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10 de junio de 2020

Immo vero nec dubio



Immo vero nec dubio


(En plena pandemia del Covid-19, publicado en La Prensa de Nicaragua del 22/06/2020)

Immo vero nec dubio (sin duda alguna) decía en latín el sello que mi padre estampó en sus libros; y ex libris (los libros de), a lo que agregó los apellidos de los hijos sin pretender que fuésemos ex libris de nadie, sino seres libres y honestos que pensásemos por nosotros mismos según las propias experiencias de vida, educación y formación. “Pienso que”, decía, y agregaba invariablemente que la decisión le correspondía a uno mismo. Libertad con responsabilidad fue lo que nos enseñó, y eso fue lo aprendido, nada fácil de administrar, la libertad digo, de la que ningún ser humano puede prescindir so pena de ser siervo de alguien.

En libertad se cometen errores que pueden tener consecuencias duraderas en otros, errores que se admiten para corregir ruta procurando reparar el daño. La servidumbre, aun si paradójico, no está fuera de esa ecuación. Si al siervo del régimen no se le permite tener criterio propio y actúa porque se le ordena, igual puede hacer daño. Sobre el mandante recae la responsabilidad principal, pero no excluye la del siervo, porque hay ofensas que no admiten perdón sino la sanción de ley.

Recuerdo a Klaus, de la entonces Alemania Oriental, quien me expresó, después de 1989, que si bien antes habían tenido aseguradas condiciones de vida aceptables (de allá), no tenían libertad, y que por eso se habían rebelado masivamente cuando pudieron, cuando ya el régimen no pudo enviar a sus siervos a reprimir y a matar a los contrarios. El miedo a la libertad ya no era una opción, y el régimen colapsó. 

“La verdad os hará libres” dice el texto, pero la verdad es antagonizada por la pareja del régimen (de aquí) al pretender tener la razón en todo, aún si contraria a la razón misma. Son meros seres vulgares que desde su alienación exigen obediencia universal, lo que magnifica su decrepitud, esa que no le permite respirar a los jóvenes ni a nadie más que los contradiga. “La necesidad de tener razón es el signo de una mente vulgar” (Albert Camus, autor de La Peste, 1947).




Es así que en el auto aislamiento he visto el todo sin censuras, incluyéndome, siendo la conclusión la misma, la justicia como imperativo, porque hay crímenes que no son redimibles. Sin justicia no hay paz duradera. Pienso por tanto que los siervos del régimen deberían verse en el espejo del daño que provocan, quizás así verían su inadecuación frente a la realidad. Pienso igualmente que deberían disociarse del régimen antes de morir por la pandemia, o por el virus de la ignominia. Pienso también que los de la oposición, la real, no deberían defraudarnos. 

Igual los libres seguiremos siendo libres.

1 de abril de 2020

La peste en abril de 2020


La peste en abril de 2020


(Artículo de opinión sobre Nicaragua)


Es tiempo de entender que la polarización política y la división social en el país no tienen razón de ser. No tienen razón de ser desde que se impuso el fin de la guerra interna y se procedió al desarme, aún si eso condujo al asesinato de líderes de la contra y a la posterior violencia generada, administrada y dirigida desde abajo por los del partido sandinista, que tiempo atrás habían sido motivo de orgullo en la región. Hoy no son más que matones cuyo único interés es mantenerse en el poder a cualquier costo, eliminando incluso físicamente cualquier amago de oposición al régimen.

Oposición real digo, porque los payasos prebendarios no son más eso, payasos de sonrisa triste (sin ofender a la profesión circense). Así van a ser recordados, como los más arrastrados entre los arrastrados, y se me viene a la mente un nombre entre los demás, el del diputado saltarín que ha sido todo y su contrario. Hoy es un furioso perro guardián de la pareja de viejitos del régimen y de sus descendientes. Se prepara ante la inevitable sucesión para seguir arrastrándose ante los hijos. 




Es un caso de patología política. No se ha percatado que la lealtad al reino no rima con servilismo. Los serviles cambian de bando a conveniencia, son seres despreciables y traicioneros, incluyendo al resto de bufones que pretenden creerle a la loquita que aquí no se transmitirá el virus.

En las próximas semanas y meses muchos vamos a contraer la enfermedad que produce el virus de la pandemia, e incluso fallecer. A los de la familia gobernante no les interesa más que cuidarse entre sí recluidos en su campamento rodeado de médicos cubanos. A los médicos nacionales les tienen pánico por la paranoia que la familia ha desarrollado desde abril del 2018, y más aún cuando saben que sería en extremo probable la contaminación si salen del campamento. Que envíen a los nietos al Rigoberto López Pérez para dar el ejemplo, que se atrevan, y que dejen de estar ordenando que sean los otros – los prescindibles– que vayan a los colegios públicos y a otros lugares a contaminarse.

Los tontos seguidores de la pareja, ¿van a seguir enviando a sus hijos a la contaminación? Háganlo para hacer el experimento que demuestre que el espiritismo de la loquita es más poderoso que la ciencia. Jamás en mi vida, de 68 años a la fecha, había escuchado tanta excreción salir de la boca de una sola persona.

“La inteligencia no se manifiesta por un determinado nivel de estudio, sino por la capacidad de guardar silencio cuando el ignorante hace ruido” (Stendhal). Por ello ahora guardo silencio.