Immo vero nec dubio
Immo vero nec dubio (sin duda alguna) decía
en latín el sello que mi padre estampó en sus libros; y ex libris (los libros de), a lo que agregó los apellidos de los
hijos sin pretender que fuésemos ex
libris de nadie, sino seres libres y honestos que pensásemos por nosotros
mismos según las propias experiencias de vida, educación y formación. “Pienso
que”, decía, y agregaba invariablemente que la decisión le correspondía a uno
mismo. Libertad con responsabilidad fue lo que nos enseñó, y eso fue lo aprendido,
nada fácil de administrar, la libertad digo, de la que ningún ser humano puede
prescindir so pena de ser siervo de alguien.
En libertad se cometen errores que pueden tener
consecuencias duraderas en otros, errores que se admiten para corregir
ruta procurando reparar el daño. La servidumbre, aun si paradójico, no está
fuera de esa ecuación. Si al siervo del régimen no se le permite tener criterio
propio y actúa porque se le ordena, igual puede hacer daño. Sobre el mandante recae
la responsabilidad principal, pero no excluye la del siervo, porque hay ofensas
que no admiten perdón sino la sanción de ley.
Recuerdo a Klaus, de la entonces Alemania Oriental,
quien me expresó, después de 1989, que si bien antes habían tenido aseguradas
condiciones de vida aceptables (de allá), no tenían libertad, y que por eso se habían
rebelado masivamente cuando pudieron, cuando ya el régimen no pudo enviar a sus
siervos a reprimir y a matar a los contrarios. El miedo a la libertad ya no era
una opción, y el régimen colapsó.
“La verdad os hará libres” dice el texto, pero la
verdad es antagonizada por la pareja del régimen (de aquí) al pretender tener
la razón en todo, aún si contraria a la razón misma. Son meros seres vulgares que
desde su alienación exigen obediencia universal, lo que magnifica su decrepitud,
esa que no le permite respirar a los jóvenes ni a nadie más que los contradiga.
“La necesidad de tener razón es el signo de una mente vulgar” (Albert Camus,
autor de La Peste, 1947).
Es así que en el auto aislamiento he visto el todo
sin censuras, incluyéndome, siendo la conclusión la misma, la justicia como imperativo,
porque hay crímenes que no son redimibles. Sin justicia no hay
paz duradera. Pienso por tanto que los siervos del régimen deberían verse en el
espejo del daño que provocan, quizás así verían su inadecuación frente a la realidad.
Pienso igualmente que deberían disociarse del régimen antes de morir por la pandemia, o por el virus de la ignominia. Pienso también que los de la oposición, la real, no
deberían defraudarnos.
Igual los libres seguiremos siendo libres.