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18 de enero de 2017

De Locos y de Locuras



De Locos y de Locuras

(O sea uno mismo)


El 22 de febrero de este año 2017 cumpliré 65 años de edad de estar en este mundo.

A partir de esa fecha tengo programado aprovechar al máximo cada día que pasa haciendo las cosas que debo hacer y otras que quiero hacer. De hecho ya comencé a implementar el programa, y con sentido del humor.

Para esta edad muchos ya están retirados de un empleo o de una actividad económica. En mi caso, como soy independiente, por la empresa de servicios legales y de contabilidad de la que soy uno de los socios propietarios, y al no contar con un fondo para la pensión, no tengo edad de retiro. Gozo de buena salud física y mental a pesar de haber sido mi peor enemigo por muchos años. 

Desde hace décadas me vengo proponiendo metas para realizar alguno que otro proyecto, todos logrados: hacer postgrados académicos en el exterior y en el país; 
aprender sobre fotografía de 35mm; continuar con estudios adicionales de interés profesional o personal; viajar con mi entonces esposa y los hijosasistir al mayor número de conciertos posible, y mejor si con alguien de la familia; desarrollar habilidades informáticas; aprender un nuevo idioma; a tocar bien un instrumento musical; ir regularmente al gimnasio; practicar Tai Chi; estudiar la historia del rock, del jazz y del blues;  ampliar mi colección de música inicial; aprender bien a patinar en hielo; adquirir libros en español, italiano y francés; escribir artículos para revistas, periódicos y medios digitales; hacer esta ciberbitácora; y otras cosas más que en este momento se me escapan.

Pero en el camino me había extraviado como dice el poeta en el verso inicial de su Divina Comedia:


En medio del camino de la vida,
errante me encontré por selva oscura,
en que la recta vía era perdida.

Y así fue, me descompuse personal, familiar y socialmente cuando regresé a Nicaragua después de veinte años casi consecutivos en el exterior. No me adapté a mi regreso y después de un tiempo me perdí, y no me importó. Dejé de producir económicamente, al menos lo necesario, por lo que gasté los ahorros (considerables) en la familia; perdí a mi esposa a quien amo; y casi pierdo a mis hijos. 

La sociedad jamás me interesó. Siempre he sido un rebelde, un solitario, y me alcoholicé. En lamentables estados de ebriedad, que yo consideraba un "estado superior de la conciencia", dije e hice tantos disparates ofendiendo a otros tantos, que ya no quieren saber de mí, mucho menos invitarme a sus cosas, y está bien, hice lo que me dio la gana. Estaba en el infierno y se me salían los demonios, que eran muchos y feroces. Incluso dejé de trabajar por un largo rato aun teniendo un currículum excepcional, y no miento.

Pero como ser obsesivo-compulsivo que soy, lo que comprendí hace algunos años, no se perdonan ni se olvidan ciertas cosas que han provocado una ofensa profunda y una profunda herida, aunque hubiesen pasado décadas, porque había siempre algo que me abría la herida y la hacía sangrar. Y así fue que entraron en mí poco a poco los demonios, a veces sigilosamente, otras violentamente, y me atormentaron.

Me encerré en mí mismo y me dediqué al re-estudio del derecho y a otros temas para los que incluso asistí a talleres, seminarios y cursos de capacitación. Me obsesioné con la adquisición de más conocimientos, con la historia de la música clásica, con la Enciclopedia Británica y con el gimnasio. En el encierro pasé también horas al día navegando en la red en la búsqueda de información, leyendo diarios y revistas digitales en distintos idiomas o escuchando música de distintos géneros y épocas; otras horas las dediqué a la práctica de la guitarra acústica (la de cuerdas de metal) hasta que la dominé componiendo canciones.

Mi esposa decidió entonces que lo primero para ella era su salud física y emocional después de pasar  por un cáncer de mamas, mastectomía radical, quimioterapia y posterior reconstrucción, y me expulsó de su vida; y estuvo bien, así debía ser. Me dio múltiples oportunidades para corregir ruta y no lo hice. Yo también estaba enfermo aunque en otro orden de cosas, seguramente por mis propias obsesiones y compulsiones. Y no nos hablamos desde que demandó el divorcio unilateral porque era más rápido. Éste es el que pide judicialmente uno de los cónyuges para imponérselo al otro.

Y esa fue la modalidad de divorcio que le sugirió la abogada que lo tramitó, una prima hermana, y no especulo sobre los motivos de la prisa frente al divorcio por mutuo consentimiento o divorcio voluntario, como también se le conoce, que fue el que yo propuse.

No respondí la demanda de divorcio unilateral por supuesto. No tenía nada que decir ni había nada que hacer. Y no me preocupé por mi esposa puesto que sabía que iba a heredar bien, y así fue. Es más, año y medio después del divorcio se comprometió en matrimonio con uno que fue compañero mío de colegio y de universidad en Managua. Me dicen los hijos que está contenta y eso me basta. A ellos les pregunto regularmente si ella está bien y responden que sí, que está bien, lo que me alegra. Se lo merece porque soy yo quien ha sido la víctima de mí mismo. No hay nadie más a quien culpar. Ella solo tiene un carácter loco como el mío, que no supe administrar.

Total que después de la separación en el 2009 y del divorcio en el 2013, seguí haciendo cosas cuerdas y otras disparatadas. Aún personas a quienes he amado se distanciaron de mí, y con razón. Estaba demasiado loco. Incluso en algún momento pensé que estaba perdiendo el juicio, solo para concluir que no me dejaría vencer por mis demonios, y los expulsé. Me costó. 

Mi madre y mi hermana me acogieron después de la separación matrimonial y me han tolerado y apoyado en este largo proceso de expiación, igual que mis hijos a quienes procuré sufrimiento–, lo que agradezco profundamente, y a Jenny. Y que conste que lo único que ahora ingiero diariamente son vitaminas del complejo B.

He retomado con optimismo las lecturas, el estudio, la vida sana, cocinar a la italiana, la música, y el trabajo en la empresa que formé con dos jóvenes socios a inicios del 2016. Somos una pequeña empresa, compacta y competente. Hay espíritu de colaboración como cultura de organización y deseos de superación. Esto en parte es obra del suscrito. Me conocen bien. Saben quién y qué soy. Solo espero vivir con salud física y mental al menos una década más para colaborar con el desarrollo de la sociedad y desplegar nuevamente mis capacidades profesionales y personales. He aprendido tantas cosas.

Ya no tengo excusas ni tiempo para ellas, ni tengo que pedirle disculpas a nadie más. Éste soy yo, y aunque llegue tarde, siempre llego.






P.S.: La canción más emblemática de cuando iniciaba mi extravío, como dicho arriba, es la que compuse en Managua el 22 de Febrero de 2003, el día de mi cumpleaños número 51. Curiosamente, desde mi juventud en la universidad pensaba que para encontrarme a mí mismo, antes me debía perder:

Una Respuesta a Todo ©

Tan cerca estás de la indiferencia
Usando toda la imaginación
Para evitar caer en la tentación

La humanidad puede llamar
Y caso omiso hacer para olvidar
De donde viene tanta amorfía

Tal vez de toda aquella imperfección
La oscuridad penetra el corazón
Y el cinismo mata toda ilusión

Tus ojos lo que ven
Tu alma lo que siente
Y en tu mente albergas
Una respuesta a todo

Con digna frialdad
Prosigues tu camino
De insensibilidad mundana
Haciendo lo que viene en gana

Hay otro lado en el asunto
Depende mucho de la impostación
Que quieras dar a tu expresión

Si existe el todo o si no existe
No es la fuente de la decisión
Para seguir el paso de la gran explosión

Y si el origen es de la materia
 De los batracios y de las bacterias
Me importa poco como se llegó

A pensar en la superación
De los conflictos de la creación
Lo que interesa es su evolución

Tus ojos lo que ven
Tu alma lo que siente
Y en tu mente albergas
Una respuesta a todo

Con digna frialdad
Prosigues tu camino
De insensibilidad mundana
Haciendo lo que viene en gana

Managua, Febrero de 2003 


Meses después sentí la desesperanza/esperanza de poder reencontrarme conmigo mismo y con mi esposa, sin que estuviésemos separados todavía, y mi sensibilidad me llevó a escribir la siguiente canción: 

Andar y Andar ©

Cada vez que encuentro un momento
Para recordar tu rostro
Tu yo no sé qué
Pienso que no he de volver
A vivir la vida que me hiciste ver
Y no es bueno pues salgo de mí errando
Para andar y andar
Detrás de un todo que no logro alcanzar sin ti

Quizás un día pueda decir
Que he llegado a la meta
Que he encontrado un fin
Mientras tanto suelo vagar
Pensando, anhelando si he de llegar
Quién sabe, pero ese es mi sueño
Y quiero seguirlo y seguir el ensueño

Sé muy bien 
Que es posible si se quiere hacer
Y el intento no será un revés
Si tú estás conmigo
Algo más sublime, excelso
Tendrá que venir
E ilusiones nuevas compartir

Como hoja que se lleva el viento
Posándose muy suave en el manso suelo
Con horas de retraso pero con anhelo
De volver a casa después de ese vuelo

Ideas aprendidas en el alto encierro
Son muchas y sentidas a partir del yerro
Difícil implemento dirección de ruta
Pero no hay nada fácil bajo este cielo

Puede que el caos se apodere de mí
Y los extremos vuelvan a hacerse sentir
Pues no soy inmune a ese impulso vital
Y no estoy seguro que lo pueda evitar
Duerme, duerme agente del mal
Duerme, duerme insignificante animal

Managua, Mayo de 2003 


Después el extravío se fue radicalizando de tal manera que para el 2010, ya separado de mi esposa, pero antes del divorcio, y sabiendo que ya no había retroceso, escribí mi última canción hasta la fecha:

 Lo Sé ©

Así fue
Así pasó
Otro día fuimos
Hoy ya no
No porque lo quiera
¿Tampoco vos?

Te amé sin decirlo
Fue un error
No supe cómo hacerlo
¿Vos igual?
El daño ya está hecho
Sin reparar

Qué deseo hcer
Fumando un cigarrillo
Tomando una cerveza
Siempre meditando
La noche es oscura
No veo amanecer

No hay recriminaciones
Es solo un decir
Mi parte ya está dada
Yo ya volví a morir

Si acaso hay un mañana
Con todo y despertar
Será por mi locura
Que no me puedo dar

Cuánto he buscado
En los rincones de mi mente
Un pensamiento claro
Un algo diferente
No lo pude encontrar
Frustrado como siempre

Lo sé

Managua, Septiembre-Octubre de 2010


Fin del relato, no de la historia


16 de enero de 2017

Caso, Mi Poema de Rubén Darío



[Poema de Rubén Darío en el centenario de su fallecimiento, porque así me siento yo mismo cien años después de la muerte del poeta; porque sin ella muero y con ella también]:



CASO


A un cruzado caballero,
garrido y noble garzón,
en el palenque guerrero
le clavaron un acero
tan cerca del corazón,

que el físico al contemplarle,
tras verle y examinarle,
dijo: Quedará sin vida
si se pretende sacarle
el venablo de la herida.

Por el dolor congojado,
triste, débil, desangrado,
después que tanto sufrió,
con el acero clavado
el caballero murió.

Pues el físico decía
que, en dicho caso, quien
una herida tal tenía, 
con el venablo moría,
sin el venablo también.

¿No comprendes, Asunción,
la historia que te he contado,
la del garrido garzón
con el acero clavado
muy cerca del corazón?

Pues el caso es verdadero;
yo soy el herido, ingrata,
y tu amor es el acero: 
¡si me lo quitas me muero;
si me lo dejas, me mata!






4 de enero de 2017

La Palabra como Praxis




LA PALABRA COMO PRAXIS

[Redactado como artículo irónico de opinión sobre asuntos de Nicaragua]


Les révolutions commencent par le mot et concluent par l’épée
(Las revoluciones comienzan con la palabra y concluyen por la espada)

Jean-Paul Marat


No soy político, dicen, y lo son porque callan. La palabra sin embargo es praxis cuando es veraz y se le teme, y esperemos que no se cumpla de nuevo en Nicaragua la máxima de Jean-Paul Marat, revolucionario duro de la Revolución Francesa, asesinado para callarlo; liberal como los más liberales de la revolución, no como algunos de aquí que se hacen pasar por tales y no son más que comparsas del señor en el poder. No han podido trascender su pequeña mentalidad entreguista. Buscan puestos y prebendas sin darse cuenta, o tal vez sí, que solo son objeto del desprecio de su amo.

Otros sin embargo no doblan la cerviz, no se amedrentan con las amenazas, con el chantaje, ni con las acusaciones falsas e infames de un régimen en el que sistemáticamente la víctima es hecha pasar por victimario. De esto no solo he sido testigo, sino que lo he vivido; y ya nada de eso me es ajeno, más ahora que he expiado los demonios, que he regresado del ínfero y que no tengo más motivos para pedir disculpas. No es cualquier cosa y no es para cualquiera.

Para erradicar la dictadura/dinastía se requiere valentía, integridad, unidad, organización, liderazgo, movilización, perseverancia, inteligencia y astucia. Pobre Luis Almagro, Secretario General de la OEA, la dictadura le hará alguna que otra concesión temporal e inicua después de la farsa electoral del 6 de noviembre para tratar de librarse de la Ley de Condicionalidad de la Inversión en Nicaragua, la Nica Act, pero que va, no va a ser tan fácil. Se conocen bien las mentiras, los trucos y triquiñuelas del régimen, la represión a la oposición y sus fraudes electorales. No engañan a nadie más que a ellos mismos.

Ni valen tampoco la pena los que no han tenido ni moral ni escrúpulos para lograr su propia gratificación, predicando hoy lo contrario. Hablan de mitos y leyendas de la más recalcitrante ortodoxia religiosa para decirles a otros cómo deben vivir sus vidas e incitándolos a oponerse al régimen. No, no es de aquí de donde saldrán los líderes del movimiento de resistencia cívica que derrotará a la dictadura, ni podrá haber elecciones legítimas y creíbles mientras seres impresentables continúen de magistrados electorales. 

La posibilidad real que se apruebe el Nica Act en los Estados Unidos le ha provocado pánico al régimen, sabiendo que ya no pueden contar con los dineros de Venezuela, ni con la exportación de productos nacionales a ese país por su insolvencia financiera, y porque países europeos han retirado su cooperación a Nicaragua por aquello de los fraudes en las elecciones generales y municipales, la ausencia de una auténtica república democrática, y el irrespeto de los derechos de las personas.

Si se aprueba el Nica Act Nicaragua no solo dejaría de recibir préstamos –para el desarrollo del país– de las instituciones financieras internacionales (IFI) en los que los Estados Unidos tienen gran influencia de decisión, sino que podría tener el efecto de reducir la inversión privada directa, por aquello que los inversionistas de los Estados Unidos podrían seguir los intereses internacionales de su gobierno, o simplemente considerar que no conviene invertir en el país por la ausencia de nuevos préstamos IFI. Grave para Nicaragua en cualquiera de los casos puesto que desaceleraría el crecimiento económico, disminuirían las reservas internacionales, se devaluaría la moneda y aumentaría el riesgo país. 

Por estas últimas razones otros actores fuera de los Estados Unidos tampoco querrán arriesgar inversiones en Nicaragua o no desearán contrariar a un aliado estratégico en la lucha contra el terrorismo internacional. No es pues tan sencillo el asunto a como lo pone algún cínico asesor presidencial. Almagro de la OEA, el entonces enemigo, ahora es el amigo; la posible tabla de salvación del régimen. Cosas de la vida.

¿La solución permanente? Que el régimen deje el poder por las buenas y que se retiren los involucrados donde quieran con sus familias y sus dineros. Pueden incluso quedarse en el país. No debería haber persecución ni confiscación de propiedades a como lo hicieron tiempo atrás los que temen que les suceda lo mismo. Porque las ideas se manifiestan con palabras, y las palabras mueven voluntades.


La Muerte de Marat por Jacques-Louis David

Nota del autor del 21/01/2017: Como dicho en este artículo, la OEA no será de asistencia alguna (por ahora) para que el régimen dinástico en Nicaragua corrija ruta. El informe conjunto OEA-Nicaragua del 20/01/2017 es un insulto a los ciudadanos que pretendemos un cambio sustantivo en los temas que se abordan en el informe, puesto que éste es solo un paliativo que pretende "oxigenar" la ilegitimidad de la pareja en el poder después de la farsa electoral pasada.

16 de noviembre de 2016

Recuento de una Vida





BREVE RECUENTO DE UNA VIDA



Los Antecedentes


Nací en Managua, Nicaragua, en febrero de 1952. Mi padre, nicaragüense, fue un prominente abogado y notario público, particularmente en materia corporativa. Se graduó con honores en LSU, Baton Rouge, Luisiana, como dicho en otra entrada, y además estudió intensamente el inglés, de tal manera que lo hablaba y lo escribía de manera impecable. Tuvo inclinación no solo por los idiomas, sino que por la historia, la geografía, la astronomía, la naturaleza, los caballos, los viajes al exterior, la lectura, el buen vino, el vodka ruso, el Johnnie Walker cinta negra y el Jack Daniels. Falleció en 1993 después de tres años de padecer un terrible cáncer. Fue imposible que pudiese sobrevivir por la magnitud y malignidad de la enfermedad, a pesar de la asistencia médica que tuvo. Se fue poco a poco. Lo viví.

Mi padre tuvo la satisfacción adicional de haberse bachillerado con máximos honores en el Colegio Centroamérica de Granada, Nicaragua, donde hizo amistades que le duraron toda su vida, las que cultivó y le dieron muchos frutos personales y profesionales por sus propia capacidad e integridad.

Mi madre es estadounidense, de Brooklyn, Nueva York, de padre irlandés-americano descendiente de inmigrantes, y de madre nicaragüense de León. Es austera y siempre honesta, igual que mi padre quien fue incorruptible. Ellos hablaban inglés entre sí en la casa cuando no deseaban que los hijos supiésemos lo que decían, por lo que desde niño lo comencé a entender hasta que les dije que buscaran otro idioma para comunicarse. Fue divertido. Ambos rieron. Mi madre vive aún en Managua, a pesar de haber también desarrollado un cáncer que le fue controlado. Ya se pueden imaginar qué me espera en el futuro.

En lo que a mi respecta estudié en el Colegio La Salle de Managua hasta cuarto grado de primaria, y posteriormente en el Colegio Centroamérica, bachillerándome en 1969. En este último colegio me matriculó mi padre cuando la Orden de los Jesuitas abrió en Managua un colegio de primaria, es decir hasta sexto grado. Después fui al internado en Granada, sede principal de los Jesuitas, donde estuve dos años hasta que el colegio cerró y se trasladó de manera definitiva a Managua. 

Tuve una niñez y una adolescencia feliz, con muchos amigos, así como una buena educación y una sólida formación en valores y principios sociales y morales. Incluso desde el tercer año de bachillerato conocí sobre la teología de la liberación puesto que algunos de los jesuitas extranjeros la diseminaban, hasta que el régimen dinástico los expulsó del país por considerarlos subversivos.

Hice mis estudios universitarios, también en Managua, en la Universidad Centroamericana. Estudié en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales por decisión propia como una opción cultural, a pesar haber recibido la oferta de una beca para estudiar en la Universidad de Michigan cuando me encontraba allá estudiando inglés después del bachillerato, y a pesar que mi padre me ofreció igualmente estudios en el extranjero. Después me arrepentí por supuesto, en particular por lo de la beca que no aproveché, la de  Michigan.

Me gradué por tanto en Managua de Doctor en Derecho en 1975, después de un proceso de evolución ideológica sustantiva debido a los estudios académicos, los personales y los de grupo, de las obras de Marx y Engels —entre otros autores— y debido a las condiciones sociales y políticas del país. Gradualmente me fui alejando de los conceptos religiosos católicos tradicionales en el que me eduqué, y después de un proceso anárquico de catarsis me acerqué a la filosofía materialista. Nada extraño en esos años, pero no dejé los valores y principios originales, aunque lo religioso me es indiferente desde hace mucho.

En diciembre de 1972 experimenté el terremoto que destruyó la ciudad de Managua, sin pérdidas en la familia, y en ningún momento había pensado ejercer la profesión de abogado después de la graduación, sabiendo de lo anacrónico y corrupto del sistema judicial de la dictadura de Somoza. Tampoco sabía qué quería hacer en el futuro, con la salvedad del interés a corto plazo de viajar al exterior a estudiar un postgrado junto con mi entonces recién esposa Virginia, por lo que acepté con gusto el ofrecimiento de mi padre de estudiar una maestría en derecho en la Universidad de Tulane en Nueva Orleáns, sin pensar en un destino práctico para esos estudios.

Desafortunadamente en el régimen actual de Nicaragua la corrupción, el servilismo y el oportunismo son mayores que en la época de la dictadura de Somoza, lo que incluye al poder judicial; y aunque estoy ejerciendo la profesión, no me relaciono con esas actitudes. Más bien las señalo y las critico abiertamente sin sufrir represalias puesto que no represento un peligro para el régimen.


Los Años en Nueva Orleáns


Sobre estos años ya me referí en la entrada correspondiente. Agrego que después de mis investigaciones para escribir mi tesis para graduarme como Master of Laws conocí y entendí muchísimo sobre la historia de Centro América, particularmente de Nicaragua, y sobre las relaciones de los Estados Unidos con la región y su injerencia como potencia imperial. Esto último me impactó de tal manera que investigué con mayor intensidad las intervenciones militares de los Estados Unidos en Nicaragua, lo que me llevó a Sandino y a comprender y simpatizar con el sandinismo

Cuando el principal líder cívico de la oposición a la dinastía somocista en Nicaragua fue asesinado en Managua a inicios de 1978, hubo una insurrección popular que capitalizó el FSLN hasta el triunfo militar a mediados de 1979. Y como dicho en la entrada sobre Nueva Orleáns, me integré a la red de solidaridad con el FSLN que se estableció en los Estados Unidos durante la guerra. Nuestro primer hijo Gonzalo había nacido en noviembre de 1978.

Regresé a Managua en el primer vuelo que salió de Nueva Orleáns en agosto de 1979 después de entregar mi tesis. A este punto no pensaba más que hacer mi contribución con lo que venía en Nicaragua, particularmente porque sabía que un buen número de mis compañeros del Colegio Centroamérica estaban involucrados con el FSLN en cargos de responsabilidad, y los consideraba íntegros. Y yo no le temía a un pensamiento y acción que cambiara las cosas en el país, aún si ese pensamiento era de izquierda. Todo lo contrario.

Una vez en Managua presencié el desorden inicial de una sociedad que sale triunfante de una guerra, lo que era más que comprensible, y busqué alguna colocación en el sector público revolucionario que fuera afín a mis estudios, investigaciones e inclinaciones. Después de un año y medio de trabajar en dos instituciones distintas me integré al servicio diplomático en el exterior, ya que descubrí que esa era mi vocación, y me integré por medio de quien fue el coordinador del sur de los Estados Unidos de la red de solidaridad con el FSLN durante la guerra. Él ya estaba en el Ministerio de Relaciones Exteriores. Cosas de la vida.


En el Servicio Exterior 1981-1988


No imaginé que el nombramiento que se me haría en el servicio exterior sería para representar la joven revolución de Nicaragua ante los Organizaciones de las Naciones Unidas en Roma, Italia, donde me transferí con mi esposa Virginia y nuestro hijo Gonzalo, de dos años de edad. Serví en ese país siete años y medio entre 1981 y 1988 (en 1986 nació en Roma nuestro segundo hijo Mateo).

En los años mencionados, la solidaridad de los países miembros de los organismos internacionales con Nicaragua fue manifiesta en todo momento –con la salvedad de los Estados Unidos y alguno que otro aliado–, por aquello del apoyo y financiación de los Estados Unidos a la contrarrevolución, al considerar al gobierno revolucionario de Nicaragua un peligro para la región centroamericana, y por ende para la seguridad nacional de los Estados Unidos. La cercanía de Nicaragua a los gobiernos de Cuba, la URSS y demás países del entonces bloque socialista era anatema para los Estados Unidos.

Aun así, en los distintos foros de las organizaciones internacionales logré aislar la voz discordante de los Estados Unidos y promover y administrar la solidaridad con Nicaragua, no solo de los países miembros, sino que de los directores y personal en general de esas organizaciones. De esta manera Nicaragua logró la canalización de un promedio anual de US$ 25 millones de dólares en cooperación técnica y financiera, la mitad de los cuales se debió a gestiones propias. Esta es una realidad y la expreso sin ufanarme por ello, y en Nicaragua lo sabían las autoridades correspondientes.




Organizaciones de las Naciones Unidas en Roma


Durante mi estadía en Roma viajé a Nicaragua en distintas ocasiones y aprovechaba para visitar proyectos de desarrollo que contribuí a atraer hacia el país, incluso en áreas remotas donde podría haber actividad armada de la contrarrevolución; pero también comencé a realizar que no todos los problemas de Nicaragua se derivaban de la guerra, sino que también de los desaciertos de las decisiones económicas y políticas de los dirigentes del país. Esto provocó un gran descontento en el campo y el enrolamiento de miles de campesinos en las filas de la contrarrevolución. Vi incluso el alto nivel de vida que llevaban en Managua los dirigentes de la revolución frente al deterioro material y la pobreza del país, así como frente a la muerte innecesaria de tantos jóvenes obligados a servir en el ejército.

A mediados de 1985 decidí conscientemente moderar el tono contra los Estados Unidos en mis intervenciones en los foros internacionales, en parte porque ya cansaban por repetitivas; y en las reuniones de los Representantes Permanentes de los países de la región de América Latina y el Caribe me atreví a decir alguna vez que los problemas relacionados con el subdesarrollo en la región se debían tanto a factores exógenos como endógenos. Esto fue algunos meses antes del inicio de las reformas de la era Mijail Gorbachov en la URSS (país que no era miembro de los organismos internacionales en Roma), y antes del inicio del fin de la guerra fría

Intuyo que esa actitud independiente frente a la propaganda del régimen en Nicaragua se filtró al Ministerio de Relaciones Exteriores, y a mediados de 1988 fui brutalmente despedido y reemplazado sin opción a otra responsabilidad diplomática. La otra interpretación es que alguien en la Cancillería me consideró siervo de un señor feudal distinto del suyo, aunque jamás he sido siervo de nadie.

Me indignó profundamente el modo en que fui separado de mis responsabilidades diplomáticas, particularmente porque un año antes había solicitado por escrito mi reemplazo, y regresé a Nicaragua con mi familia sabiendo que no deseaba continuar formando parte del gobierno.

Lo primero que hice al regresar a Managua fue expresarle al dirigente cuya institución captaba e implementaba la cooperación de las organizaciones en Roma, las razones por las que no acepté trabajar con él. Me dijo que me había hecho el ofrecimiento cuando supo de mí mismo lo del despido, para que no me quedara de disidente en el exterior. No me conocía bien. Yo no soy ése, pero me alejé total y absolutamente de todo aquello que fuese gobierno y partido FSLN. En pocas palabras, los envié al carajo.


De Nuevo en el Servicio Exterior 1990-1997

Después de año y medio de mi despido del servicio exterior hubo elecciones libres, transparentes y observadas internacionalmente en Nicaragua, forzadas por los acuerdos de Esquipulas para terminar las guerras en Centroamérica, y en particular la de Nicaragua. El gobierno sandinista sobrestimó sus fuerzas y perdió las elecciones de 1990. No tuvieron alternativa más que dejar el gobierno para que cesara la guerra de la contra, al tiempo que algunos sandinistas se apropiaron personalmente de todo lo que pudieron que fuese del Estado: tierras, casas, empresas,  radios, periódicos, vehículos y demás. Hoy son nuevos ricos, y tienen nombres y apellidos. Lo sabemos en el país y en el exterior.

Presenté por supuesto mi interés en colaborar con el nuevo gobierno en el servicio exterior por la experiencia adquirida en los años anteriores, y porque me identificaba con las personas clave que dirigirían a Nicaragua hacia la paz. Fui de nuevo nombrado Embajador e hice bien mi trabajo. Tengo en mi posesión los reconocimientos que confirman lo dicho. 

En esta ocasión mi destino pasó por una estadía de tres meses en Berlín Oriental a mediados de 1990 como enviado especial a la República Democrática Alemana, para coordinar el regreso a Nicaragua de centenares de nicaragüenses que se encontraban estudiando en ese país en vías de reunificación con la República Federal Alemana. 

Por iniciativa propia ya había presentado en la Cancillería del nuevo gobierno lo que podría desempeñar como representante diplomático desde Viena, Austria, país neutral y con buenas relaciones con los países vecinos por razones históricas: la entonces Checoslovaquia, Hungría y Polonia, donde también se encontraban centenares de nicaragüenses haciendo estudios en razón de la alianza anterior del gobierno sandinista con el bloque soviético, con la salvedad que éste ya se había desintegrado.

Desde Viena fui por tanto Embajador no Residente ante los países mencionados, incluyendo Bulgaria. Viena es también la sede de una serie de organizaciones especializadas de las Naciones Unidas, y del Fondo de la OPEP para el desarrollo. 

Todo fue aprovechado diplomáticamente para asistir al nuevo gobierno de Nicaragua, que tuvo como uno de sus inicios la visita al país de Václav Havel al comienzo del mandato de la nueva Presidenta, por aquello de las transiciones de los regímenes totalitarios de Europa a los regímenes democráticos. 

Logramos la condonación de la deuda externa de Nicaragua a Austria así como préstamos concesionales del Fondo de la OPEP. Aquí un crédito que reivindico es el de haber elaborado un esquema de trabajo diplomático en y desde Viena que había propuesto en la Cancillería en su momento, y que había contado con aval del Director para Europa de esa época, un joven graduado en relaciones internacionales en el exterior.  El esquema propuesto fue aprobado por el Canciller puesto que él también entendió los beneficios del mismo para el país, pero no por el Vicecanciller, porque no acepté ser su enlace de negocios personales con la fábrica austriaca Steyr, y cuando llegó a ser Canciller por renuncia del anterior, me sustituyó

A mediados de 1992 por tanto fui transferido a Italia como Embajador después de cierto forcejeo ante la Presidencia, y concurrente ante Chipre; y de nuevo Representante ante los Organismos de las Naciones Unidas en Roma. Estuve en ese maravilloso país con la familia otros seis años, y desde el  inicio hice que Nicaragua fuera incluida en una lista restringida de la FAO para recibir asistencia técnica y financiera en seguridad alimentaria. 

Para las siguientes elecciones generales en Nicaragua en Octubre de 1996, el Presidente Electo me ofreció personalmente continuar en el servicio exterior. Su Ministro de Relaciones Exteriores sin embargo, por motivos de presupuesto y de su propia miopía política y terquedad, cerró distintas embajadas incluyendo la de mi asignación, y canceló mi nombramiento a mediados de 1997. Aún así me quedé en Roma con la familia a nivel privado para que los hijos culminaran su año escolar. 

A mediados de 1998 regresé a Nicaragua con mi esposa y nuestro hijo menor Mateo. El hijo mayor, Gonzalo, había ingresado a su primer año de universidad en otro país, y hube de retirarme de todo lo que significaba esa mi vocación diplomática. 

Lástima. Fui bueno en eso. 

P.S.: Una síntesis del escrito anterior fue publicado en la revista digital  Temas Nicaragüenses, No. 119, marzo de 2018, págs. 30-32.