roosevelt aglutinó a Centromérica alrededor del esfuerzo bélico que veía venir en Europa y que se materializó en la Segunda Guerra Mundial. En este sentido los EE.UU. tuvieron acceso total a las materias primas de la región, promovieron la inversión directa y financiaron la compra de equipos y materiales para iniciar la construcción de la carretera panamericana, con el objeto de proteger el canal por Panamá. La carretera, aunque incompleta, permitió un ligero aumento del comercio intrarregional, que en 1950 tuvo un monto de apenas US$ 8.3 millones, equivalentes a un 3.6 por ciento del total de las importaciones de la región. Más del 80 por ciento del comercio intrarregional se realizaba entre Guatemala, Honduras y el Salvador --el triángulo del norte. (Fuentes: Naciones Unidas e Isaac Cohen Orantes).

Los EE.UU. también acreditaron misiones militares en Centroamérica y crearon y financiaron un plan de rearme con el fin de mantener a gobiernos amigos en el poder. De hecho, con la Política del Buen Vecino y los principios y mecanismos de defensa del sistema inter-americano los EE.UU. sustituyeron la intervención directa con la indirecta. Una vez terminada la guerra, los grupos nacionales dominantes y los gobiernos del área fueron totalmente dependientes del mercado y del apoyo político y económico de aquel país. Es más, el fin de la Segunda Guerra dio inicio a otra muy cruenta en la región --la guerra fría-- que se tradujo en un interés muy particular de los Estados Unidos en el área. El importante experimento político, económico y social que comenzó en Guatemala en 1944 para el cambio, fue truncado años después cuando el gobierno de ese país limitó y redujo las concesiones y privilegios de la United Fruit Co., con el objeto de realizar una reforma agraria. 

Paradójicamente, la victoria de las fuerzas aliadas sobre el nazi-fascismo en Europa --Estados Unidos, Unión Soviética, Reino Unido y Francia-- había estimulado a un grupo de jóvenes militares e intelectuales guatemaltecos a hacer una revolución liberal y democrática, y a retomar la idea de la Federación Centroamericana.




Los años de la post guerra

Entre 1945 y 1955 hubo un incremento sustancial en los precios de los dos productos primarios de exportación de la región --el café y el banano-- por la fuerte recuperación del comercio internacional cuando la Segunda Guerra terminó. Este hecho favoreció una cierta diversificación agropecuaria y agroindustrial también para la exportación. Se comenzó a sembrar algodón en gran escala, seguido de la caña de azúcar y la producción de carne de res. Esta diversificación sin embargo no significó una alteración de las estructuras económicas y sociales existentes, y para promover el desarrollo interno, los gobiernos continuaron siendo fuertemente dependientes de los impuestos al comercio exterior.

El impacto de esta prosperidad varió en cada país en relación a su desarrollo relativo. En Nicaragua el algodón se convirtió en el principal producto de exportación, y en Honduras la mitad de la población continuó siendo dependiente de la producción del banano. En 1950 las exportaciones de los dos rubros principales en cada una de esas dos naciones representaban más del 73 por ciento del total; y los impuestos al comercio exterior significaban aproximadamente el 60 por ciento de los ingresos fiscales. Estos datos ponen en evidencia la relación dependiente de Honduras y Nicaragua de los precios internacionales del algodón y del banano, que era extensiva al resto de los países del área en lo que se refiere al café. (Fuente: James D. Cochrane).

Los precios de los productos agrícolas comenzaron a caer nuevamente después de 1955 y las sociedades centroamericanas se encontraron con los mismos problemas de siempre: Dependencia de los monocultivos y de los precios en el mercado mundial, concentración creciente de la tenencia de la tierra y los ingresos, atraso e insuficiencia en la producción para el consumo interno, lentitud en el crecimiento industrial, etc. Los años de la post guerra deben ser considerados entonces como un período de diversificación de las exportaciones alrededor de un patrón básicamente estancado. El crecimiento económico anual de los países centroamericanos se redujo del 4 por ciento entre 1945 y 1955 al 2.7 por ciento entre 1957 y 1961. El crecimiento de los ingresos fiscales también se redujo del 8.6 al 4.3 por ciento anual entre los mismos períodos. Por otro lado, la producción industrial en la región representaba solo el 10 por ciento del producto interno bruto, y ocupaba no más del 11 por ciento de la población económicamente activa. Mientras tanto la población en su conjunto se había duplicado desde 1925 y crecía a un ritmo del 3.3 por ciento al año. (Fuentes: Naciones Unidas y Gary W. Wynia). 

Fue en este contexto que se hizo evidente para los gobernantes y planificadores de la región que, sin modificar las estructuras económicas, políticas y sociales existentes --el orden establecido--, se debía crear un nuevo enfoque para el desarrollo económico, aprovechando la reciente creación de los organismos internacionales de financiamiento y asistencia técnica después de la Segunda Guerra, particularmente de la Comisión Económica de las Naciones Unidas para América Latina. En 1951 los gobiernos de la región estaban preparados para crear y experimentar un esquema de integración económica gradual, después que otro intento de integración política había fracasado 4 años antes.

P.S.: De nuevo, la totalidad de la tesis unversitaria en idioma inglés utilizada para escribir estos artículos se encuentra en este vínculo.

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El proceso de la integración en Centroamérica hoy está así:





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Desunión Regional VI



Humberto Carrión
(Doctor en Derecho, LL.M.)


CAUSAS HISTÓRICAS DE LA DESUNIÓN EN CENTROAMÉRCIA

DESDE LA CONQUISTA HASTA MEDIADOS DEL SIGLO XX

PARTE VI


LIMITACIONES DE LA ECONOMÍA DE EXPORTACIÓN 


Premisas

Las unidades territoriales que conformaron Centroamérica durante la colonia permanecieron económicamente aisladas unas de otras. El comercio interprovincial era escaso y desalentado por las altas tarifas arancelarias, por los costos del transporte y por la política comercial monopolista de la metrópolis española. Incluso, el acceso a las corporaciones de comerciantes en España fue limitado e irregular. Un reducido número de puertos en Centroamérica fue autorizado para embarcar y desembarcar mercaderías, que solo podían ser enviadas o recibidas del puerto de Cádiz o Sevilla. Además, las provincias de la región estaban alejadas de las rutas marítimas principales. Mucho tiempo debía pasar antes de que una flota mercante-militar de la metrópolis arribara a puerto centroamericano, particularmente después de la derrota de la Armada Invencible en 1588


Batalla de la Armada Invencible, 1588


Hacia los inicios del siglo XIX las provincias de la región tenían paralizadas las actividades de producción y comercio, no solo con España, sino que entre ellas mismas puesto que habían sido organizadas como unidades económicas y administrativas autosuficientes, cada una produciendo los mismos productos básicos. En 1821, año de la independencia, no existían pues ni las condiciones ni las posibilidades del comercio intrarregional. Ya a finales del siglo XVIII la situación era tan difícil que la Capitanía General no tenía fondos para pagar los gastos corrientes de la administración. El déficit anual lo cubrió el tesoro mexicano hasta la independencia.

Fue hasta después de la independencia y de la adopción de una libre política de comercio que las exportaciones de la región comenzaron a crecer. De hecho se duplicaron entre 1821 y 1825 hasta que las guerras civiles y la política intervencionista de los caudillos crearon una inestabilidad casi permanente en todos los sectores de la vida social, salvo en Costa Rica. Los conservadores que gobernaron entre 1840 y 1870 proveyeron una relativa estabilidad política a pesar de la activa e incluso agresiva diplomacia de las potencias anglosajona y angloamericana; y de la aventura de William Walker y de su "destino manifiesto". Sin embargo, el crecimiento económico de Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua encontraron obstáculos significativos en la rígida organización jurídica y social de la época. No fue pues casual que entre los 1870 y los 1890 los líderes liberales encontraran su principal apoyo en los grupos sociales y económicos descontentos que tenían una mentalidad pro capitalista.

En el último cuarto del siglo XIX los liberales en toda Centroamérica encomiaron la carrera hacia el lucro, adoptaron el sistema de propiedad privada contenida en las leyes francesas y facilitaron el desarrollo del crédito para la producción y exportación del café. Guatemala incrementó su producción de 47.6 millones de libras en 1884-85 a 66.1 millones en 1899-1900 mientras que en 1854, durante el régimen conservador, la cochinilla alcanzó la cosecha pico de 2.5 millones de libras. En El Salvador la producción de café pasó de 20 a 48.9 millones de libras en el mismo período indicado, en comparación con 2.2 millones de libras de índigo en 1850. (Fuente: Naciones Unidas).

Esta actividad mono exportadora fue la única posible dadas las circunstancias. Las economías industriales en expansión de los ahora países desarrollados crearon las condiciones para que los países del área se convirtieran en proveedores de materia prima agrícola requerida en el mercado internacional. Como desde un inicio la región careció de una base tecnológica y de recursos de capital, los vertiginosos descubrimientos tecnológicos y los procesos industriales en Europa y los Estados Unidos fueron conocidos solo como bienes y servicios de consumo.

Por otro lado, los préstamos extranjeros no fueron suficientes para financiar los proyectos de infraestructura necesarios para la economía de exportación. Sus términos eran muy onerosos, y las comisiones y descuentos de su valor nominal establecidos por los bancos ingleses significaba que los países prestatarios recibían una fracción del valor contratado. Los gobiernos de la región se encontraron en la imposibilidad de terminar los proyectos iniciados, y por esta razón tuvieron que recurrir a las compañías bananeras de los Estados Unidos para finalizar proyectos de construcción de puertos, ferrocarriles y sistemas de telecomunicación, a cambio de concesiones generosas a largo plazo de tierras, la propiedad o la administración de las obras construidas, repatriación libre de capital y exenciones fiscales.

Paradójicamente mucha de esta infraestructura no fue apta para el desarrollo interno de los países del área, particularmente en Honduras, donde se construyeron puertos y ferrocarriles exclusivamente en beneficio de las empresas bananeras. Tampoco los salarios pagados a los miles de trabajadores en las plantaciones fueron suficientes para estimular un mercado nacional puesto que la demanda de manufacturas se satisfacía en los comisariatos de las empresas extranjeras, que ofrecían productos introducidos al país libre de impuestos.


Carga del banano en aquella época

Como hemos mencionado en otra ocasión, las experiencias individuales en Honduras y Nicaragua fueron distintas en relación a la formación de las economías exportadoras. Fue hasta finales de la Segunda Guerra Mundial que Nicaragua fue capaz de consolidarla ya que las guerras civiles, la Guerra Nacional y la posterior intervención y ocupación de los EE.UU. tuvieron como consecuencias el retraso del proceso agro-exportador. En Honduras, la exportación de café apenas comenzó en los años posteriores al conflicto bélico mundial. Los intereses locales en esa actividad productiva carecían del poder y por tanto del control sobre los recursos de tierra, financieros y mano de obra necesarios para organizar de manera efectiva la economía de exportación. En otras palabras, no estaban en grado de competir con las grandes empresas bananeras, alrededor de las que giraba la política del país puesto que "las reformas liberales no llegaron realmente a consumarse, y a Honduras le faltó una propia economía nacional de exportación." (Traducido de Carlos M. Castillo, Growth and Integration in Central America, 1966).  Mientras Guatemala y El Salvador exportaron un promedio anual de 102.5 y 96.8 millones de libras de café respectivamente entre 1920 y 1930, Honduras exportó apenas un promedio de 2.5 millones y Nicaragua 29.2 millones de libras. (Fuente: FAO).

La crisis del sector exportador

En todo caso, las limitadas políticas económicas de todos los países centroamericanos, es decir, la exportación de un producto agrícola principal y la importación de manufacturas, condujo a desequilibrios y distorsiones macro económicas considerables: déficit en la balanza de pagos, déficit fiscales y fluctuaciones en los precios internos, que afectaron negativamente el curso de la economía de la región hasta mediados del siglo XX. Una de las causas principales de estos desequilibrios fue el sistema monetario bimetálico heredado de la colonia. La crisis se manifestó en el último cuarto del siglo XIX, precisamente cuando el sector exportador estaba creciendo. El precio de la plata cayó con el descubrimiento y explotación de nuevos depósitos mundiales, y el oro escaseó --aumentando su valor-- como resultado de la adopción del patrón oro en los países industrializados y del agotamiento de las vetas en California. Así las cosas, la plata perdió su valor de cambio en el mercado internacional cuando los gobiernos centroamericanos estaban tomando medidas para adoptar el patrón plata como sistema monetario único.

El continuo aumento del precio del oro frente al de la plata constituyó un obstáculo real a los intentos de organizar los regímenes económicos en la región, dado que las importaciones se pagaban en oro y se vendían internamente por plata. Fue solo entre 1900 y 1924 que todos los países del área adoptaron el patrón oro, que tuvo sin embargo un comienzo precario. La emisión de papel moneda sin el suficiente respaldo en oro redujo su valor de cambio y se agravó el fenómeno inflacionario. Posteriormente la depresión y recesión mundial de los años 30 y el advenimiento de la Segunda Guerra Mundial (1939-45) evitaron la constitución de un sistema monetario estable. Este objetivo se logró solo en los años posteriores a la guerra, cuando el volumen del comercio internacional recuperó y superó sus niveles anteriores; el precio del café aumentó; y se creó el Fondo Monetario Internacional como mecanismo estabilizador de las monedas de los países miembros.

La segunda causa histórica de desequilibrios macro económicos en la región ha sido el deterioro periódico del precio del café en el mercado internacional. Las grandes cosechas en Brasil o la baja demanda del mercado en ciertos períodos de crisis mundiales han tenido como resultado la reducción del precio y de la demanda anual del café centroamericano, que pasó del 2 por ciento entre 1882 y 1930, al 0.2 por ciento entre 1930 y 1945. El crecimiento en la demanda de bananos difícilmente alcanzó el 1 por ciento anual entre 1926 y 1955. (Fuentes: Naciones Unidas, V.D. Wickizer y J. Wolf).

Esta reducción y estancamiento de las exportaciones se debió también a las medidas proteccionistas adoptadas por los gobiernos europeos y de los Estados Unidos en la década de los 30 para proteger sus propios mercados y su balanza comercial. Esas medidas fueron cuotas a la importación, aranceles aduaneros más altos, impuestos al consumo y acuerdos preferenciales con países distintos a los centroamericanos. Los EE.UU. readoptaron el sistema de cuotas durante los años 40, pero las causas principales a largo plazo del estancamiento de las exportaciones centroamericanas fueron la introducción de las frutas procesadas y enlatadas en los mercados desarrollados, y la saturación de la oferta de café y bananos en esos mercados. La participación de la región en el mercado mundial del café pasó del 18.3 por ciento en 1900 al 9.5 por ciento en 1960, mientras que la participación bananera pasó del 54.1 por ciento entre 1920 y 1928 al 36.7 por ciento entre 1933 y 1957. (Fuentes: Naciones Unidas y Antonio Di Fulvio). 

Causas adicionales del declive de la producción y exportación de bananos han sido la destrucción de las plantaciones por catástrofes naturales --huracanes y enfermedades de la fruta--, la agitación laboral esporádica en las plantaciones, las decisiones judiciales anti monopolio en los Estados Unidos contra la United Fruit Co. y las modificaciones de la estrategia de esa compañía en la producción de la fruta en Centroamérica.

Los efectos de la crisis en el desarrollo interno de los países de la región

Las crisis económicas internas provocadas por las fluctuaciones de los precios de los productos agrícolas en el mercado internacional debilitaron la capacidad de los países del área para alcanzar un desarrollo económico sostenido. 

Las pautas tradicionales de las crisis en Centroamérica han sido muy conocidas. Los precios de las exportaciones caen, se reduce el acceso a las divisas y se agotan las reservas. El crédito, las importaciones y los ingresos de los gobiernos disminuyen, aumenta el desempleo y se reduce el uso de la capacidad de producción. La mayor parte del peso recaía sobre los trabajadores del sector exportador debido a la pérdida del trabajo o porque recibían salarios más bajos. Esto reducía las pérdidas de los propietarios de las plantaciones, quienes además obtenían moratorias en el pago de sus deudas comerciales. Un equilibrio precario podía ser mantenido por un tiempo porque una parte de los desempleados eran reabsorbidos por la economía rural de subsistencia. Aquéllos que permanecían en las plantaciones producían sus propios alimentos. (Traducido de Carlos M. Castillo, op.cit.).

Entre 1930 y 1945 el estancamiento económico de la región y la crisis del modelo se hizo sentir cuando los precios del café y del banano experimentaron su caída más drástica y persistente. En la década de los 30 en particular los ingresos públicos --impuestos a la exportación y a la importación-- y las reservas monetarias se redujeron en un 50 por ciento en la región. Por otro lado el precio de los productos de consumo aumentó sensiblemente como resultado de la depreciación de las monedas nacionales y los gobiernos no estuvieron en grado de pagar el servicio de la deuda externa, perdiendo el acceso a los centros financieros internacionales; y la inversión privada directa disminuyó en un 40 por ciento. A pesar de este dramático escenario los grupos dominantes no hicieron esfuerzo alguno para diversificar las economías nacionales, para introducir cambios en las estructuras productivas, ni para aumentar la productividad de la existente.

Era evidente que el sistema económico y de relaciones sociales creado por los liberales del siglo XIX se había agotado y que ya no era capaz de crear empleos ni expectativas de desarrollo para la creciente población, que pasó de 5.3 a 7 millones entre 1930 y 1945. Las dictaduras militares y represivas proliferaron en cuatro de los cinco países del área para preservar el estado de cosas: Jorge Ubico en Guatemala hasta 1944; Maximiliano Hernández Martínez en El Salvador también hasta 1944; Tiburcio Carías en Honduras hasta 1948; y Anastasio Somoza García en Nicaragua hasta 1956. Los Estados Unidos, como potencia hegemónica incontrastada en el hemisferio occidental, desarrollaron su política de alianzas con los dictadores de turno en Centroamérica para proteger sus intereses geopolíticos en lo que llamaron su "patio trasero". Ya no era España, ni Inglaterra, ni Francia, ni Alemania, ni Japón la nación rival, sino que una más temible, la Unión Soviética.


Centroamérica es el centro del continente 


El sector alimentario

El establecimiento de la economía de exportación en Centroamérica no se tradujo en cambios sustanciales que condujeran a realmente nuevas estructuras económicas y sociales. Como hemos ya indicado, el proceso de transformación se limitó solo a algunos subsectores --la producción agrícola para la exportación, importación, transporte, banca, seguros y telecomunicaciones. La producción de alimentos para los mercados internos continuó más que todo sobre la base de la economía de subsistencia. Las actividades de transformación manufacturera quedaron en el nivel rústico y artesanal. Además, los sistemas internos de transporte y comunicaciones se crearon solamente en las zonas urbanas y en las plantaciones de café y bananos. Muy poco fue hecho en otras áreas para facilitar el proceso de integración nacional.

Por otra parte, con el mayor valor atribuido a la producción para la exportación y las políticas económicas que favorecían el esquema exportación de café-importación de manufacturas, los grandes propietarios de tierra no tenían incentivos para producir comercialmente granos y otros productos básicos de consumo. Fue de esta manera que el sistema económico de producción agrícola se dividió en un sector monetizado --la producción para la exportación-- y otro no monetizado o solo parcialmente monetizado --la economía de subsistencia. Este último se refiere a los pequeños productores asentados en los mini y medio fundios, desplazados a tierras marginales y pobres, alejados de los medios de comunicación y transporte, y sin acceso --o con un acceso limitado-- al crédito, los insumos y la tecnología. Sin embargo, este era el sector que producía granos básicos y otros productos esenciales para los centros urbanos, que a mediados del siglo XX contenían solo el 25 por ciento de la población. Como consecuencia, el sector agrícola alimentario permaneció estancado. (Castillo, 1966).

En ausencia de tarifas arancelarias de protección o de otras medidas de gobierno para la promoción de la producción local, la escacés creciente de alimentos se superaba con las importaciones. Las políticas liberales tendieron a perpetuar el aislamiento del sector alimentario frente a la economía monetizada, en favor de la economía de exportación. Siendo inexistentes los cambios radicales en la productividad del sistema, la monetización del sector alimentario habría aumentado los salarios pagados en las plantaciones de café ... con el correspondiente deterioro en los márgenes de ganancia. En adición, el pago de mayores precios por granos básicos habría constituido una fuente alternativa de dinero para los pequeños productores [minifundio], haciendo más difícil la consecución de mano de obra para las plantaciones durante las cosechas. Sucedió entonces que el sector alimentario no fue monetizado, los trabajadores permanentes en las plantaciones produjeron sus propios alimentos, los márgenes de ganancia se mantuvieron altos y el mercado de alimentos se conservó reducido. (Traducido de Carlos M. Castillo, op.cit.).

En 1950 la población rural sumaba 5.9 millones de personas equivalentes al 74.7 por ciento del total, de las que 2 millones aproximadamente eran económicamente activas. De éstos solo unos 100 mil eran trabajadores totalmente asalariados (jornaleros) de los que un 80 por ciento se encontraba en las plantaciones de banano. En las plantaciones de café solo una minoría de trabajadores recibía en efectivo el 100 por ciento de su jornal. Por otro lado, los campesinos sin tierra representaban el 26.4 por ciento de la población rural y los minifundios el 52.2 por ciento. El índice de analfabetismo en el agro alcanzaba el 80 por ciento, excepto en Costa Rica, donde llegaba al 28 por ciento. De esta manera los bajos ingresos y el aislamiento del sector campesino, frente a las economías nacionales, explican por qué ese sector, tan importante en número representaba solo el 10 por ciento del total del circulante en la región. (Fuentes: Naciones Unidas y Unión Panamericana).


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Vídeo sobre el comercio  iberoamericano durante la Colonia



Desunión Regional V


Humberto Carrión
(Doctor en Derecho, LL.M.)


CAUSAS HISTÓRICAS DE LA DESUNIÓN EN CENTROAMÉRCIA

DESDE LA CONQUISTA HASTA MEDIADOS DEL SIGLO XXPARTE V


CAUSAS HISTÓRICAS DE LA DESUNIÓN POLÍTICA 

  
El legado de la federación

Como hemos analizado anteriormente, cuando en Centroamérica se declaró la independencia de España, no existían las condiciones socio-económicas ni las bases culturales necesarias para crear una República Federal estable. El fracaso de la política unionista liberal se debió entonces a la debilidad e incapacidad de un sector social, que no estuvo en grado de darle un significado nacional y regional a su acción política y militar. Con la ruptura formal de la federación en 1838 se demostraron los obstáculos reales presentes en la región para constituir un poder central hegemónico que modificara exitosamente las estructuras e instituciones coloniales. Dicho de otra manera, las fuerzas liberales fueron insuficientes para neutralizar y doblegar la resistencia de las fuerzas separatistas que provenían del reciente pasado colonial. No obstante, desde la disolución de la federación hasta mediados del siglo XX hubo por lo menos veinticinco intentos formales y oficiales de reconstruirla, es decir, la unión política, cuando los liberales estuvieron simultáneamente en el poder en varios de los estados centroamericanos.

La Federación Centroamericana 1824 - 1838


Durante la segunda mitad del siglo XIX algunos de esos intentos se hicieron como reacción a las presiones inglesas para exigir el pago de la deuda externa y compensaciones monetarias a sus ciudadanos, o para mantener y extender su dominio en la región. El caso Walker y de su pandilla de filibusterosmediados del siglo XIX también originó un intento de unión política, y durante las primeras dos décadas del siglo XX, por lo menos un intento más fue hecho como respuesta a la penetración de los Estados Unidos en el área. Pero en su conjunto, los esfuerzos para alcanzar la unión tuvieron una duración muy breve y no incluyeron a todos los países. En realidad esos esfuerzos no progresaron más allá de la fase inicial de planificación y organización.

Al lado de estas iniciativas para rehacer la federación, los estados centroamericanos se dieron a la tarea de firmar todo tipo de convenios y tratados bilaterales y multilaterales de paz, amistad y comercio, y de alianzas político-militares que siguieron la misma suerte de los intentos para hacer la unión. La regularidad con que estos convenios y tratados se suscribieron o se reiteraron indica la inestabilidad política en que vivían los países de Centroamérica, con la ya conocida excepción de Costa Rica. Entre 1840 y 1906 muchos de los acuerdos que se firmaron se refirieron a la terminación de disputas entre gobiernos, al final de la intervención de un estado en los asuntos de otro, o a las alianzas de dos o más países para derrocar el gobierno de un tercer estado. Estos movimientos --rebeliones, sublevaciones, guerras, intervenciones-- se debieron más que todo a la rivalidad tradicional entre liberales y conservadores, pero en otros casos el motivo fue la ambición de un individuo por el poder, o la rivalidad entre caudillos de distintos países.

Entre 1842 y 1950, los tratados y convenios bilaterales y multilaterales de paz, amistad y comercio, así como otros acuerdos relacionados con la unión política, generalmente incluyeron los principios de no intervención, neutralidad, extradición, arbitraje obligatorio para resolver las disputas intergubernamentales, y libre comercio. No tan comunes fueron las cláusulas sobre unión aduanera, arancel externo común, unión monetaria, coordinación y desarrollo de infraestructura, y la unificación de las legislaciones nacionales, particularmente sobre pesas, medidas y la educación pública.

No está demás decir que los mecanismos de arbitraje no se utilizaron para resolver las innumerables disputas de los gobiernos centroamericanos, excepto en algunos casos de limitación de fronteras, y solo el Tratado de Libre Comercio de 1918 entre Honduras y El Salvador tuvo una duración estable --36 años. Este tratado se refería básicamente a la libre introducción de ganado de Honduras a su país vecino, y fue por este solo hecho que el tratado perduró, puesto que la población de El Salvador tenía como principal fuente de proteína animal la producción de bovinos en Honduras.

La Corte Centroamericana de Justicia de 1908

A principios del siglo XX los Estados Unidos habían ya consolidado sus intereses geopolíticos y comerciales en Centroamérica. En 1904 el Presidente Teodoro Roosevelt formuló su Corolario a la Doctrina Monroe de 1823. Esta última se refería a que los EE.UU. no tolerarían la intervención de potencias europeas en América Latina y el Caribe --debido a las guerras y la inestabilidad en Centroamérica después de la independencia. El corolario, por su parte, fue un elemento esencial en la política de expansión de los intereses de los Estados Unidos fuera de sus fronteras, justificando la intervención de ese país en los asuntos de otros de la región.

En 1906, debido a las continuas revueltas políticas y militares en el área, y 6 años antes de la primera intervención militar directa en Nicaragua, Teodoro Roosevelt realizó una primera iniciativa diplomática para ponerle fin a la inestabilidad. Para evitar que se tuviera la impresión de que la acción de los EE.UU. era unilateral e impositiva, Roosevelt logró la colaboración de México para restablecer el orden y mantener la paz en el área. Esta acción diplomática conjunta tuvo como resultado la Conferencia Centroamericana de Paz de 1907, en Washington, D.C., donde se negociaron y redactaron nueve instrumentos jurídicos que firmaron y ratificaron los cinco países en el transcurso de 1908. Los instrumentos más importantes fueron el Tratado General de Paz y Amistad, la Convención sobre el Establecimiento de la Corte Centroamericana de Justicia y la Convención sobre el Establecimiento de la Oficina Centroamericana.

Estos instrumentos jurídicos fueron novedosos, y no solo en nuestra región. En el tratado general y en el convenio sobre la corte de justicia se estipuló que las diferencias o conflictos, de cualquier naturaleza, que surgieran entre las partes contratantes, se resolverían obligatoriamente en la Corte Centroamericana de Justicia. La duración inicial de estos instrumentos fue 10 años. Por otro lado, la Oficina Centroamericana fue inaugurada en la Ciudad de Guatemala el 15 septiembre de 1908 --fecha simbólica de la Declaración de Independencia-- y su convenio contemplaba una duración de 15 años. La dirección de la Oficina estaba integrada por cinco funcionarios --uno de cada país de la región-- y su principal objetivo era promover la reunificación política de Centroamérica, el desarrollo de la agricultura y la industria, y la promoción del comercio intrarregional. Esta oportunidad se echó a perder porque no existían las condiciones ni la voluntad política para integrarse, y la Oficina Centroamericana fue reducida a una institución de estudios y de publicación de revistas.

El convenio que estableció la Corte Centroamericana de Justicia, y su protocolo adicional, fueron novedosos en el sentido que en ellos se creaba un mecanismo judicial para resolver las controversias entre los países miembros cuando no se llegara a un acuerdo por la vía diplomática. Por primera vez en la tempestuosa historia de la región se establecía un verdadero tribunal regional para mantener la paz, lo que no tenía precedentes en el campo de las relaciones internacionales.

La Corte estaba compuesta por cinco magistrados, uno de cada país parte, nombrados por sus respectivas asambleas legislativas. El período era de 5 años renovables. Dos magistrados suplentes por cada titular eran también nombrados de igual manera. El quórum de la Corte se constituía con la presencia de los cinco magistrados, y por lo menos tres de ellos debían coincidir en la decisión para que ésta fuera adoptada. Si no se llegaba a ella, se llamaba a los magistrados sustitutos uno por uno hasta que se llenaran los requisitos establecidos de antemano para lograr una decisión. La Corte estaba facultada para elaborar y aprobar su reglamento interno y decidir sobre su jurisdicción. Interpretaba los tratados y convenios pertinentes a cada caso y utilizaba los principios del derecho internacional.

Cartago, Costa Rica, Centroamérica: Sede de la 1ª
Corte Internacional de Justicia en el mundo

La Corte Centroamericana de Justicia se instaló en la ciudad de Cartago, Costa Rica, en mayo de 1908, y debido al terremoto que destruyó su edificio 2 años después, la sede fue trasladada a San José de acuerdo al convenio de enero de 1911. La Corte no contaba con medios coercitivos para ejecutar sus decisiones. Aún así, estuvo en grado de evitar la guerra puesto que esos medios provenían de otra parte. A mediados de 1908 el Secretario de Estado de los Estados Unidos, Robert Bacon, en Washington, D.C., le había expresado a los jefes de misión diplomática centroamericanos que "si los estados no permitían que fueran efectivos los mecanismos de paz, los Estados Unidos podrían intervenir ... [y los gobiernos entendieron que] la Corte en Cartago no sería la salvación de Centroamérica sino que la puerta abierta a los Estados Unidos si no resolvían sus propios asuntos." (Traducido de Thomas L. Karnes, The Failure of the Union: Central America, 1824-1975, 1976).


El fin de la Corte Centroamericana de Justicia

Uno de los objetivos de la intervención militar y de la ocupación de los EE.UU. en Nicaragua entre 1912 y 1933 fue asegurarse la ruta interoceánica alternativa al Canal de Panamá. El Tratado Bryan-Chamorro, ratificado por el Senado de las Estados Unidos en febrero de 1918, y por Nicaragua en abril del mismo año, le ayudó a proporcionar a los EE.UU. la hegemonía política, militar y comercial que buscaba en el hemisferio occidental.

El tratado Bryan-Chamorro concedía a perpetuidad los derechos exclusivos de propiedad para la construcción, operación y mantenimiento de un canal interoceánico por el Río San Juan, fronterizo con Costa Rica, país que tenía y tiene por tratado derechos de navegación en el río, y por el Gran Lago de Nicaragua, o por cualquier otra parte del territorio de Nicaragua. Igualmente se le otorgaba a los EE.UU. el arrendamiento de las Islas del Maíz --Great and Little Corn Islands-- por 99 años renovables, y la concesión para establecer, operar y mantener una base naval en el Golfo de Fonseca, fronterizo con Honduras y el Salvador, también por 99 años renovables. Las leyes que se aplicarían en todas y cada una de las extensiones territoriales concedidas serían las de los Estados Unidos. (El tratado Bryan-Chamorro fue abrogado a principios de la década del 70 cuando el Gobierno de Nicaragua era aliado incondicional de los Estados Unidos, y los intereses estratégicos de este último país en el Canal de Panamá habían disminuido sustantivamente: No podían pasar sus portaaviones por el canal).

Los gobiernos de Costa Rica --por lo del Río San Juan-- y El Salvador --por lo del Golfo de Fonseca-- introdujeron demandas contra Nicaragua en la Corte Centroamericana de Justicia, en marzo y en agosto de 1916 respectivamente, expresando que el tratado violaba derechos propios. La Corte oyó, admitió y le dió curso a las demandas, y en septiembre de 1916 y en marzo del año siguiente, emitió sus sentencias condenatorias a Nicaragua. Los Estados Unidos se encontraban ocupando militarmente el país y ambos gobiernos hicieron caso omiso de las sentencias del alto tribunal. En marzo de 1917 Nicaragua denunció la convención que creó la Corte de Justicia, y en virtud de la hostilidad demostrada por los EE.UU. y Nicaragua, no fue renovada cuando en marzo de 1918 finalizó su primer período de existencia.

En 1921 Costa Rica tomó la rara iniciativa de hospedar una conferencia centroamericana sobre la unión política de la región, puesto que consideraba en peligro sus intereses en la navegación del Río San Juan. La delegación de Nicaragua abandonó las sesiones de la conferencia cuando se discutió el punto cuatro del proyecto de tratado, que prohibía a los estados de la región negociar y firmar convenios que lesionaran la soberanía, la independencia o la integridad territorial de uno o más de ellos. Después de la negativa de Nicaragua, Costa Rica no ratificó el tratado y en Guatemala se produjo un golpe de estado contrario a una federación.


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Vídeo sobre los intentos de integración centroamericana




Desunión Regional IV


Humberto Carrión
(Doctor en Derecho, LL.M.)



CAUSAS HISTÓRICAS DE LA DESUNIÓN EN CENTROAMÉRCIA

DESDE LA CONQUISTA HASTA MEDIADOS DEL SIGLO XXPARTE IV



LA FORMACIÓN DE LOS ESTADOS NACIONALES


La revolución liberal y las economías cafetaleras en Guatemala y El Salvador


Planta de café
La producción del café necesitaba un cambio radical en el régimen de la tenencia de la tierra, el crédito agrícola, la disponibilidad de la fuerza de trabajo y en la infraestructura física. La Revolución Industrial europea y la consiguiente expansión comercial sentó las bases para que estos cambios se pudieran realizar en Centroamérica. La demanda de café en última instancia ayudó a convertir la región en un productor de materias primas para el mercado internacional. En pocas palabras, las anteriores colonias españolas estaban por vincularse de manera definitiva y subordinada a los mecanismos del capitalismo internacional establecidos por Gran Bretaña y Alemania primero, y los Estados Unidos después.

La clave de la estabilidad política relativa en Honduras y El Salvador había sido la Guatemala de Rafael Carrera hasta 1865. En ese año Carrera murió y para mediados de 1871 los liberales habían tomado el poder --por medio de revueltas-- en esos tres países. Con la excepción de Nicaragua y Honduras, Centroamérica "marchó hacia el mundo moderno bajo el liderazgo de hombres vigorosos que tomaron conciencia de la historia y que basaron sus acciones en los escritos positivistas del día." (Traducido de la obra de Mario Rodríguez, Central America, 1965).

En 1871 el caudillo militar Justo Rufino Barrios al frente del gobierno de Guatemala comenzó la transformación del país y de la sociedad alrededor del cultivo del café, y tomó el lugar de Carrera como hacedor de presidentes en la región hasta su muerte en 1885. Barrios eliminó el poder político y los intereses económicos de los conservadores y de la Iglesia, y sustituyó las instituciones hispánicas que les habían servido, adoptando una nueva legislación civil y comercial. 

Barrios confiscó sin indemnización las tierras de la Iglesia y muchas de las tierras comunales de los pueblos indígenas y de los municipios, que fueron vendidas a precios de favor o distribuidas gratuitamente a miembros de la clase media, y a inmigrantes europeos posteriormente, para ser plantadas con café. También favoreció el ingreso del capital extranjero; promovió la construcción de caminos, puentes, puertos y ferrovías; instaló plantas de energía eléctrica y una red de telégrafos; y subsidió compañías navieras extranjeras, todo con la intención de hacer posible la producción, el transporte y la comercialización del grano de café. Con igual vigor obligó a la población india a trabajar en las plantaciones y en las obras públicas de infraestructura.

Los indios que habían sido desalojados de las tierras comunales pasaron a conformar la nueva fuerza de trabajo en las plantaciones de café, que continuó siendo semigratuita, pero en el contexto de una nueva estructura económica que significó en Guatemala el inicio del desarrollo económico y social capitalista. 

Reformas similares fueron instituidas en El Salvador por Gerardo Barrios cuando la demanda externa del índigo cayó completamente. La salvedad en este país fue que la fuerza de trabajo la conformaron los mestizos puesto que la población indígena había ya desaparecido casi en su totalidad. En Costa Rica los cambios en la estructura de producción fueron graduales, aunque el resultado fue el mismo que en Guatemala y El Salvador, o sea, el establecimiento de una economía agraria de exportación dependiente de las fluctuaciones del mercado internacional sobre las que no ejercían algún control. 

Grano para exportar
Por otro lado, la legislación favorable y la actitud positiva en esos países frente a la inversión y la inmigración de europeos para atraer el capital y los conocimientos técnicos que requería el cultivo del café, unido a la nueva infraestructura para incrementar rápidamente su producción, permitió a personas naturales y jurídicas inglesas y alemanas convertirse en los principales comercializadores del producto, y en propietarios de instituciones financieras, tierras y compañías de seguros. En 1888 en Costa Rica habían alrededor de 7 mil europeos vinculados directamente con la producción y la comercialización del café. En Guatemala, en la década de los 30 del siglo XX, los alemanes eran ya propietarios del 22.2 por ciento de las haciendas de café, representando el 46.7 por ciento del total del área plantada. En El Salvador eran dueños del 2.6 por ciento de las plantaciones, correspondiente al 12.6 por ciento de la superficie cultivada. (Fuente: The World's Coffee, International Institute of Agriculture, FAO, 1947).

Los hombres responsables de las reformas, y sus beneficiarios, provenían de los sectores medios urbanos y rurales, cuyos intereses económicos y sociales habían sido descuidados por los conservadores. Eventualmente --en el siglo XX-- en Guatemala y El Salvador se consolidó el poder económico y político en las manos tanto de liberales como de conservadores cuando estos últimos participaron necesariamente en la economía del café. Así se facilitó la organización de los estados nacionales, y las pugnas políticas que siguieron fueron solo una expresión de las luchas de facción dentro de la clase dominante extendida. 

En los dos países en mención se instituyeron dictaduras militares para realizar y proteger los programas económicos nacionales. Los ideales republicanos de los primeros liberales habían sido descartados en base a una realidad social, económica y cultural que inclinó definitivamente la balanza de la historia hacia la centralización del gobierno y el autoritarismo, con la finalidad de asegurar la estabilidad política y la fuerza de trabajo que requería la economía agraria de exportación. En este contexto, el ejército jugó el papel del árbitro en los asuntos políticos relacionados con la promoción y la defensa de los intereses de la nueva clase dominante. Por otro lado, los cónsules de Alemania e Inglaterra ejercieron su influencia para obtener concesiones comerciales en beneficio de sus respectivos nacionales, y "[estos] invaluables aliados de la oligarquía terrateniente y del capital extranjero insistieron en la estabilidad y la amistad de los gobiernos para hacer posible su prosperidad". (Traducido de Mario Rodríguez, op.cit.). Los ingleses en particular practicaron la diplomacia de las cañoneras, lo que cerró el círculo del condicionamiento y de la dependencia de decisiones económicas y políticas que se tomaban en el exterior. 

Este nuevo sistema de producción tenía sus fundamentos en la sobre explotación de la mano de obra y en la concentración de la tierra y de la riqueza --el impuesto sobre la renta era todavía contrario a la filosofía liberal. Lo anterior evitó el surgimiento de un mercado interno suficiente que estimulara la producción industrial. La ausencia de tecnología, capital, capacidad empresarial y mano de obra calificada fueron también factores que condicionaron el crecimiento económico y el desarrollo social. No obstante, hacia finales del siglo XIX apareció en Guatemala, El Salvador y Costa Rica un reducido proletariado urbano en la industria textil, de bebidas, de alimentos y en otras pequeñas industrias, aunque el comercio intrarregional siguió siendo insignificante puesto que las economías centroamericanas producían lo mismo y no llegaban a ser complementarias.

Lo que se logró fue un incremento considerable del comercio exterior. Algunos sectores exportadores estuvieron incluso en grado de crear sus propias instituciones de crédito, pero los patrones de consumo de los productores consistieron en la importación de bienes manufacturados en el extranjero.  El contacto con el mundo capitalista situó a las economías de Centroamérica como un apéndice agrícola, como productoras de materias primas que se intercambiaban de manera desigual con productos elaborados. 

El caso de Nicaragua y Honduras 

En Honduras y Nicaragua no se crearon estructuras productivas tan extensas como en el resto de los países de la región debido a que no se conformaron grupos económicos y sociales fuertes que ocuparan el poder para transformar la sociedad. Las principales actividades económicas nacionales continuaron siendo la ganadería, algo de café y los granos básicos. La minería y el corte de madera se realizaba por compañías inglesas al margen de la vida económica de los dos países. En Nicaragua fue hasta 1893 que los liberales al mando de José Santos Zelaya comenzaron las reformas para sentar las bases de una producción más dinámica del café y de la economía de exportación. En 1894 el caudillo reincorporó la Mosquitia --que estaba en manos inglesas-- con el apoyo de los Estados Unidos. Desde entonces los intereses de este país reemplazaron los intereses británicos, particularmente en las actividades mineras, la explotación de los recursos madereros y el comercio incipiente del café. Las reformas liberales en Nicaragua fueron similares a las de Guatemala y El Salvador, y como ahí, se impuso un sistema capitalista agrario sobre una estructura atrasada de producción, sin sustituirla.

En Honduras el capitalismo agrario fue introducido por compañías bananeras estadounidenses casi a finales del siglo XIX. La salvedad fue que operaban exclusivamente para el mercado de los Estados Unidos como compañías extranjeras, al margen de la economía hondureña. Honduras llegó a ser el mayor productor de bananos en el área, y el único país en que los bananos fueron el principal producto de exportación. Aquí no se logró la integración de la nación, y las compañías extranjeras que controlaban las plantaciones se convirtieron en un factor decisivo alrededor del que giraban los intereses políticos y militares locales.

La United Fruit Co. en particular, constituida en 1899, creció hasta llegar a ser una de las más grandes corporaciones de los Estados Unidos involucradas en operaciones internacionales, y se convirtió en la mayor empresa bananera del mundo, ejerciendo su influencia en la política de Honduras, Guatemala y Costa Rica para obtener todo tipo de concesiones y exenciones fiscales.

La United Fruit Co. eventualmente estableció por muchos años un monopolio en la región sobre la producción de bananos, su comercio, el sistema de transporte ferroviario y marítimo, y la red de telecomunicaciones. La compañía construyó, fue propietaria o administró ferrocarriles, puertos, una flota naviera, un sistema de telégrafo y teléfonos, y mucha tierra. Fue además favorecida por las consecuencias de la Primera Guerra Mundial (1914-18) puesto que los intereses europeos en el área prácticamente desparecieron. Por demás, en 1929 compró la Cuyamel Fruit Co., su principal competidor.




La United Fruit constituida en la primera gran empresa multinacional en Centroamérica no solo transportaba su producción de bananos a los Estados Unidos y Europa Occidental, sino que también la producción local de café --con fletes a precio de monopolio--, que fue parte del proceso por el que los intereses económicos de los Estados Unidos reemplazaron aquéllos de los ingleses y alemanes. En este sentido la inversión privada directa de los EE.UU. en la región pasó de 11.5 millones de dólares en 1897 a 201.7 millones en 1929, mientras que la inversión de Gran Bretaña y Alemania sumaba 68 millones de dólares a principios de 1914. Entre 1910 y 1920 intereses norteamericanos llegaron a controlar todas las plantas generadoras de energía en el área (antes estaban en manos de compañías inglesas y alemanas), y en 1920 el intercambio comercial con los EE.UU. llegaba ya al 53.4 por ciento del total, en comparación con el 17.5 por ciento con Alemania y el 13.0 por ciento con Gran Bretaña. Por otro lado, al final de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) la United Fruit Co. poseía el 20.4 por ciento del total de la tierra cultivable de Honduras, Guatemala, Costa Rica y Panamá. (Fuente: United Nations, ECLA, External Financing in Latin America, 1965).


La ruta del banano a los puertos de los EE.UU.


La hegemonía política y económica de los Estados Unidos

Desde finales de los 1890, después que los EE.UU. había ocupado todo su territorio continental, su política sobre el Caribe y el istmo centroamericano fue formulada por razones de orden geoestratégico. La intención era evitar que estas áreas continuaran siendo colonias de otros países (Cuba, Puerto Rico) o que pudieran caer en la órbita de potencias rivales aprovechando la inestabilidad interna en algunos países (Haití, República Dominicana, Nicaragua); y promover y proteger las inversiones y el comercio de sus nacionales. Esto fue aún más evidente después de diciembre de 1901 cuando el Senado de los Estados Unidos ratificó el Tratado Hay-Pauncefote con el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, lo que le permitió a los EE.UU. moverse agresivamente en función de la construcción de la ruta interoceánica por Panamá, bajo su dirección y control exclusivo.

Como la inestabilidad política era constante en Centroamérica y el Caribe, para prevenir la injerencia de potencias extranjeras en el área con el fin de proteger intereses económicos y financieros (incluyendo el cobro de préstamos usando la fuerza), el Presidente Teodoro Roosevelt anunció en 1904 su Corolario a la Doctrina Monroe. De esta manera los EE.UU. unilateralmente se reservaban el derecho de intervenir en los países de América Latina y el Caribe para proteger y extender sus propios intereses, y para ampliar su área de influencia.

Debido a que todos los países centroamericanos estaban fuertemente endeudados con bancos europeos, y para asegurar que su dependencia económica y financiera cambiara hacia los Estados Unidos, Washington impulsó a los gobiernos de la región para que contrataran nuevos préstamos con banqueros de los EE.UU. y cancelaran así la deuda con los europeos. 

Después del corolario de Roosevelt a la Doctrina Monroe, las administraciones del mismo Roosevelt, Taft, Wilson y Coolidge asumieron funciones de policía naval en el área, que se materializaron con la intervención y ocupación casi ininterrumpida de Nicaragua entre 1912 y 1933. Paradójicamente, la inestabilidad política de Nicaragua fue causada por los mismos Estados Unidos cuando obligaron a renunciar a Zelaya a la presidencia de la república porque antepuso los intereses del país a los de la potencia extranjera --negociación de un préstamo con bancos de Londres; negativa de concederle derechos lesivos para Nicaragua; interés de construir un canal en los mejores términos posibles para el país.

Las consecuencias de la intervención fueron el establecimiento de un gobierno conservador apoyado por los EE.UU., la interrupción de las reformas liberales y de la economía agro-exportadora, el control inmediato de los Estados Unidos sobre la política y las finanzas de Nicaragua, y la gesta defensora de la soberanía nacional de Benjamín Zeledón primero y Augusto C. Sandino después. Otra consecuencia de la intervención fue el establecimiento de la dinastía de los Somoza entre 1937 y 1979, año en que Anastasio Somoza hijo fue desalojado del poder por la fuerza de las armas.


Sandino, en el centro, con su estado mayor


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Vídeo sobre Augusto César Sandino