(Publicado originalmente en el diario digital de Nicaragua La Prensa)
“A la estupidez, que no conoce
límites, solo cabe combatirla. Es preciso sacudírsela permanentemente para no tener que deplorar
males mayores, porque es más dañina que la maldad. El Breve tratado sobre la
estupidez humana, de Ricardo Moreno, va dirigido contra los idiotas, tontos
y necios que nos
rodean, y contra las ideologías que contribuyen poderosamente cada día a
incrementar sus filas y fomentar la estupidez: son jaulas de las que no se
puede salir, que impiden pensar, discurrir, dudar y razonar.” (Tomado de la
sinopsis del tratado mencionado).
Continúo, estimado lector, descontinuado
de la saga. Hay premuras que me llevan a esta suspensión. Pido humildemente al
que lee, que comprenda mis limitaciones puesto que en el cuento anterior, El
rey ha muerto, viva el rey, tuve un lapsus cuando cité textos de la Vulgata
(Biblia traducida del latín al español), por lo que deseo indicar que se me fue
Sabiduría 32: 1-6 por Isaías 32:1-6. Sabiduría solo llega al capítulo 16. Pido
disculpas si le he causado ansiedades a alguno que otro lector, aunque como
todo lapsus, fue involuntario.
La primera cita textual de la
Vulgata en el cuento anterior fue, “después, con el
discurso del tiempo, tomando cuerpo aquella impía costumbre [de darle culto al
rey] el error vino a ser observado como ley, y adorábanse los simulacros por
mandato de los tiranos. Y así hacían traer desde lejos los retratos de aquellos
a quienes no podían los hombres honrar personalmente por estar distantes a fin
de reverenciarle con su culto como si estuviera presente.” Esto parecería
repetitivo, pero pienso que no lo es. Ya no le basta al rey reinar en su territorio, sino que pretende expandirse
para que otros reinos cercanos se inclinen ante él (los otros del SICA).
El
rey enfurecido, porque ha sido desnudado, y su reina virulenta, por medio de
sus bufones, incriminan a los otros reyes de ser solo sirvientes del emperador
del Norte. Algunos del reino de la estupidez se lo creen por supuesto, otros
solo son oportunistas que vociferan sus estupideces como serviles de la corte
que son. Solo son repetidores de sus amos por tele ventriloquía (teletrabajo),
como por arte de magia brujeril.
Ahora
que otro tirano ha sido despojado a balazos de su reino en Siria, y con su
ejército en desbandada, igual después de medio siglo de dinastía, y porque sus
aliados rusos e iraníes no pudieron venir al rescate por su propia estupidez, la
que los ha debilitado hasta el borde del colapso; entonces ¿qué viene? ¿Otra tonta
vanguardia como la de 1979 en Nicaragua? Allá se está en otra dimensión, en culturas
derivadas de civilizaciones primarias. (Más sobre esto en otro cuento).
La
oportunidad se les presenta en Siria a los rebeldes islámicos y no islámicos de
la coalición, de ser un ejemplo para la humanidad, porque Siria representa, históricamente,
uno de los principales cruces estratégicos entre el oriente y el occidente y de
regreso –por el Mediterráneo–, por lo que más de una potencia regional y
mundial han hecho lo suyo en esa guerra para influir en su desenlace, ya sea
apoyando al tirano aliado Bashar al-Assad,
o para evitar el resurgimiento del brutal y sanguinario Estado Islámico, o para
evitar el fortalecimiento de las fuerzas kurdas. (Rusia e Irán por un lado,
Israel y los Estados Unidos por otro, y Turquía por otro).
Después
de tanta muerte y sufrimiento humano en Siria, por una guerra que duró trece
años desde que estalló la Primavera Árabe en el 2010, millones de desplazados y
otros tantos millones de refugiados, principalmente en Turquía, Líbano y
Jordania, ¿los reyes no saben qué decir más que reproducir su propia estupidez?
Culpa del imperialismo yanqui y de Israel. ¿No de Rusia ni de Irán con sus
Hezbolá, ni del dinástico tirano de Siria, quien reprimió salvajemente en el
2011 a los manifestantes que pedían un cambio, provocando así la guerra civil? ¿No
suena esto un tanto conocido? De hecho, Rusia fue la que más bombas lanzó desde
el aire, tratando de proteger el trono de su aliado y sus propias bases
militares en territorio sirio, la aérea y la naval, desde donde lanza sus
operaciones en la región y en el África subsahariana. No hay imperio bueno.
Los gobernantes
de los Estados regionales (y mundiales) saben bien lo que pasa en el Oriente
Próximo y por qué, incluyendo lo del pueblo kurdo distribuido entre Turquía,
Siria, Irak e Irán, pero colindantes (el Kurdistán), quienes con sus
aproximadamente 40 millones de habitantes han pretendido tener un Estado propio,
o cuando menos su autonomía. Fue por esto que el entonces Saddam Husein les
envió de regalo agentes químicos en 1988 para frenar un levantamiento kurdo en
el norte de Irak, matando indiscriminadamente todo ser viviente.
Saben
además esos gobernantes porqué han seguido los bombardeos de Israel contra infraestructuras,
sitios y equipos militares del anterior régimen sirio, incluyendo fábricas de
armas químicas. ¿No es para evitar un potencial reagrupamiento de los
seguidores de al-Assad, ahora refugiado en Rusia? ¿O para que no caigan en
manos de terroristas enemigos de Israel? ¿Y qué hicieron los de la vanguardia sandinista
cuando el entonces dictador abandonó el país en 1979, y su guardia se disgregó?
Lo mandaron a asesinar en septiembre de 1980 en Paraguay, por si pretendía
regresar.
El
régimen sirio colapsó en diez días o por ahí desde la ofensiva final, por su
propio agotamiento y por la debilidad de sus aliados, provocada por la
respuesta militar de Israel a la agresión de Irán y sus Hezbolá, ahora diezmados
en el Líbano, y por la guerra de Rusia en Ucrania. Israel, por su parte, ha
cometido crímenes de guerra en Gaza, sin dudas, pero ¿quién provocó esa guerra?
“La Primera Ley Fundamental de la estupidez afirma sin
ambigüedad que siempre e inevitablemente cada uno de nosotros subestima el
número de estúpidos que circulan por el mundo.” (Las leyes fundamentales de
la estupidez humana, de Carlo M. Cipolla). Tan es así, que de tan estúpidos
que algunos son, tan solo hacen el ridículo.
P.S.: Estos cuentos son producto de la imaginación, por tanto cualquier similitud con alguna que otra realidad, es un acto de brujería.