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26 de julio de 2021

Brindo por los errores

  

Brindo por los errores

(Publicado en el diario La Prensa de Nicaragua el 8/07/2021)

 

“Abre el corazón para que te hieran, así habrás vivido.” 

Mientras tenga cosas que decir lo seguiré haciendo con honestidad y sin agendas. El teclado ahora es un amigo, una extensión de la mente. Esto lo deduje de una periodista llamada Obrera de la Tecla, joven y valiente como tantos otros comunicadores sociales perseguidos por el régimen. 

Décadas atrás, antes del terremoto de Managua de 1972, frecuenté la escuela de comercio Julieta Matamoros en la Avenida Bolívar, segundo piso. Pero no pude continuar con la mecanografía porque tenía –y tengo– un impedimento en el brazo izquierdo. Fui allá con un buen amigo porque queríamos superarnos. 

Me dolía mucho administrar la mano izquierda sobre el duro teclado de la Olympia, producto de un accidente de automóvil conduciendo yo a mis 17 años de edad. El vehículo dio vueltas sobre sí mismo varias veces, y mi brazo izquierdo fue golpeado y herido contra el pavimento. No sentí nada en el momento hasta después, fue un dolor físico intenso como no he sentido hasta la fecha, pero los ocupantes salimos con vida. 

Salí del vehículo no recuerdo como, que había quedado con el techo hacia arriba y lo primero que hice fue cerciorarme de cómo estaban los acompañantes.  Un primo estaba bien y un amigo inconsciente en el asiento trasero. Para cuando llegó el primer auxilio, me desvanecí. Mi brazo izquierdo estaba sangrando y comenzaba a hincharse, pero el amigo ya había recobrado la conciencia. 

El segundo error fue haber tratado de asimilar a Carlitos Marx y a Federico Engels a principios de los años setenta, esos enormes pensadores alemanes pequeño burgueses, que nos llevaron a algunos a creer en la Cuba revolucionaria de entonces sin conocerla realmente. Hoy estamos más que claros que lo que Cuba representa hoy en día es la antítesis de lo que pudo haber sido si se hubiese permitido la libertad y el pluralismo social, y si se hubiese adoptado la democracia como régimen político después del colapso del socialismo, a como sucedió en la Europa Central y del Este. En cambio se aferraron al terco de Fidel. 

Marx y Engels no están aquí dese hace mucho, más que en la memoria de los desfasados de la historia. Los pensadores marxistas de hoy no tienen nada nuevo que proponer, pero por ahí andan, esforzándose en hacernos creer que se puede crear un mundo mejor con un estatismo fracasado. Es solo terquedad querer obviar la naturaleza humana, puesto que el experimento de ingeniaría social para crear al hombre nuevo fue una farsa grotesca. 

El tercer error fue haberme casado muy joven. Creí que podíamos crecer y desarrollarnos juntos en igualdad de condiciones pero no resultó. Ella prefirió ser superior y vivir su felicidad por momentos. No estoy cierto de quién se equivocó más, si ella o yo. En fin de cuentas hoy ni nos vemos ni nos hablamos, y así es mejor. “Te superaste demasiado” me dijo una vez en tono molesto, pero sin elaborar sobre el tema. 

El cuarto error fue haber creído – tiempo atrás– que todo en Nicaragua era culpa del imperialismo yanqui, hasta que comencé a comprender la historia en serio, y entendí ese asunto de los imperios antiguos y los modernos. En pocas palabras entendí la historia de la humanidad.

Como anécdota refiero que cuando fui a Bucarest, en la Rumanía aún socialista de 1984, en una plaza vi una réplica de la Columna de Trajano, el emperador romano conquistador de Dacia. Es un símbolo del reconocimiento de los dacios (rumanos/romanos) a la Civilización Greco Romana. De hecho, el idioma rumano es un derivado del latín, como otras lenguas romances europeas de hoy, incluyendo el español, el portugués y el francés que se habla en nuestra región. 




El quinto fue haber creído que William Walker fue un filibustero cuando fue un predestinado, para que los tontitos de aquí entendieran que fueron los costarricenses, financiados por Cornelius Vanderbilt (un yanqui), con los otros ejércitos centroamericanos, quienes nos obligaron a dejar de seguir matándonos por el poder, al menos por un tiempo. A ese período le llaman los 30 años conservadores. Walker fue fusilado en Trujillo, Honduras, entregado por el capitán de una corbeta inglesa cuando pretendía regresar a hacer lo suyo por estos lados. No fue la Batalla de San Jacinto el fin de William Walker. 

Hay más errores que contar, y grandes, pero por ahora solo brindo por ellos. ¡Salud!