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1 de febrero de 2015

Desunión Regional IV


Humberto Carrión
(Doctor en Derecho, LL.M.)



CAUSAS HISTÓRICAS DE LA DESUNIÓN EN CENTROAMÉRCIA

DESDE LA CONQUISTA HASTA MEDIADOS DEL SIGLO XXPARTE IV



LA FORMACIÓN DE LOS ESTADOS NACIONALES


La revolución liberal y las economías cafetaleras en Guatemala y El Salvador


Planta de café
La producción del café necesitaba un cambio radical en el régimen de la tenencia de la tierra, el crédito agrícola, la disponibilidad de la fuerza de trabajo y en la infraestructura física. La Revolución Industrial europea y la consiguiente expansión comercial sentó las bases para que estos cambios se pudieran realizar en Centroamérica. La demanda de café en última instancia ayudó a convertir la región en un productor de materias primas para el mercado internacional. En pocas palabras, las anteriores colonias españolas estaban por vincularse de manera definitiva y subordinada a los mecanismos del capitalismo internacional establecidos por Gran Bretaña y Alemania primero, y los Estados Unidos después.

La clave de la estabilidad política relativa en Honduras y El Salvador había sido la Guatemala de Rafael Carrera hasta 1865. En ese año Carrera murió y para mediados de 1871 los liberales habían tomado el poder --por medio de revueltas-- en esos tres países. Con la excepción de Nicaragua y Honduras, Centroamérica "marchó hacia el mundo moderno bajo el liderazgo de hombres vigorosos que tomaron conciencia de la historia y que basaron sus acciones en los escritos positivistas del día." (Traducido de la obra de Mario Rodríguez, Central America, 1965).

En 1871 el caudillo militar Justo Rufino Barrios al frente del gobierno de Guatemala comenzó la transformación del país y de la sociedad alrededor del cultivo del café, y tomó el lugar de Carrera como hacedor de presidentes en la región hasta su muerte en 1885. Barrios eliminó el poder político y los intereses económicos de los conservadores y de la Iglesia, y sustituyó las instituciones hispánicas que les habían servido, adoptando una nueva legislación civil y comercial. 

Barrios confiscó sin indemnización las tierras de la Iglesia y muchas de las tierras comunales de los pueblos indígenas y de los municipios, que fueron vendidas a precios de favor o distribuidas gratuitamente a miembros de la clase media, y a inmigrantes europeos posteriormente, para ser plantadas con café. También favoreció el ingreso del capital extranjero; promovió la construcción de caminos, puentes, puertos y ferrovías; instaló plantas de energía eléctrica y una red de telégrafos; y subsidió compañías navieras extranjeras, todo con la intención de hacer posible la producción, el transporte y la comercialización del grano de café. Con igual vigor obligó a la población india a trabajar en las plantaciones y en las obras públicas de infraestructura.

Los indios que habían sido desalojados de las tierras comunales pasaron a conformar la nueva fuerza de trabajo en las plantaciones de café, que continuó siendo semigratuita, pero en el contexto de una nueva estructura económica que significó en Guatemala el inicio del desarrollo económico y social capitalista. 

Reformas similares fueron instituidas en El Salvador por Gerardo Barrios cuando la demanda externa del índigo cayó completamente. La salvedad en este país fue que la fuerza de trabajo la conformaron los mestizos puesto que la población indígena había ya desaparecido casi en su totalidad. En Costa Rica los cambios en la estructura de producción fueron graduales, aunque el resultado fue el mismo que en Guatemala y El Salvador, o sea, el establecimiento de una economía agraria de exportación dependiente de las fluctuaciones del mercado internacional sobre las que no ejercían algún control. 

Grano para exportar
Por otro lado, la legislación favorable y la actitud positiva en esos países frente a la inversión y la inmigración de europeos para atraer el capital y los conocimientos técnicos que requería el cultivo del café, unido a la nueva infraestructura para incrementar rápidamente su producción, permitió a personas naturales y jurídicas inglesas y alemanas convertirse en los principales comercializadores del producto, y en propietarios de instituciones financieras, tierras y compañías de seguros. En 1888 en Costa Rica habían alrededor de 7 mil europeos vinculados directamente con la producción y la comercialización del café. En Guatemala, en la década de los 30 del siglo XX, los alemanes eran ya propietarios del 22.2 por ciento de las haciendas de café, representando el 46.7 por ciento del total del área plantada. En El Salvador eran dueños del 2.6 por ciento de las plantaciones, correspondiente al 12.6 por ciento de la superficie cultivada. (Fuente: The World's Coffee, International Institute of Agriculture, FAO, 1947).

Los hombres responsables de las reformas, y sus beneficiarios, provenían de los sectores medios urbanos y rurales, cuyos intereses económicos y sociales habían sido descuidados por los conservadores. Eventualmente --en el siglo XX-- en Guatemala y El Salvador se consolidó el poder económico y político en las manos tanto de liberales como de conservadores cuando estos últimos participaron necesariamente en la economía del café. Así se facilitó la organización de los estados nacionales, y las pugnas políticas que siguieron fueron solo una expresión de las luchas de facción dentro de la clase dominante extendida. 

En los dos países en mención se instituyeron dictaduras militares para realizar y proteger los programas económicos nacionales. Los ideales republicanos de los primeros liberales habían sido descartados en base a una realidad social, económica y cultural que inclinó definitivamente la balanza de la historia hacia la centralización del gobierno y el autoritarismo, con la finalidad de asegurar la estabilidad política y la fuerza de trabajo que requería la economía agraria de exportación. En este contexto, el ejército jugó el papel del árbitro en los asuntos políticos relacionados con la promoción y la defensa de los intereses de la nueva clase dominante. Por otro lado, los cónsules de Alemania e Inglaterra ejercieron su influencia para obtener concesiones comerciales en beneficio de sus respectivos nacionales, y "[estos] invaluables aliados de la oligarquía terrateniente y del capital extranjero insistieron en la estabilidad y la amistad de los gobiernos para hacer posible su prosperidad". (Traducido de Mario Rodríguez, op.cit.). Los ingleses en particular practicaron la diplomacia de las cañoneras, lo que cerró el círculo del condicionamiento y de la dependencia de decisiones económicas y políticas que se tomaban en el exterior. 

Este nuevo sistema de producción tenía sus fundamentos en la sobre explotación de la mano de obra y en la concentración de la tierra y de la riqueza --el impuesto sobre la renta era todavía contrario a la filosofía liberal. Lo anterior evitó el surgimiento de un mercado interno suficiente que estimulara la producción industrial. La ausencia de tecnología, capital, capacidad empresarial y mano de obra calificada fueron también factores que condicionaron el crecimiento económico y el desarrollo social. No obstante, hacia finales del siglo XIX apareció en Guatemala, El Salvador y Costa Rica un reducido proletariado urbano en la industria textil, de bebidas, de alimentos y en otras pequeñas industrias, aunque el comercio intrarregional siguió siendo insignificante puesto que las economías centroamericanas producían lo mismo y no llegaban a ser complementarias.

Lo que se logró fue un incremento considerable del comercio exterior. Algunos sectores exportadores estuvieron incluso en grado de crear sus propias instituciones de crédito, pero los patrones de consumo de los productores consistieron en la importación de bienes manufacturados en el extranjero.  El contacto con el mundo capitalista situó a las economías de Centroamérica como un apéndice agrícola, como productoras de materias primas que se intercambiaban de manera desigual con productos elaborados. 

El caso de Nicaragua y Honduras 

En Honduras y Nicaragua no se crearon estructuras productivas tan extensas como en el resto de los países de la región debido a que no se conformaron grupos económicos y sociales fuertes que ocuparan el poder para transformar la sociedad. Las principales actividades económicas nacionales continuaron siendo la ganadería, algo de café y los granos básicos. La minería y el corte de madera se realizaba por compañías inglesas al margen de la vida económica de los dos países. En Nicaragua fue hasta 1893 que los liberales al mando de José Santos Zelaya comenzaron las reformas para sentar las bases de una producción más dinámica del café y de la economía de exportación. En 1894 el caudillo reincorporó la Mosquitia --que estaba en manos inglesas-- con el apoyo de los Estados Unidos. Desde entonces los intereses de este país reemplazaron los intereses británicos, particularmente en las actividades mineras, la explotación de los recursos madereros y el comercio incipiente del café. Las reformas liberales en Nicaragua fueron similares a las de Guatemala y El Salvador, y como ahí, se impuso un sistema capitalista agrario sobre una estructura atrasada de producción, sin sustituirla.

En Honduras el capitalismo agrario fue introducido por compañías bananeras estadounidenses casi a finales del siglo XIX. La salvedad fue que operaban exclusivamente para el mercado de los Estados Unidos como compañías extranjeras, al margen de la economía hondureña. Honduras llegó a ser el mayor productor de bananos en el área, y el único país en que los bananos fueron el principal producto de exportación. Aquí no se logró la integración de la nación, y las compañías extranjeras que controlaban las plantaciones se convirtieron en un factor decisivo alrededor del que giraban los intereses políticos y militares locales.

La United Fruit Co. en particular, constituida en 1899, creció hasta llegar a ser una de las más grandes corporaciones de los Estados Unidos involucradas en operaciones internacionales, y se convirtió en la mayor empresa bananera del mundo, ejerciendo su influencia en la política de Honduras, Guatemala y Costa Rica para obtener todo tipo de concesiones y exenciones fiscales.

La United Fruit Co. eventualmente estableció por muchos años un monopolio en la región sobre la producción de bananos, su comercio, el sistema de transporte ferroviario y marítimo, y la red de telecomunicaciones. La compañía construyó, fue propietaria o administró ferrocarriles, puertos, una flota naviera, un sistema de telégrafo y teléfonos, y mucha tierra. Fue además favorecida por las consecuencias de la Primera Guerra Mundial (1914-18) puesto que los intereses europeos en el área prácticamente desparecieron. Por demás, en 1929 compró la Cuyamel Fruit Co., su principal competidor.




La United Fruit constituida en la primera gran empresa multinacional en Centroamérica no solo transportaba su producción de bananos a los Estados Unidos y Europa Occidental, sino que también la producción local de café --con fletes a precio de monopolio--, que fue parte del proceso por el que los intereses económicos de los Estados Unidos reemplazaron aquéllos de los ingleses y alemanes. En este sentido la inversión privada directa de los EE.UU. en la región pasó de 11.5 millones de dólares en 1897 a 201.7 millones en 1929, mientras que la inversión de Gran Bretaña y Alemania sumaba 68 millones de dólares a principios de 1914. Entre 1910 y 1920 intereses norteamericanos llegaron a controlar todas las plantas generadoras de energía en el área (antes estaban en manos de compañías inglesas y alemanas), y en 1920 el intercambio comercial con los EE.UU. llegaba ya al 53.4 por ciento del total, en comparación con el 17.5 por ciento con Alemania y el 13.0 por ciento con Gran Bretaña. Por otro lado, al final de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) la United Fruit Co. poseía el 20.4 por ciento del total de la tierra cultivable de Honduras, Guatemala, Costa Rica y Panamá. (Fuente: United Nations, ECLA, External Financing in Latin America, 1965).


La ruta del banano a los puertos de los EE.UU.


La hegemonía política y económica de los Estados Unidos

Desde finales de los 1890, después que los EE.UU. había ocupado todo su territorio continental, su política sobre el Caribe y el istmo centroamericano fue formulada por razones de orden geoestratégico. La intención era evitar que estas áreas continuaran siendo colonias de otros países (Cuba, Puerto Rico) o que pudieran caer en la órbita de potencias rivales aprovechando la inestabilidad interna en algunos países (Haití, República Dominicana, Nicaragua); y promover y proteger las inversiones y el comercio de sus nacionales. Esto fue aún más evidente después de diciembre de 1901 cuando el Senado de los Estados Unidos ratificó el Tratado Hay-Pauncefote con el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, lo que le permitió a los EE.UU. moverse agresivamente en función de la construcción de la ruta interoceánica por Panamá, bajo su dirección y control exclusivo.

Como la inestabilidad política era constante en Centroamérica y el Caribe, para prevenir la injerencia de potencias extranjeras en el área con el fin de proteger intereses económicos y financieros (incluyendo el cobro de préstamos usando la fuerza), el Presidente Teodoro Roosevelt anunció en 1904 su Corolario a la Doctrina Monroe. De esta manera los EE.UU. unilateralmente se reservaban el derecho de intervenir en los países de América Latina y el Caribe para proteger y extender sus propios intereses, y para ampliar su área de influencia.

Debido a que todos los países centroamericanos estaban fuertemente endeudados con bancos europeos, y para asegurar que su dependencia económica y financiera cambiara hacia los Estados Unidos, Washington impulsó a los gobiernos de la región para que contrataran nuevos préstamos con banqueros de los EE.UU. y cancelaran así la deuda con los europeos. 

Después del corolario de Roosevelt a la Doctrina Monroe, las administraciones del mismo Roosevelt, Taft, Wilson y Coolidge asumieron funciones de policía naval en el área, que se materializaron con la intervención y ocupación casi ininterrumpida de Nicaragua entre 1912 y 1933. Paradójicamente, la inestabilidad política de Nicaragua fue causada por los mismos Estados Unidos cuando obligaron a renunciar a Zelaya a la presidencia de la república porque antepuso los intereses del país a los de la potencia extranjera --negociación de un préstamo con bancos de Londres; negativa de concederle derechos lesivos para Nicaragua; interés de construir un canal en los mejores términos posibles para el país.

Las consecuencias de la intervención fueron el establecimiento de un gobierno conservador apoyado por los EE.UU., la interrupción de las reformas liberales y de la economía agro-exportadora, el control inmediato de los Estados Unidos sobre la política y las finanzas de Nicaragua, y la gesta defensora de la soberanía nacional de Benjamín Zeledón primero y Augusto C. Sandino después. Otra consecuencia de la intervención fue el establecimiento de la dinastía de los Somoza entre 1937 y 1979, año en que Anastasio Somoza hijo fue desalojado del poder por la fuerza de las armas.


Sandino, en el centro, con su estado mayor


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Vídeo sobre Augusto César Sandino



26 de enero de 2015

Desunión Regional III


Humberto Carrión
(Doctor en Derecho, LL.M.)


CAUSAS HISTÓRICAS DE LA DESUNIÓN EN CENTROAMÉRCIADESDE LA CONQUISTA HASTA MEDIADOS DEL SIGLO XXPARTE III


LAS LUCHAS POLÍTICAS DESPUÉS DE LA INDEPENDENCIA



Rutas marítimas de España en las Américas
 S. XVIII - XIX
  

Las vicisitudes de la independencia y la anarquía que siguió

La declaración de independencia del 15 de septiembre de 1821 no cambió nada en Centroamérica, excepto la independencia política de España. Las autoridades continuaron siendo las mismas, incluyendo a los peninsulares. Dos meses después de la Declaración de Independencia, Agustín Iturbide, de México, le envió a la Junta Provisional de Guatemala una oferta de anexión a su país y tropas a la frontera para respaldarla. El Congreso que decidiría el futuro de la ex Capitanía General no se había constituido, y la anexión fue declarada en Guatemala el 5 de enero de 1822,  para ser disuelta el año siguiente cuando los liberales y las tropas republicanas en México derrocaron al Emperador Agustín I.  

Congreso Centroamericano fue convocado con un representante por cada 15 mil habitantes electos en conformidad con las disposiciones de la Constitución de Cádiz. Los representantes de Guatemala obtuvieron más del 50 por ciento de los votos en el Congreso y éste se organizó como Asamblea Constituyente el 24 de junio de 1823. El 1º de julio la Asamblea decretó la independencia de la región de toda dominación extranjera, y 16 meses después promulgó la Constitución de la República Federal de Centroamérica. Este instrumento fue el resultado de un compromiso entre liberales y conservadores y entre la Ciudad de Guatemala y las ex provincias, con la intención de reconciliar distintas aspiraciones económicas y políticas. La asamblea constituyente cerró sus sesiones en enero de 1825; en febrero se constituyó el primer congreso federal en la Ciudad de Guatemala (no se creó un distrito federal); y en abril los partidos políticos acordaron elegir a Manual José Arce como el primer presidente de la Federación.

Poco después los liberales y los representantes de las ex provincias acusaron a Arce de ser aliado de los conservadores de Guatemala. Para los gobiernos liberales de Honduras, El Salvador y la misma Guatemala --distinto del gobierno federal--, esto significaba que los conservadores de la capital tenían la intención de gobernar la vida política y social de la región como lo habían hecho durante la colonia. La guerra civil estalló en marzo de 1827, y exceptuando Costa Rica, el fenómeno del localismo en los nuevos estados dió origen a una pugna por la supremacía entre las ciudades principales. En otros casos la pugna se refirió a un conflicto de intereses entre los grupos sociales que integraban los dos partidos políticos.

La oligarquía de Guatemala y de los nuevos estados quisieron consolidar su propia posición económica y política con la independencia, pero los anteriores funcionarios españoles, el clero alto y la minoría criolla no estuvieron en grado de organizar el estado. Los liberales tampoco pudieron organizar establemente la federación alrededor de las nuevas instituciones. La anarquía que siguió tuvo como origen la ausencia de una economía fuerte y extensa puesto que durante la colonia no se había creado una estructura económica sólida, ni habían surgido grupos sociales con intereses económicos compartidos que aseguraran la estabilidad política.

Un tiempo después del estallido de la guerra civil los conservadores controlaron el gobierno federal y los estados de Guatemala y Honduras. En abril de 1829 fueron retomados por lo liberales, y en 1830 Francisco Morazán se erigió en presidente de la federación, inaugurando un régimen que tenía como objetivo la erradicación de las instituciones coloniales. La reacción de la oligarquía guatemalteca y de la Iglesia se sintió en 1837 cuando la insurrección de Rafael Carrera estimuló a los conservadores en toda la región para desafiar con impunidad al gobierno federal. Debido a la situación caótica en Guatemala, y porque Nicaragua y Honduras estaban de nuevo en manos de los conservadores, el Congreso Federal --en El Salvador desde 1834-- decretó, en mayo de 1838, que los estados quedaban libres de organizarse como consideraran conveniente, salvando la forma republicana de gobierno.

Después de la disolución de la federación tropas de Honduras y Nicaragua invadieron El Salvador, controlado por los liberales, pero fue Carrera, que había ocupado la Ciudad de Guatemala en abril de 1839, quien derrotó a Morazán definitivamente en el mes de marzo de 1840. El resultado fue la restauración del orden colonial en la región durante 30 años, con la supervisión de Carrera. El reducido número de comerciantes tradicionales y latifundistas crearon nuevamente un obstáculo al desarrollo de un sistema económico dinámico, y los gobiernos se inclinaron hacia el autoritarismo recurriendo en toda su extensión a la figura del caudillo.

El caudillo era un líder de cualquier facción política que luchaba por el poder en base a su personalidad. Cuando conquistaba el gobierno llenaba la administración pública con sus seguidores, y persistía en él hasta que la oposición lo echaba a balazos. En algunos casos, por "razones de seguridad", los caudillos fuertes intervenían en los asuntos internos de los países vecinos para instalar o mantener en el poder a gobiernos amigos. Así se evitaban las conspiraciones desde el exterior de opositores y exiliados.

Un paréntesis obligado sobre Nicaragua

En Nicaragua los acontecimientos tomaron un rumbo un tanto diferente por la rivalidad permanente y bizarra entre León y Granada donde la oligarquía de cada ciudad se identificó a muerte con un partido. Los liberales y los conservadores crearon núcleos locales y zonales de poder económico y social contrapuestos --liberales en León y sus aliados, y conservadores en Granada y sus aliados-- sin que el uno pudiese imponerse definitivamente sobre el otro. La enésima guerra civil que comenzó en 1854 y que terminó en 1857 con la guerra contra William Walker tuvo como consecuencias el desgaste de la nación, el desprestigio y la debilidad política de los liberales --por haber traído a los filibusteros--, el gobierno de Tomás Martínez por 10 años , y los llamados 30 años conservadores

Un historiador nicaragüense nos relata que "Martínez recibió el país incendiado, robado, salpicado de sangre y desmoralizado por la anarquía de más de treinta años, y últimamente por la destructora mano del filibusterismo. Sin crédito en el exterior, sin buenas relaciones con los gobiernos [vecinos]; abrumado de reclamos, amagado de expediciones vandálicas, sin rentas, sin constitución, sin leyes análogas [a la de otros países de la región], sin caminos, más que estrechas y peligrosas sendas, y en fin, sin comercio y sin agricultura" (Jerónimo Pérez, 1928). 

En este cuadro desolador se enmarca el primer intento de nuestra historia republicana de reconciliar la nación, con la creación y respeto de leyes e instituciones. Tomás Martínez se había distinguido como jefe militar al lado de las fuerzas conservadoras, e igualmente se distinguió como jefe del gobierno, nombrando a sus ministros y escogiendo a sus asesores por su visión, capacidad, integridad y deseos de contribuir con el bien del país. Ese gobierno fue tolerado --no había alternativa-- por los liberales de Máximo Jerez hasta 1863, cuando éste se levantó en armas con la atávica intención de desalojar del gobierno al equipo contrario. Jerez no tuvo éxito en su empresa; le correspondió a José Santos Zelaya, 30 años más tarde, comenzar la revolución liberal con un desfase de 15 años en relación con El Salvador, 20  en relación con Guatemala y 40 con México. Esa era en Nicaragua la izquierda de la época --reformadores--, y con la intención de modernizar el país y desarrollar mejor sus recursos naturales actuaron en conformidad con nuestro modo de ser, interpretando y representando a su modo la experiencia traumática de la nación.




Costa Rica, un modelo diferente de desarrollo

La historia de Costa Rica es distinta. Hubo desigualdades sociales durante la colonia, pero un sistema de latifundios no se desarrolló por la escasés de fuerza de trabajo nativa. Además, e igualmente importante, con posterioridad a la independencia el ayuntamiento de San José ordenó la distribución de tierras gratuitamente o a precios bajos a quienes no tenían.

El localismo y las diferencias políticas no eran intensas en ese país y se mantuvo relativamente pacífico. Estando en el extremo sur de la región, su política exterior se caracterizó por mantenerse aislada del resto de los estados centroamericanos para evitar su turbulencia.  Hacia los 1840 la administración de Braulio Carrillo, buscando un producto de exportación rentable para reorganizar la economía de la nación, promovió el cultivo del café, continuando con la práctica de distribución de la tierra en términos concesionales, y proveyendo financiamiento por medio del capital inglés.

Estos procedimientos fueron repetidos por las administraciones que siguieron, y los productores y comerciantes más grandes consolidaron su poder político en pocas décadas. La demanda del café en Inglaterra y en el mercado británico permitió que los productores se unieran y que organizaran el estado en favor de la producción y exportación de esa mercancía.

Como adición al régimen de tenencia de la tierra en Costa Rica, que permitió la existencia de una extensa y vigorosa clase media rural, las fincas eran trabajadas por sus propietarios, sus familiares y por trabajadores totalmente asalariados. Eso fue una consecuencia de la escasa población y de su homogeneidad étnica. Según José Luis Vega, el resultado del sistema de producción y de comercialización del café fue la creación de un capitalismo agrario vinculado al mercado internacional a través de Inglaterra, y dominado por un grupo de productores y exportadores, quienes sin embargo sentaron las bases de la modernización y de la democratización del país.


La diplomacia de Inglaterra y de los Estados Unidos en el área

El vacío dejado por España en Centroamérica desde 1821 fue llenado rápida y agresivamente por la diplomacia inglesa, interesada en los recursos naturales del área y en su posición geográfica --el canal interoceánico. En 1824 el Congreso Federal autorizó un empréstito con la Barclay, Herring, Richardson & Co. de Londres para sufragar los gastos de la administración federal. Poco después el gobierno no estuvo en grado de pagar los intereses ni el capital, y cuando la federación se disolvió, cada estado por separado asumió una parte de la deuda. Esta y otras deudas contraídas con Inglaterra aseguraron la influencia económica británica en la región. 

Paradójicamente, de 1840 en adelante la expansión de la industria textil inglesa y la demanda por los colorantes naturales permitió la restauración del régimen económico colonial --de los latifundistas y comerciantes tradicionales-- en Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua. La cochinilla (colorante rojo de origen animal) fue el vehículo que permitió la restauración en Guatemala, y el índigo (colorante azul de origen vegetal) en El Salvador. En Honduras y Nicaragua fue la ganadería, que se exportaba a los países productores de los colorantes para alimentar a su población, ya que tanto la hacienda como muchos indios y mestizos minifundistas se dedicaron a producirlos. Las cosechas eran vendidas a los propietarios de haciendas que también producían la materia prima, la procesaban y a su vez la revendían a los comerciantes de las ciudades. En fin, estos últimos le vendían el producto a los compradores ingleses, regulaban el precio y le otorgaban crédito a los productores.

Como los comerciantes centroamericanos no eran propietarios de líneas navieras, casi toda la exportación de los colorantes se hacía por Belice vía Guatemala. El puerto de Belice --inglés-- fue el único considerable para el comercio exterior hasta mediados del siglo XIX. A pesar de las actividades económicas referidas, la mayoría de la población quedó sumergida en la agricultura de subsistencia, y las necesidades de mano de obra para producir los colorantes en las haciendas se satisfacían con métodos coloniales --extra monetarios.

Por su parte, el agente diplomático inglés Frederick Chatfield y el estadounidense Ephraim George Squier, desde 1834 y 1849 respectivamente, trataron de lograr concesiones comerciales favorables para sus naciones y garantías de los gobiernos centroamericanos. Para estos fines Chatfield se alió en última instancia con los conservadores mientras que Squier lo hizo con los liberales, y apoyó la idea de la federación. 

Squier dirigió sus esfuerzos diplomáticos a tratar de poner bajo la esfera de influencia de los Estados Unidos a Honduras, El Salvador y Nicaragua, que se encontraban gobernados por los liberales, promoviendo en ellos sentimientos anti británicos. En una nota al Ministro de Relaciones Exteriores de El Salvador, Squier escribió que "es el deseo de mi Gobierno que alguna consolidación de estos estados se lleve a efecto para resistir mejor la injerencia y contrarrestar los diseños de potencias extranjeras hostiles." (Traducido de la obra de Graham H. Stuart y James L. Tigner, Latin America and the United States, 1975). La reacción británica fue oponerse a la influencia estadounidense, y Chatfield estrechó las relaciones de su país con Guatemala y Costa Rica para evitar que se reconstituyera la federación. 

Fue en relación con la obtención de concesiones y otros derechos para construir un canal por Nicaragua, y en relación con la Doctrina Monroe, que los Estados Unidos e Inglaterra antagonizaron en Centroamérica.  Este antagonismo fue superado en parte con el Tratado Clayton-Bulwer de mediados de 1850, en el que sin la participación del gobierno de Nicaragua, quedaron consignados los intereses conjuntos de esas potencias sobre un futuro canal interoceáncio que uniera el Atlántico con el Pacífico.

Por otro lado, desde que Ephraim G. Squier llegó a Centroamérica obtuvo del gobierno de Nicaragua una concesión para inversionistas de Nueva York, dirigidos por Cornelius Vandelbilt,  para operar una línea de vapores en el Río San Juan y el Lago de Granada. Un corto viaje en diligencia en el istmo de Rivas hacia la costa del Pacífico completaba la ruta interoceánica de Nueva York a San Francisco. La compañía comenzó sus actividades en 1851.  En junio de 1855 los filibusteros desembarcaron en El Realejo capitaneados por William Walker, contratados por los liberales para combatir a los conservadores. Walker buscaba constituir un estado federal en Centroamérica basado en su propia fuerza militar y donde gobernaría como dictador (Karnes, 1976). Para esto recibió financiamiento de dos de los socios de Vanderbilt, quienes le querían arrebatar al comodoro la Compañía Accesoria del Tránsito.  


La ruta por Nicaragua a mediados del S. XIX


La población de los Estados Unidos veía con interés y simpatía la aventura de Walker ya que el control de Nicaragua por un estadounidense significaba un contrapeso a la penetración inglesa en el extremo oriental de la ruta interoceánica. Ya desde 1834, con la llegada del agente diplomático Chatfield, los ingleses habían extendido su presencia en la Costa Atlántica con la diplomacia de las cañoneras, y el gobierno del presidente Franklin Pierce de los Estados Unidos, no hizo nada para detener a los filibusteros. Los ingleses y  Cornelius Vanderbilt apoyaron a Costa Rica en la guerra contra Walker; Guatemala, Honduras y El Salvador también enviaron tropas para unirse a las de Costa Rica puesto que estaban unidos con los nicaragüenses en evitar que los planes de los filibusteros se hicieran realidad.

Cuando en 1855 una compañía estadounidense terminó de construir el ferrocarril que atravesaba el istmo de Panamá, las actividades de exportación e importación de Centroamérica pasaron del Atlántico a las costas del Pacífico, más cerca de las ciudades y de las zonas rurales de producción. Las rutas de mulas fueron sustituidas por las de carretas, y los puertos eran visitados por buques estadounidenses y británicos, conectándolos con los mercados de Europa vía Panamá.

A pesar del declive de Belice como puerto, Gran Bretaña siguió siendo el principal consumidor de materias primas y  el mayor proveedor de manufacturas en la región. Sin embargo, a finales de los 1850 la introducción de colorantes químicos rojos en la industria textil inglesa volvió irrelevante la cochinilla guatemalteca como producto de exportación.  El café fue por fin la siguiente mercancía a exportarse, y el gobierno conservador trató de promoverlo, aunque el resultado fue restringido por el carácter colonial de su  modo de producción.  En El Salvador sucedió algo similar posteriormente, cuando el índigo o añil (colorante azul) fue reemplazado en el mercado internacional por el colorante artificial.  


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Vídeo sobre el origen de las guerras en Centroamérica
depués de lndependencia de España




21 de enero de 2015

Desunión Regional II


Humberto Carrión
(Doctor en Derecho, LL.M.)


CAUSAS HISTÓRICAS DE LA DESUNIÓN EN CENTROAMÉRCIA

DESDE LA CONQUISTA HASTA MEDIADOS DEL SIGLO XXPARTE II


LAS RELACIONES SOCIO-ECONÓMICAS
DURANTE LA COLONIA



División de territorios entre España y Portugal:
Tratado de Tordesillas de 1494



Conquista y colonización

Cuando en el siglo XVI Cristóbal Colón y los conquistadores hicieron que Centroamérica fuera conocida en el Viejo Mundo, estaba poblada por grupos étnicos con lenguas y culturas distintas, pero la mayoría de ellos conformaban una extensa unidad cultural conocida ahora como la Civilización Mesoamericana. Las zonas más pobladas se encontraban en el occidente de la región, y para todos los efectos la conquista terminó hacia 1540.


El encuentro


La Conquista


Desde la segunda mitad del siglo XV las naciones marítimas europeas del Atlántico y del Mediterráneo estaban urgidas de oro y plata para equilibrar sus balanzas comerciales con el Cercano Oriente, así como y de encontrar una ruta marítima alternativa a la controlada por el Imperio Otomano en el Mediterráneo Oriental. La Europa mercantilista se encontraba escasa de oro y plata y consideraba la posesión de esos metales como la piedra angular del éxito de los individuos y de las naciones. En este sentido la política española en las tierras conquistadas fue transformarlas en colonias autosuficientes, que a su vez produjeran un excedente de metales preciosos. Como los ambiciosos conquistadores no encontraron oro y plata en abundancia en el área centroamericana, sus esfuerzos fueron dirigidos a la acumulación de tierras y mano de obra gratuita y abundante.

Para lograr ese objetivo el sometimiento de los indígenas pasó por distintas etapas: la derrota militar, la apropiación de sus tierras, la explotación, la supresión de las insurrecciones y la sujeción ideológica. Los indios fueron inicialmente reducidos a la esclavitud, y después, por la institución de la encomienda, a la condición de siervos y tributarios de los conquistadores, de la corona y de la Iglesia respectivamente. También tenían que proveer trabajo gratuito para la construcción de edificios en las ciudades, caminos y otras obras públicas y privadas. Posteriormente la encomienda fue sustituida por el repartimiento, que regulaba el trabajo periódico, forzado y semigratuito de los indios entre los 16 y los 60 años de edad. Para esto y para recaudar mejor los tributos mencionados, la población nativa fue concentrada en pueblos, generalmente cerca de las haciendas, con suficientes tierras comunales para proveer por su subsistencia.

En Costa Rica la población precolombina era mucho menos numerosa que en las otras provincias, y los conquistadores la aniquilaron o la desplazaron de la meseta central, donde se asentaron los españoles. Una sociedad más igualitaria se comenzó a formar ahí en comparación con las vecinas provincias del norte, pero en todas las provincias en general, las guerras de conquista, la exportación de esclavos a centros mineros distantes como Panamá y Perú, las epidemias causadas por enfermedades desconocidas para los indígenas y el trabajo forzado, redujeron tanto a la población nativa, que la Corona permitió la importación de esclavos negros después de 1542 para complementar la mano de obra local. Fue hasta alrededor de 1770 que la región en su conjunto recuperó el nivel original de habitantes --800 mil aproximadamente-- aunque compuestos de manera distinta (Díaz Chávez, 1972).

Además de alguna actividad minera en Honduras y Nicaragua, Centroamérica producía cochinilla e índigo --colorantes naturales para telas--, cacao, tabaco, cueros, madera, tejidos artesanales y otros productos para la metrópolis. Sin embargo, una economía comercial fue establecida solo de manera débil y fluctuante, y con un carácter complementario. Las colonias eran autosuficientes en tiempos de depresión y se convertían en un instrumento agrícola comercial en tiempos de exportación. En este caso dependían de los pueblos indígenas para la producción de alimentos. Estos pueblos proveían mano de obra y alimentos al sistema comercial puesto que la hacienda no explotaba intensivamente sus vastas extensiones. Solo algunas zonas de la misma eran dedicadas a los cultivos y otras más amplias a la ganadería extensiva. 

La totalidad del comercio exterior de Centroamérica estaba reservado para España, la que solo permitía la producción de mercancías que no compitiera con las propias. Esta política evitó el crecimiento económico sostenido de las colonias. Además, España misma no estuvo en grado de conformar una clase media numerosa y próspera, puesto que utilizó el oro y la plata extraída en América para financiar sus guerras y para pagar por las manufacturas importadas, que a su vez exportaba a sus territorios de ultramar. Así contribuyó paradójicamente con el desarrollo de las economías italiana, alemana y flamenca. Cuando a mediados del siglo XVII las vetas de oro comenzaron a agotarse y el flujo de los metales preciosos disminuyó, la estructura financiera de la Corona colapsó.

El monopolio del comercio hizo que Holanda, Francia, e Inglaterra, los mayores rivales económicos y políticos de España, recurrieran al contrabando y a la piratería para incrementar su actividad comercial en Centroamérica y el Caribe. Esas naciones ofrecían manufacturas a los comerciantes criollos a cambio de materias primas y de capital, o simplemente lo tomaban de las naves españolas por asalto. El contrabando en las provincias aumentó como consecuencia de la escasa relación comercial con España, especialmente después de la derrota de la Armada Invencible en 1588, y desde mediados del siglo XVII en adelante los ingleses fueron los agentes externos más activos en el Caribe. 

Centroamérica era una colonia atrasada. La inexistencia de grandes recursos minerales y de población --en contraste con México y Perú--, y su posición geográfica distante de las principales rutas comerciales, explica su abandono, no solo por las casas comerciales sino que también por la Corona.

Entre 1641 y 1656 los ingleses ocuparon las islas de Roatán y Jamaica como bases para su comercio ilícito con Centroamérica, contando con la complicidad y participación de los funcionarios españoles. En los años 60 se asentaron en Belice como explotadores de madera, sirviendo también como base para el contrabando, y para 1680 el control de los ingleses incluía secciones extensas de la Costa Atlántica de Honduras y Nicaragua. Una España debilitada no podía hacer nada para detener esta usurpación de sus territorios.

Para extraer los recursos del área como el tributo de los indígenas, los impuestos al comercio y la fracción por metales preciosos, la corona había creado una organización compleja. En España el Consejo de Indias era el órgano legislativo, judicial y administrativo más alto después del rey. Los funcionarios políticos y judiciales más importantes en Centroamérica eran el capitán general y los miembros de la audiencia. Estos fueron establecidos en la Ciudad de Guatemala, que se convirtió en la capital para la región. A los criollos se les negó el acceso a todas las posiciones administrativas y judiciales, aunque alguna colaboración social existía entre éstos y la burocracia peninsular. Hacia finales de la década de los 50 del siglo XVI la práctica de vender los puestos en los cabildos (ayuntamientos) fue introducida por la Corona para recaudar fondos. El cabildo era la unidad territorial de gobierno más pequeña y solo ahí fueron representados los intereses de los criollos.

Las otras posiciones de la burocracia española fueron llenadas invariablemente con funcionarios de corto plazo que llegaban de la península, quienes trabajaban para la Corona y para ellos mismos sin tener un interés sincero en la prosperidad de la colonia. Una Iglesia fuerte participó en el ejercicio de la autoridad con los peninsulares, y durante los 300 años que duró el dominio de España la estructura socio-económica impuesta no cambió un gran qué. 


La Capitanía General de Guatemala durante la Colonia


Por otro lado, todos los funcionarios españoles eran nombrados en y sustituidos desde la metrópolis, y podían comunicarse directamente con las autoridades centrales en España, ignorando al capitán general. Esta autorización, y la desconfianza de la Corona de cualquier iniciativa que proviniera de sus agentes, obstruyó la administración efectiva de la región. Más aún, la topografía accidentada, la inadecuación de las vías y medios de transporte, y la distancia con la metrópolis militaron contra el establecimiento de un verdadero y eficiente sistema de gobierno. Lo mismo se puede decir en relación al Virreinato de Nueva España (México), que en teoría tenía jurisdicción sobre la Capitanía General de Guatemala (Centroamérica). La consecuencia de esta realidad fue el desarrollo del localismo con sus propios intereses, lealtades y celos, y surgieron varios centros administrativos autónomos y rivales como Santiago en Guatemala (después la Ciudad de Guatemala), León y Granada en Nicaragua, y Comayagua en Honduras. Las dificultades del transporte y de las comunicaciones, y una política imperial negligente, previnieron el establecimiento y el desarrollo de un sano comercio intrarregional, provocando un mayor aislamiento entre las provincias, particularmente de Costa Rica.


Rutas marítimas de España en las Américas en el S. XVI


Cambios en la pautas comerciales

En 1700 los Borbones accedieron al trono de España provocando la Guerra de Sucesión Española (1701-1713). Bajo los términos del tratado de Paz de Utrecht  y de otras estipulaciones ulteriores, el comercio colonial fue liberalizado hasta cierto punto. Los ingleses lograron legalizar parte de sus anteriores relaciones de contrabando, y desde 1744 se les permitió a las provincias centroamericanas el comercio directo, aunque limitado, con otras colonias hispanoamericanas como México y Perú.

El incremento relativo de las actividades comerciales permitió el surgimiento de un grupo fuerte de comerciantes criollos, sobre todo en Ciudad de Guatemala. En esa ciudad los comerciantes se aliaron con las familias latifundistas locales (también criollas), y para finales del siglo XVIII tenían ya su propio fuero --el Consulado--, que usaron como instrumento judicial, político y económico a su favor, lo que se resentía en el resto de las provincias.

A este punto la población mestiza estaba  creciendo en  las ciudades, los poblados y en el campo.  En los centros urbanos los mestizos llegaron a ser artesanos, pequeños comerciantes, profesionales, clérigos, maestros, empleados públicos menores, etc., aunque la mayoría  constituyó una multitud  desempleada.  En el campo se convirtieron en minifundistas y pequeños productores de índigo (añil) y cochinilla, granos básicos; y en peones de hacienda. A principios del siglo XIX la población mestiza y algunos negros representaban el 31.3 por ciento de la población, cuyo total alcanzaba el millón de habitantes; los indios representaban el 64.7 por ciento y eran predominantes en Guatemala;  y los criollos y los peninsulares representaban menos del 4 por ciento, siendo predominantes en Costa Rica (Luján Muñoz, 1972).

Hacia la independencia política

La dominación política y económica de España en Centroamérica tuvo como resultado el resentimiento de los criollos, mestizos e indígenas frente a las autoridades centrales, y la dominación de Guatemala en relación a las  provincias, que sufrían la discriminación de la capital y la explotación de sus comerciantes, provocó el resentimiento de éstas contra la Ciudad de Guatemala.  En términos relativos Guatemala, por medio de sus comerciantes, se había convertido en el centro financiero más grande e importante de la región.  Estos acumularon capital financiero y controlaron el comercio interprovincial y el precio de las mercancías. Este comercio estaba fuertemente tasado por las autoridades españolas en Guatemala, lo que afectaba aún más a los comerciantes de las demás  provincias.

Si a esta situación le agregamos la diseminación de las ideas liberales del siglo XVIII, el ejemplo de la independencia de los Estados Unidos de Norte América y de la Revolución Francesa, la invasión de las tropas de Napoleón y de la influencia liberal en España, y las guerras de independencia en América del Sur y México, podemos fácilmente explicar los alzamientos que se produjeron entre 1811 y 1814 en varias de las principales ciudades de la Capitanía General, como en San Salvador, León y Masaya. No fue entonces casual que las luchas por la independencia en Centroamérica fueran dirigidas por un reducido grupo de intelectuales al tanto de la situación local y de los acontecimientos internacionales.

Los hechos apenas enunciados dividieron en facciones políticas opuestas a los grupos sociales dominantes y a la clase media. Los liberales querían la independencia inmediata y las reformas de las estructuras que impedían su ascenso económico. Los conservadores se oponían a cualquier cambio sustancial que fuera más allá de la independencia. Los conservadores --los grandes comerciantes de Guatemala, los latifundistas, los burócratas peninsulares y el clero alto-- favorecieron la independencia puesto que no tuvieron alternativa y porque así convenía a sus intereses.

Después de las guerras exitosas por la independencia en el sur y en el norte de América Latina, de la secesión de la provincia de Chiapas, y de la amenaza de Agustín Iturbide, de México, de liberar por la fuerza las provincias centroamericanas, las autoridades civiles, militares, académicas y eclesiásticas, con los criollos más relevantes de la Ciudad de Guatemala proclamaron la independencia el 15 de septiembre de 1821. Con la Declaración de la Independencia los conservadores no buscaban más que la preservación del estado de cosas frente a las graves convulsiones del momento. La región no era importante para la metrópolis, y España, agotada por las guerras de independencia, no se opuso a la decisión, como lo había hecho en el resto del continente.

Los liberales estaban conformados básicamente por la clase media mestiza, criollos sin medios económicos y por intelectuales. En la situación coyuntural que se vivía, representaban las fuerzas del cambio social, político y económico en una región muy atrasada. Los liberales de la época trataron de asimilar e implementar las ideas nuevas que provenían de Europa y de los Estados Unidos.


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Vídeo sobre la Crisis del Orden Colonial