Que
pase el siguiente
(Artículo publicado originalmente en La Prensa de Nicaragua el 2/09/2020)
¿Desearían ver a la flaquita de Popeye el Marino en vestido de baño en una pasarela de Nicaragua Diseña? Podrían también pensar en el marido modelando pantaloncitos de marinero, aun si apoyado en un bastón.
La respuesta a esa pregunta es la de cada quien en un país donde ya no van quedando jóvenes, porque se les mata, encarcela o se les envía al exilio. Me refiero por tanto a los viejitos que aún quedan, porque dejé de ser joven tiempo atrás, y no pretendo jugar al adolescente. La adolescencia solo regresa para hacer el ridículo.
Recuerdo bien en Roma a la esposa de un embajador,
muy mayor ella, usando minifalda para enseñar sus piernitas, pintarrajeada la
cara y llena de cachivaches para cubrir los pellejitos. Pensé que era una de
esas que aunque ya viejita pretendía no aparentarlo. No era así, le valía, así
quería vestirse porque le daba la gana. Era la esposa del embajador, y a él no le
importaba.
Si uno hablada con ella se daba cuenta de inmediato
que era una loquita. Me gustan los colores, pero no en una que hace el ridículo
mostrándolos. Daba lástima. Nadie se atrevía a decírselo, habría sido
descortés, pero entendió, porque no se le acercaban más que unos pocos. Decía
que no le hacía daño a nadie, y era cierto, con la salvedad de una imagen
grabada en la mente que provocaba pesadillas.
La loquita de aquí sin embargo procura daño y no le importa ni a ella ni a su marido, el de los pantaloncitos de marinero. Es una pareja de decrépitos. El enemigo dicen, está en el exterior, cuando está en sus mentes enfermas. Putin corre, caza, conduce tanques de guerra, se baña en aguas gélidas, muestra el torso y anda en bicicleta. Nadie dice cuántas mujeres tiene, cosa rara, porque en nuestra subcultura mientras más mujeres se tienen más hombre se es (pido disculpas a las mujeres conscientes).
Popeye sin
embargo no puede terminar coherentemente una frase, a no ser que hable de
William Walker, el estudiado, culto y osado esclavista fosatero que llegó a ser presidente de
Nicaragua. Seguramente Popeye lo admira y lo envidia en secreto, por lo de
educado y culto digo, y porque hablaba inglés
Walker fue
derrotado por la intervención de los ingleses y los dineros de Cornelius
Vanderbilt, el de la Compañía del Tránsito, un yanqui de Nueva York. Los provincianos solo pusieron los
muertos gracias a la perenne estupidez de los políticos de aquí. Todo esto lo
puede explicar Popeye el historiador, si se atreve.
Creo que hay mujeres a quienes les gusta que los
hombres tengan a otras, incluyéndolas, pero no sus maridos. Algo así como un
machismo a la inversa. Sería interesante averiguar cuántas mujeres (u hombres)
tienen los del régimen. De las mujeres no me ocupo, sería descortés, pero igual
les tienen expediente abierto para mantenerlas sumisas, y no por comprar
campanas de bronce.
Los griegos antiguos se enorgullecían de su
pedofilia, y sus mujeres lo toleraban porque así eran educadas. Las esposas servían
para producir herederos legítimos, como en cualquier otra cultura de por ahí,
hasta que se desarrolló en alguna parte, incluyéndonos, legislación por la que
todos los hijos, dentro o fuera del matrimonio, son iguales.
Procreación responsable le llaman. De la flaquita
de Popeye ¿cuál de los hijos será el ungido cuando el marido senil ya no pueda
ver, como el Isaac bíblico? Los hijos son
iguales dice la ley, pero seguramente habrá uno más igual que los otros por voluntad
de su mami.
En la leyenda bíblica la mujer de Isaac le jugó una
mala pasada al marido senil, para que la progenitura le quedara a su hijo
preferido. Maduro por otra parte, el hermano mayor, fue considerado inepto para
ser heredero, y así quedó. Que pase por tanto el siguiente, quizás lo logre, porque
los dioses son caprichosos, y los de la oposición también.